Hay enormes diferencias entre ser esposo o esposa y ser "un compañero", "un amigo", o un "compañero sentimental"; enormes diferencias entre un compromiso legal y una asociación voluntaria; entre levantarse ante la sociedad y anunciar públicamente tu compromiso y el vivir, simplemente, junto a otro.

Algunas de estas son:

Primera diferencia: Desde que te casas, ves la relación con más seriedad

Ahora que se ha hecho un compromiso con el otro como esposo o esposa delante de casi toda la gente importante de tu vida. Ahora la pareja se verá el uno al otro con una luz diferente, más seria.

Segunda diferencia: Las palabras sí importan

Las palabras nos afectan profundamente. Vivir con tu "novio" no es lo mismo que con tu "esposo". Y vivir con tu "amiga" o cualquier otro título que le des no es lo mismo que hacer un hogar con tu "esposa". Cuando presentas a esa persona como tu esposo o esposa, estás haciendo una afirmación más importante sobre el papel de esa persona en tu vida que con cualquier otro título.

Tercera diferencia: La legalidad sí importa

Estar legalmente atado y ser responsable por otra persona es algo que importa. Es un anuncio para él/ella y para ti de que se toma esta relación con la máxima seriedad. Ninguna palabra de afecto, promesas de compromiso, etc. no importa lo sinceras que sean, pueden igualar la seriedad de un compromiso legal.

Cuarta diferencia: jamás reunirás a tanta gente que te importa

Para ver lo importante que es el matrimonio para la inmensa mayoría de la gente que te importa, piensa en esto: no hay ningún acontecimiento, ninguna ocasión, ningún momento en tu vida en el que tanta gente que te importa se reunirá en un lugar como en tu boda.
Ni el nacimiento de ninguno de tus hijos, ni un cumpleaños importante, ni la confirmación….Sólo hay otro momento en que se reunirá en un lugar la mayoría de las personas que aprecias y que te aprecian: es en tu funeral.
Así que tu boda es la mayor concentración de seres amados de tu vida. Y eso es por una razón: es el momento más grande de tu vida. Un momento así no sucederá jamás si no tienes una boda.

Quinta diferencia: Sólo el matrimonio convierte ajenos en familia

Sólo mediante el matrimonio la familia de tu hombre o tu mujer será tu familia.

Nada comparable sucede cuando dos personas cohabitan sin casarse.

Por: topicos.info

El amor conyugal es un sentimiento gratificante, una tendencia hacia la persona que se ama, un acto que debe apoyarse en la voluntad y en la inteligencia para que entre los dos se llegue al compromiso que conduzca a caminar juntos compartiendo las vicisitudes y las alegrías.

Cuando se vive intensamente el amor, hasta el sacrificio engrandece nuestro ser, nos hace más libres, más entregados a esa persona. Es como ir entretejiendo eslabones que con el tiempo irán formando toda una cadena de experiencias que darán lugar a un orden y que tendrá el sentido para que se desarrolle toda una trayectoria psicológica. No en vano, el mismo Erich Fromm, decía que el amor requiere conocimiento y esfuerzo.

La calidad del amor conyugal solo se alcanza cuando, tras repetidos esfuerzos, sus distintos componentes viven en un equilibrio proporcionado

Es claro que el amor conyugal se aprende, es necesario un adiestramiento y acoplamiento en la relación. Se consigue el objetivo deseado cuando tras el conocimiento que vas adquiriendo del otro y del trabajo diario que resulta de toda la relación, sus distintos componentes consiguen así ese equilibrio proporcionado.

El amor conyugal podría ser como un abanico o un arco iris lleno de matices en donde el sentimiento corrobora y ayuda a la realización de sí mismo.

Si queremos asentar sobre bases firmes el amor conyugal y la vida conyugal, debemos clarificar bien la idea del matrimonio a fin de devolverle toda su riqueza Hoy nos enseñan los biólogos y los antropólogos más cualificados que los seres humanos somos “seres de encuentro”, vivimos como personas, nos desarrollamos y perfeccionamos como tales creando diversas formas de encuentro.

Consiguientemente, toda nuestra vida debemos orientarla a la creación de formas auténticas de encuentro y cumplir las exigencias que el encuentro nos plantea: generosidad, veracidad, fidelidad, cordialidad, comunicación sincera, participación en tareas solidarias...

Si, en la vida matrimonial, cumplimos estas condiciones, tenemos garantía de vivir una relación de encuentro, entendido en sentido riguroso, no como trato superficial.

