Cuando realmente existe el amor en una relación de pareja, cada uno vela por el bienestar del otro. Esto es recíproco, pero si hay egoísmo, entonces el egoísta solo piensa en su propio bienestar descuidando completamente las necesidades de la otra persona y esto es motivo suficiente para que comiencen las discusiones o pueda acabar con la relación.

El egoísmo en la relación de pareja no es bueno. Una persona que constantemente piense en si mismo sin contar con su pareja puede ser debido a que aun no está acostumbrado a compartir sus cosas, su tiempo, su espacio o su vida con otra persona, o simplemente porque no está lo suficientemente enamorado (a) como para renunciar a su independencia.

No digo que para no ser egoísta en una relación tenga uno que pasarse todo el día pendiente nada más y nada menos que de satisfacer a cada hora las necesidades de la pareja y olvidarse de uno por completo. Debe de haber un equilibrio entre satisfacer nuestras necesidades y compartir y estar con nuestra pareja.

¿Cómo un equilibrio? Pues sí, la idea de mantener una relación de pareja es no centrarse tanto en uno mismo olvidando que compartimos nuestro tiempo, nuestra espacio, nuestras cosas y nuestra vida con otra persona y esto lo logramos solo comprendiendo que somos nosotros quienes decidimos entablar un vínculo amoroso con una persona, y al tomar tal decisión aceptamos compartir una parte de nosotros.

Hay personas que se comprometen a tener una relación de pareja y no cumplen su papel como miembro de ella, sino que se centran en sus propias necesidades, en que ellos sean los únicos que se sienten amados y valorados en la relación sin importar como se siente la otra persona, no es justo. Eso es precisamente el egoísmo en la relación de pareja.

Digo que no es justo porque me parece de niños pequeños que haya personas que reciban amor, detalles, besos, abrazos por parte de su pareja y ellos sean incapaces de ser recíprocos. ¿Que les cuesta centrarse un poco en su pareja? Nada…

No veas el compartir con tú pareja como una obligación o algo que debes de cagar en la espalda por años, comparte con ella momentos de alegría donde los 2 disfruten mutuamente.


Una de las mejores maneras que puedes hacer para que tú pareja entienda que la relación se está viniendo abajo debido a su comportamiento egoísta es que seas claro con él/ella y le digas: “Oye, tú comportamiento no está aportando nada satisfactorio en el crecimiento de nuestra relación

¿Que podemos hacer para mejorar juntos ese comportamiento?” o “Me gustaría que pasásemos más tiempo juntos (y explicárselo bien)”

Haciendo esto le estarás avisando de que algo no va bien en la relación y de paso le darás a entender que no estará solo en el cambio de su comportamiento, allí estarás tú para tenderle la mano. Es una manera efectiva donde los dos de una manera unida emprendan un largo proceso de rehabilitación a su relación.

Y recuerda que si estás en una relación donde tú pareja es egoísta pon en práctica las claves. El concepto de relación de pareja es: Compartir con alguien que te brinde su amor, amistad y esté dispuesto a luchar por la relación para que esta vaya a mejor.


‘‘¿Me amas?’’, preguntó ella mientras se besaban. Y él: ‘‘Pues, claro que te amo… ¡Eres mi vida entera!’’, y se besaron más apasionadamente.

‘‘¿Realmente me amas?’’, le preguntó ella, un mes después, cuando paseaban por el centro de la ciudad. Y él: ‘‘Te lo diré una y mil veces y jamás me cansaré de repetírtelo: ¡Te amo! ¡Lo eres todo para mí!’’, y ella se emocionó tanto que lo abrazó fuertemente.‘‘…Es que dudo que me ames…’’ dijo preocupada, al siguiente mes, después de ver varios comportamientos raros y evasiones inesperadas de él. Y confesó: ‘‘Es que ya no te amo’’, y en ese momento ella sintió que aquellas palabras le perforaron como balas al corazón.





¿A cuántos de nosotros nos ha pasado que dependemos de los sentimientos de los demás, especialmente de nuestra pareja, para sentirnos bien, para sentirnos felices, para sentirnos queridos o para creer que la vida sí tiene sentido?

