El afecto como nutriente de la relación.

El afecto es un nutriente muy importante para el individuo y como consiguiente, para la relación entre individuos, especialmente si hablamos de la relación de pareja. Es por esta razón que no hay que descuidar nunca el afecto. En muchos casos, la pareja va olvidando esta parte tan importante de la relación y cae en un pozo de indiferencia, represión y rabia que puede llegar a destruir una relación, es estos casos, habrá que ir desenterrando aquellas formas de expresión de afecto, lo cual no es fácil y requiere esfuerzo, como por ejemplo: el dar y el recibir abrazos, los besos tanto los diarios y cuotidianos como los más apasionados, las palabras cariñosas, un buen estado de ánimo (éste factor es importante y sí se puede cambiar), etc. Dando pequeños pasitos, día a día, el afecto puede hacer cambiar mucho una relación.

Las relaciones sexuales.
El deterioro de la relación también afecta la vida sexual. Es conveniente resolver los conflictos de pareja para tener una actividad sexual saludable. Debemos evitar llevar las discusiones al terreno de la intimidad sexual, ya que la perjudica y la deteriora. En estos casos es muy importante recuperar la chispa sexual, enriquecer la comunicación íntima a través del lenguaje corporal, los cinco sentidos y las palabras.

Repartición de tareas.
El tema de la repartición de tareas es uno de los más comunes por los que empiezan a haber conflictos dentro de una pareja. Es importante que la pareja aprenda a convivir de una forma igualitaria y justa, esto no significa que los dos miembros de una pareja tengan que llevar a cabo las mismas tareas, sino que es muy importante definir muy bien cuales son las tareas necesarias dentro de la pareja y pactarlas con tal de repartir las y que sea igual y justo para los dos, por ejemplo en las funciones del hogar, la planificación de la economía y todas las decisiones que conciernen a la pareja.

La motivación y el buen humor para activar la relación.

Cuando la pareja ya lleva un tiempo junta, es muy fácil caer en la rutina y en la desesperanza. Este problema tan común perjudica mucho a la relación puesto que se olvidan las motivaciones y los buenos momentos. Para evitar las rutinas o salir de ellas es muy importante hacer un esfuerzo para preparar actividades conjuntas y diversas que sorprendan a la pareja y que ayuden a disfrutar del tiempo juntos, desarrollar nuevos objetivos e ilusiones e ir desempolvando el deseo y la complicidad entre ambos miembros. A fuego lento, la pareja se va reanimando y vuelve a disfrutar del tiempo y de la compañía mutua.

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