Por: Gloria S. Conesa Albaladejo, Orientadora Familiar




Spaemann (Personas. Acerca de la distinción entre “algo” y “alguien”) ha expresado de un modo sucinto las características de la experiencia de descubrimiento del “otro” cuando dice que «el modo como la identidad de cada hombre reclama ser real para los demás es la aceptación» ("esta persona es lo más real que me ha ocurrido en mi vida"). Es decir, las personas piden que las demás personas decidan aceptarlas, a reconocerlas, a afirmarlas como personas, con su nombre propio.

¿Cómo se asegura tal aceptación? «Hace falta seguramente experimentar de modo inmediato la identidad del otro, es decir, sentir amor y haber amado». Quizá hay que dejar que la pasión despierte, y más tarde mantener la fidelidad de la voluntad aun en el caso de que esa emoción vaya a menos: el amor se siente pero también, -y sobre todo- se cultiva. Por ese motivo, la actitud que se pide no es solamente la de sentir amor, sino también la de haber amado: situar el acto de la voluntad en la afirmación del otro, en su aceptación como otro ante los propios ojos.

Amar no es sólo sentir. También conlleva la decisión de amar: es un acto libre -no algo que le acaece al sujeto-, de modo que se trata de una actividad intrínsecamente personal. Es la persona -desde la instancia de la voluntad- la que decide ponerse a amar, aplicarse al amor, aunque el primer paso lo dé el despertar de una pasión. El amante no es un títere en manos de la casualidad anónima de la emoción que viene y se va, sino que, por la decisión de amar que parte desde su voluntad, es el origen de su propia palabra en la historia de esa relación. Como el amor depende de la decisión de la persona, a la persona se le afirma porque se la acepta, y se la acepta porque se la quiere, y se la quiere porque se está dispuesto a mantener esa aceptación más allá del estado de ánimo, más allá de la propia circunstancia subjetiva.

La despersonalización del amor en manos del emotivismo es la primera causa de la ausencia de fidelidad en nuestra sociedad: la gente no se ama, ha desvirtuado la realidad del amor, que queda reducida a un estado de ánimo. El emotivismo («sentimos mucho el uno por el otro», «se nos murió el amor») es la reducción del amor personal a totalidad: no preocupa tanto quién sea el otro como qué reacciones despierta en mí

La fidelidad es la actitud de una razón despierta que, al descubrir el valor absoluto de la persona, dice «siempre» a su entrega. Hace que su aceptación trascienda las circunstancias coyunturales del otro y las propias (salud, dinero, belleza, edad). Y porque se hace cargo de la realidad del amado es capaz de prometer -trascender el tiempo- convirtiendo su promesa en compromiso, en una palabra en la que él mismo se encuentra plenamente integrado como contenido de lo prometido. «Te doy mi palabra» se dice, y significa: al prometer, me prometo con lo prometido, adquiero un compromiso.

Reflexión sobre la "esencia del amor" la que hace Javier Aranguren, siguiendo a Spaemann, en su ANTROPOLOGIA FILOSÓFICA (Mc Graw Hill, 2003). Se resumen párrafos del capítulo 6 titulado: PERSONAS
Una vez establecida la buena comunicación, otro factor preponderante es mantener vivo el romance. ¿Cómo? No dejando que los problemas del diario vivir ahoguen los detalles que se solían tener en el noviazgo. Probablemente no se pueda hacer todo lo que se hacía antes, pero no se debe dejar que la rutina invada totalmente su relación de pareja.


En este sentido hay que tener en cuenta que es muy importante el aporte de ambos, porque el matrimonio es una empresa que se construye día a día, entre dos. Esta no es una tarea que se pueda dejar al azar, por el contrario, es necesario trabajar en ello con esfuerzo y dedicación.


La decisión de tener un compañero o compañera para el resto de la vida debe ser precisamente una relación de compañía y amistad para compartir todo lo que implica un matrimonio y debe ser, ante todo, muy agradable y placentera para ambos.



Sugerencias para la mujer


  • Es importante mantenerse bonita y arreglada siempre, aunque no salga de casa; hacerlo tan solo para esperarlo a él y para si mísma, por supuesto. Además de ese modo, estará siempre lista si surge una salida imprevista.

  • Mantenerse en forma: este es un aspecto bien importante no solo para él sino para su propia autoestima y buena salud. Muchas mujeres comienzan a descuidarse después del matrimonio. Recuerde que ellos vienen de afuera de ver mujeres bellas por todos lados.