Es inevitable que, en el camino de la vida, deseemos el cariño y el afecto de las demás personas hacia nosotros pero es bueno darse cuenta, con el tiempo, de que más vale la autoestima, el amor que sentimos por nosotros mismos, que el amor que siente nuestra pareja (o las demás personas) hacia nosotros.

Porque no puedes confiarte de las demás personas al 100%. Como bien te has dado cuenta: los sentimientos de tu pareja hacia ti pueden desvanecerse de un momento a otro, o a través del tiempo, y si dependes de sus sentimientos para ser feliz, para sentirte bien y tener un buen día, pues te digo que estás caminando por la cuerda floja, estás andando en algo completamente peligroso para tu vida
personal.

Tú tienes que cultivar tu autoestima por tu propia cuenta porque esa autoestima te ayudará en los momentos más difíciles.

Quizás tú sí quieras a tu pareja, pero si él o ella ya no empieza a sentir lo mismo por ti, ¿qué harás cuando te diga la frase más punzo-cortante e hiriente que existe para las personas que tienen baja autoestima en la pareja: ‘‘Ya no te amo’’?

¿Ahora ves lo importante que es tener autoestima en la pareja?
Es mucho más importante de lo que te imaginas. Y es que para tener autoestima en la pareja tienes
que empezar a gustarte tal cual eres, tienes que amarte con todos tus defectos, tienes que aprender a reírte de tus errores, tienes que aprender a ver lo que te falta para ser mejor y hacer algo al respecto.
Y si por ahora no tienes pareja o tienes pareja y vives una linda relación… ¿Te has puesto a analizar si eres feliz sólo contigo mismo? ¿Te has puesto a pensar si tu autoestima es lo suficientemente sana y fuerte como para aguantar cualquier ruptura amorosa en el futuro?

Si te das cuenta que tienes una baja autoestima también será baja autoestima en la pareja, solamente que él o ella te alzará el ánimo y te lo bajará cuando menos te lo esperes. Dependerás de la otra persona para estar bien contigo mismo.

¡Date la oportunidad de mejorar! Date el gusto de quererte a ti mismo, date el gusto de vivir de verdad, de sentir lo que es el verdadero amor empezando por ti mismo. ¡Eso sí que es vivir!


Por: Merlina Meiler

Esta pregunta suele obtener respuestas categóricas cada vez que se formula: un rotundo ¡Sí! o, por el contrario: ¡No, para nada!

La convivencia no mata el amor. Lo que sí puede dejarlo agonizando son ciertos parámetros relacionados con el compartir la vida bajo el mismo techo, a los que hay que estar bien atentos para que no se activen de maneras poco positivas. Lo que considero que mata al amor dentro de la convivencia es:

La rutina: ¿hay algo más aburrido que hacer o recibir siempre exactamente lo mismo? Esto nos hace acostumbrar a no tener sorpresas ni a que suceda nada fuera de lo común, lo que puede generar que nos hartemos o, aun peor, que alguna cosa (o persona) diferente fuera de casa nos parezcan un estímulo interesante.

La poca tolerancia: ampliar los márgenes de tolerancia genera relaciones más duraderas y placenteras. No estoy diciendo aguantar cualquier cosa, sino ponernos en el lugar del otro, entender qué desea o necesita (aunque no se trate de algo que se nos podría haber ocurrido) y acompañar el proceso o dejar ser.

La falta de respeto: no me refiero solamente a palabras o a acciones fuera de lugar, sino también a no permitir que el otro sea quien es y ocupe el lugar que desea en la vida. Cercenar espacios o posibilidades no aporta a la unidad de la pareja, por el contrario, provoca resentimientos que se van agrandando con el correr del tiempo.

El ser posesivo: Estar siempre pendiente de qué hace o deja de hacer quien acompaña nuestros días, tener celos desmedidos, revisar sus objetos personales (mails y celulares incluidos) son ideas muy poco prolífica. Una cosa es vivir juntos y otra muy diferente, invadir la intimidad del otro. Si tienes falta de confianza, primero dedícate a solucionar tus problemas intrapersonales por ti mismo, antes de crear una situación desagradable solo para exteriorizar tu inseguridad interna.

