Hay quienes podrían pensar que las reacciones físicas que se registran en el organismo como consecuencia del 'enamoramiento', obedecen a un orden espiritual y estudiarlos desde un punto de vista biológico, nos llevaría a perder la 'magia' del amor. Por el contrario, creo que la espiritualidad es parte de un fenómeno biológico dentro del cual, la conciencia de nosotros mismos es, en sí misma, el sentido más venerable de la espiritualidad.

Así, reflexionando sobre nuestra propia naturaleza, podemos decir que la esencia biológica del amor podría hallarse en una red de eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que interactúan influyendo sobre nosotros y nuestro modo de relacionarnos con el otro deseado.

A menudo se utiliza la expresión 'la química del amor' para referir a una compleja variedad de reacciones emocionales en donde pueden identificarse lo 'eléctrico' (a través de descargas neuronales) y lo químico (por las hormonas que intervienen en el proceso). Los signos visibles del enamoramiento responden sin duda, a estos fenómenos biológicos. Y por ello mismo, son en esencia sorprendentes y asombrosos, dignos de nuestro máximo respeto.

Por cierto, cuando nos enamoramos creemos que hemos inventado el amor y que nadie podría amar como nosotros. El amor nos hace sentir dichosos, únicos y especiales.

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