  • Salir a divertirse solos, por lo menos una vez al mes. Que sea ese el tiempo para ustedes, como pareja. Bailar, salir a comer, ir al campo, salir a caminar o simplemente ir a pasar la noche fuera. Disfrute de la compañía de su pareja lejos del ambiente de la casa y sus problemas. Es muy reconfortante.

Sugerencias para los caballeros



  • Consentir a la esposa. Que esa costumbre que tenía cuando eran novios no se pierda. La ternura y el afecto sincero en cualquier momento del día, son muy reconfortantes y valiosos para la mujer. Estimula y mantiene el respeto y la confianza hacia su esposo.

  • Decirle cosas bonitas acerca de su aspecto físico, como qué bien se ve con ese vestido. Cualquier piropo sincero sería muy positivo.

  • Sea detallista. De vez en cuando regálele flores, chocolates o algo que a ella le guste, sin motivo aparente. Eso la hará sentir importante. Sea divertido y hágala reir. Las mujeres aman el buen sentido del humor de su pareja. Eso relaja y refresca la relación siempre.

Por: Juliana Echeverry

Hay algunos atributos básicos que pueden ayudar a fortalecer o debilitar su relación

Tan simples como son, suelen dejarse a un lado o mirárseles con menosprecio. Pero démosle un poco de atención y tomemos nota de cuán importantes pueden ser cada uno de estos puntos.

Qué hacer

Orar juntos
Una pareja que reza junta se conecta en un nivel muy profundo. Se unen en sus creencias, metas y valoraciones en común, ganando gracias para su relación; por lo tanto se ligan emocional y espiritualmente.

Mostrarse afecto
No tema besar a su cónyuge frente a sus hijos ni olvide que tomarse las manos puede ser agradable y mágico. El afecto rompe las murallas que puedan haberse construido entre ambos.

Jugar y reír
Los momentos de alegría hacen que la pareja que sienta cómoda y feliz de estar junto a la persona escogida. Además de compartir las cargas de la vida común, no hay que olvidarse de disfrutar con el otro y hacerlo sentirse bien.

Alentarse mutuamente
Estar casados no significa que usted o su esposo/a no necesiten aliento. Todos lo necesitamos. Escuchar que alguien cree en usted o está alentándole en algo que le importa es importante para usted, y hace toda la diferencia en el mundo de sus sentimientos sobre sí mismo y los demás. A su pareja, le ocurre lo mismo...

Invertir tiempo en su relación
El más duro obstáculo para los padres - y para muchos profesionales - es encontrar tiempo a solas con el otro. Asegúrese de conseguirlo. Sea una hora tranquilos en su cuarto antes de dormir, o una cita afuera, hay que encontrar lo que mejor funcione y ponerlo en práctica, para que la relación se alimente con tiempo y atención. La planta que no se riega, muere de inanición.

Qué no hacer

Negarse a perdonar
Enseñamos a nuestros hijos a perdonar, y nosotros ¡también debemos hacerlo!
Algunas heridas toman más tiempo en cerrarse que otras, pero los rencores y resentimientos sólo alejan el amor, y dificultan mucho más el re encauzamiento de la p
areja que ya ha sufrido un quiebre.

Burlarse del otro
El sarcasmo es la enfermedad más grande en nuestros hogares, y puede ser muy doloroso. La burla y los comentarios sarcásticos nunca construyen un hogar o un matrimonio. Hay que evitar este hábito dañino e intentar afrontar las discusiones de forma más considerada. El otro no es un enemigo, sino alguien a quien amamos y con quien estamos en desacuerdo en algún punto. No se debe perder este punto de vista.

Comparar a su cónyuge
Su marido tal vez no sea como el de su amiga, o viceversa, en algún aspecto que usted admira, pero usted tampoco es otra persona. Todos tenemos fortalezas y debilidades. Las comparaciones sólo aumentan las debilidades en lugar de fomentar las fortalezas, porque vuelven inseguro a quien es comparado. Y por lo demás, jamás es justo para nadie. Debemos dejar de hacer aquellas cosas que perjudiquen la autoestima y la confianza de los que amamos.

Criticar
Todos cometemos errores. La paciencia con los errores ajenos, y la indulgencia, facilitarán mucho la relación, y puede lograr mucho más que la crítica. Las relaciones en que la crítica es frecuente también desvalorizan mucho al "errado" y quebrantan la confianza entre ambos.