La poca ayuda: Que el peso de todas las responsabilidades de la casa (hijos incluidos) recaiga en una sola persona suele ser un punto de fricción enorme, en especial, cuando ambos trabajan fuera del hogar. El compañerismo es la base más sólida para que una pareja funcione sobre rieles.

¿Crees que la convivencia mata el amor?



Escuchamos historias de parejas que se han casado y han logrado ser felices aún cuando han pasado por crisis pero las han superado; en cambio, sabemos de otras parejas que desde el inicio de su matrimonio han tenido una variedad de conflictos que durante el noviazgo nunca se presentaron.

¿Qué es lo que está sucediendo en esas parejas? ¿Cuál es la diferencia entre las parejas que se llevan bien a pesar de tener problemas y las que tienen conflictos maritales serios? ¿Qué podemos hacer para evitar que nuestra relación se deteriore?

Las razones para que una relación no funcione son varias, pero una de ellas consiste en las expectativas equivocadas que tenemos del matrimonio. Así es. Son problemas que se presenta justo al iniciar la vida matrimonial y a pesar de haber mantenido un noviazgo de varios años, estos problemas nunca se presentaron.

Para empezar, ¿qué es lo que te imaginas que es un matrimonio? ¿Cómo fue el matrimonio de tus padres? ¿Qué concepto tienes de la vida matrimonial? ¿Acaso tienes la idea que una vez casados tu vida está resuelta para siempre? El matrimonio no es un cuento de hadas en el que el príncipe y la doncella se unen y viven felices para siempre. Más que imposible, improbable. Porque aún las parejas que tienen una vida maravillosa, con hijos bellos y sanos, una posición económica holgada y con todas las posibilidades de una vida feliz... también llegan a tener conflictos y sentirse infelices.

Acaso esperas que tu pareja, una vez casados, ¿abandone esos pasatiempos que tanto te aburren? ¿Esperas que ahora que están viviendo bajo el mismo techo, compartan los mismos gustos? ¿Piensas que por fin te vas a librar de estar visitando la familia política si querías pasar un buen rato con tu pareja? Tus expectativas del matrimonio, ¿son realistas? O ¿llegaste a idealizar lo que es el matrimonio y esperas que tu pareja cumpla con cada uno de esos sueños que te forjaste en tu mente?




El matrimonio requiere de una etapa de adaptación.
De repente, como pareja están compartiendo el mismo techo y por el resto de sus vidas. Necesitan establecer un equilibrio entre el tiempo de pareja, trabajo, rutina, labores en la casa, asuntos económicos y planes a futuro. Ponerse de acuerdo y estar conforme con lo que decide la pareja requiere un alto grado de comprensión, tolerancia y compatibilidad.

Las diferencias de opinión se presentarán irremediablemente y lo fundamental es que ambos tengan toda la disposición de llegar a un acuerdo en lugar de imponerse sobre la voluntad de la pareja, con el fin de que se cumplan los sueños “utópicos” que se había formado de su matrimonio ideal. Al momento de casarte, te casas con una persona, un individuo con sus propias ideas y sueños que eventualmente se rebelará aún cuando haya tenido la intención de someterse a tus deseos y sueños.

Una de las claves para superar estas diferencias es la negociación. Así de fácil. Quizá el plan de cada uno deba variar, pero juntos deben lograr a llegar a un acuerdo en el que ambos obtengan un beneficio. Algunas veces, uno en la pareja tendrá que ceder, pero siempre y cuando lo haga por amor y sin guardar resentimiento.

El matrimonio es un largo camino a recorrer. Como una montaña rusa con sus altibajos. Habrá momentos de mucha fricción y se sentirán infelices, pero eso no significa el fin de una relación y de ninguna manera se deben tomar medidas drásticas pensando en que el matrimonio ha llegado a su fin y “tienen derecho a rehacer su vida”. El matrimonio requiere pasar por estos “baches” que ayuden a madurar la relación; la capacidad de superar una crisis es la que enriquece a cada uno en la pareja, desarrollando tolerancia e incrementando el amor.

Pero eso sí, si la pareja no logra superar las pequeñas crisis como ponerse de acuerdo en dónde colocar un mueble o dónde pasar la Navidad, difícilmente podrán superar lo que les espera con la llegada de los hijos, los problemas de la edad madura, etc.

No siempre somos capaces de ver las cosas objetivamente. Probablemente se requiere el apoyo de un consejero matrimonial que ayude a cada uno en la pareja a buscar las formas de reconciliación. Eso sí, procura apoyarte en un profesional que sea imparcial; a veces los amigos y las personas te quieren no saben aconsejarte correctamente y se incrementa la carga emocional que debes soportar.

Recuerda, mientras exista amor con tu pareja, siempre habrá una solución a todo.

Vía: www.nosotros2.com

1. El matrimonio es para amar. Y amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es donación. La medida del amor es la capacidad de sacrificio. La medida del amor es amar sin medida. Quien no sabe morir, no sabe amar. No olvides: “amar ya es recompensa en sí”.Amar es buscar el bien del otro: cuanto más grande el bien, mayor el amor. Los hijos son la plenitud del amor matrimonial.

2. El amor verdadero no caduca. Se mantiene fresco y dura hasta la muerte, a pesar de que toda convivencia a la larga traiga problemas. El amor, ama hoy y mañana. El capricho, sólo ama hoy. Los matrimonios son como los jarrones de museo: entre más años y heridas tengan, más valen, siempre y cuando permanezcan íntegros. Soportar las heridas y la lima del tiempo, y mantenerse en una sola pieza es lo que más valor les da. El amor hace maravillas.

3. Toda fidelidad matrimonial debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La fidelidad es constancia. En la vida hay que elegir entre lo fácil o lo correcto. Es fácil ser coherente algunos días. Correcto ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de alegría, correcto serlo en la hora de la tribulación. La coherencia que dura a lo largo de toda la vida se llama fidelidad. Correcto es amar en la dificultad porque es cuando más lo necesitan.

4. Séneca afirmó: “Si quieres ser amado, ama”. El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. La felicidad de tu pareja debe ser tu propia felicidad. No te has casado con un cuerpo, te has casado con una persona, que será feliz amando y siendo amada. No te casas para ser feliz. Te casas para hacer feliz a tu pareja.

5. El matrimonio, no es “martirmonio.” De ti depende que la vida conyugal no sea como una fortaleza sitiada, en la que, según el dicho, “los que están fuera, desearían entrar, pero los que están dentro, quisieran salir”.

6. El amor matrimonial es como una fogata, se apaga si no la alimentas. Cada recuerdo es un alimento del amor. Piensa mucho y bien de tu pareja. Fíjate en sus virtudes y perdona sus defectos. Que el amor sea tu uniforme. Amar es hacer que el amado exista para siempre. Amar es decir: “Tú, gracias a mí, no morirás”.

Con los años, el amor profundiza mucho más en las relaciones. Los vínculos se fortalecen pero, a veces, se pasan unas malas épocas que parece que destruyen la sensación de satisfacción marital. Durante las “malas épocas“, hay más argumentos de culpa, se comparte menos y la alegría tiene unos niveles mucho más inferiores. Aunque se pase una mala época muchas parejas las aguantan con éxito, aunque otras, deciden separarse.

Lo que la mayoría de parejas no se dan cuenta, según algunos expertos en matrimonio, es que hay cosas que pueden hacer para garantizar que esa mala época no dañe tanto la relación. Una de las principales cosas en las que se deben centrar es, en la comunicación. A veces, comunicarse sea como sea es imprescindible para la supervivencia de un matrimonio.


Si se quiere sobrevivir a esa mala época, no hay que olvidarse de la empatía. Escucha a tu pareja y da respuestas empáticas con el contenido del mensaje que estés recibiendo en la conversación. Se debe ser cuidadoso con lo que se responde y un simple gesto de cariño puede hacer que poco a poco, la situación vaya cambiando.

Fuente: www.sonpareja.com