Culpabilizar
Muchos caen en esto. La culpabilización nunca resuelve nada, sólo divide a la pareja. S
e aplica a esto lo mismo que a la crítica y la burla. Son todos medios malsanos de avanzar sobre el otro, como si fuese un enemigo o un contendor a quien debemos aplastar. Está claro que estos "métodos" no ayudan en nada a mejorar una relación.

Gritar y/o pelear muy fuerte
No estar de acuerdo o discutir es parte de cualquier relación matrimonial.
Pero cuando comienza la tendencia de gritar, dar portazos, etc., puede convertirse en un hábito que termina destruyendo la comunicación. Aprenda a ser constructivo/a y práctico/a cuando no estén de acuerdo, o dése un tiempo hasta que sus emociones se calmen un poco.

Fuente: Revista Buen Vivir, Centro de estudios para la familia.(México)


1. Renovar el amor: Sorprender a la persona amada, introducir novedades. Luchar contra el acostumbramiento y la rutina. Saber que la rutina es el principal enemigo de la vida conyugal, más que el egoísmo.

2. Actualizar el amor de entrega: Lucha constante por seguir dándose sin reservas.

3. Construir el amor de cada día: Esforzarse para amar más, para volver a empezar, para mantener la ilusión y ternura.

4. Dar afecto y ternura: Expresar los sentimientos.

5. Compartir: Practicar de modo permanente en la vida del otro sabiendo hacerlo con tacto, prudencia, compartir experiencias, estar al lado del otro cuando lo necesita.

6. Adaptarse al otro: A su forma de ser y a sus costumbres, sin pretender cambiarle, quererle con sus virtudes y defectos, aprender a vivir con las diferencias.

7. Elaborar conjuntamente proyectos laborales en labores comunes, seguir miando los dos en la misma dirección.

8. Mantener el respeto mutuo de palabra y obra, cuidar los modales y la cortesía, nuestro aprecio.

9. Tomar la iniciativa y no esperar recibir algo, para después darlo. Sea usted quien dé el primer paso hacia el equilibrio y el buen camino de la relación.

10. Encontrar un tiempo para estar juntos y a solas cada día, tiempo para hablar de todo.


Para que los consejos dados se realicen, existen puntos clave, que son: la constancia, la iniciativa y la comunicación. Estos deben afianzarse a lo largo de la vida en pareja, y sobre todo, deben darse en ambas partes.

El dicho popular que dice, “el tigre no es como lo pintan,” vale también para el matrimonio. Antes de casarnos pudimos fabricar ideas románticas del amor de pareja, de la maternidad y paternidad. Pudimos imaginar un hogar siempre armónico, un padre siempre cariñoso, además de trabajador y responsable; una madre siempre amorosa y unos hijos siempre obedientes.

Pero la verdad es que estas realidades no se dan por sí solas. Hay que trabajarlas, negociarlas, construirlas poco a poco. La relación conyugal es un estira y afloja donde constantemente hay que expresar las propias necesidades y negociarlas con las necesidades del otro, hasta llegar a acuerdos que satisfagan a los dos.

Una negociación no sirve tampoco de una vez y para siempre. Cambiadas las circunstancias de la vida se puede replantear o sentir que lo acordado unos meses atrás ya no satisface como antes. Por eso hay que estar abiertos a escuchar, negociar y hasta ceder, no una vez, sino setenta veces siete. Esto no quiere decir que siempre eres tu quien tiene que ceder. El ceder debe ser de ambos lados para lograr tener un relación armónica. Se debe igualmente saber que no estamos obligados a ceder en aquello que es propio de nosotros y que consideramos una característica personal irrenunciable. Pero sí podemos, por amor, dejar de darle tanta importancia a cosas que no son tan relevantes en nuestra vida.

Si estás pasando por una situación difícil en tu relación de pareja o de familia, lo primero que tienes que hacer es respirar profundo, tener una actitud positiva. Es decir, es importante pensar que “todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte”, y por el amor que le tienes a tu pareja y familia, vale la pene que busques y logres soluciones a tus problemas de pareja. Está claro que solo(a) no puedes. Se necesita del Todo Poderoso para salir avante de la situación.

Es vital que identifiques cuál es el problema del momento. Muchas veces se busca ayuda cuando se tiene ya una bola de nieve que los supera en tamaño. Por eso se debe identificar muy bien cuál es el problema inmediato, para poder ir desenmarañando esa bola de dificultades. Ya identificado el problema, habrá que recurrir al diálogo sincero y profundo con tu pareja. Recuerda siempre que es con la persona que está a tu lado que vas a hacer equipo para superar esta situación.

Fuente: portumatrimonio.org