La Falta de Relación
La palabra cónyuge viene de “compartir el mismo yugo”. En ocasiones, la falta de relación es cortada por una ofensa guardada donde no hubo diálogo sino pelea. Uno de los dos o ambos apelan al silencio. La falta de relación trae indiferencia.

El exceso de trabajo o compromisos y el agotamiento físico
Es especialmente insidioso en las parejas jóvenes que están tratando de comenzar en una profesión o todavía están estudiando. No traten de estudiar, de trabajar a tiempo completo, de tener un bebé, de manejar a un niño pequeño, de hacer reparaciones en la casa, y de comenzar un negocio, todo al mismo tiempo. Suena ridículo, pero muchas parejas jóvenes hacen exactamente eso y luego se sorprenden cuando su matrimonio se viene abajo.

Las deudas muy grandes y el conflicto en cuanto a cómo se gastará el dinero
Paguen en efectivo por los artículos de consumo, o no los compren. No gasten más de lo que pueden por una casa o por un automóvil, dejando muy pocos recursos para salir juntos, para viajes cortos, para personas que cuiden a los niños, etc.

El egoísmo
Existen dos tipos de personas en el mundo, los que dan y los que toman. Un matrimonio entre dos personas que dan puede ser algo bello. Sin embargo, la fricción está a la orden del día entre una persona que da y otra que toma. Pero dos personas que toman pueden darse zarpazos la una a la otra hasta hacerse trizas dentro de un período de seis semanas. En resumen, el egoísmo siempre devastará un matrimonio.

La interferencia de los suegros
Si el esposo o la esposa no se ha emancipado totalmente de los padres, lo mejor es no vivir cerca de ellos. La autonomía es algo difícil de conceder para algunas madres (y padres), y el estar muy cerca será causa de problemas.

Las expectativas poco realistas
Algunas parejas llegan al matrimonio esperando cabañas cubiertas de rosas, una vida sin preocupaciones ni responsabilidades y un gozo ininterrumpido. Pongan sus expectativas en línea con la realidad.

Los invasores del espacio
Los celos son una manera en que este fenómeno se manifiesta. Otra es la baja autoestima, la cual lleva a que el cónyuge inseguro se inmiscuya en el territorio del otro. El amor debe ser libre y confiado.


La antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey, identifica en el cerebro humano los tres aspectos del amor: lujuria, atracción y unión. La lujuria, o deseo sexual, es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que nos hace buscar pareja. De ahí que los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de esta química; ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres.

Después viene la atracción, que se atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, un neurotransmisor cerebral que se relaciona con la sensación de bienestar. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos. Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. De hecho, el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de divorciarse se ubica en el cuarto año de relación, que es el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio.

Cuando el amor se consolida, el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y la vasopresina. Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto, la lactancia y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.

La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, pero también puede menguar o quedar relegado por otros sentimientos. Para mantenerlo es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.) que sustituyan al bombardeo químico.

Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más!

En el enamoramiento también influyen otros factores como el olor. Los humanos desprendemos feromonas que resultan atractivas para los demás. Hay pruebas científicas de que la atracción de feromonas existe en todo el reino animal y en los insectos. Hacia el año l997, los estudios de Wedekind mostraron que la axila es un sitio importante para la selección sexual, ya que la selección de individuos según el olor implicaba las variaciones genéticas más amplias entre los individuos, lo que promovía variaciones genéticas en el sistema inmune de la descendencia…


Síntomas del Enamoramiento

Pérdida de sueño y apetito; hiperactividad; subida de la presión arterial; aumento de la capacidad muscular, al liberarse grasas y azúcares; y de la cantidad de glóbulos rojos, para mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea, son algunos de los síntomas que sufren los enamorados. La atracción sexual descansa primordialmente en las diferencias sexuales y, aunque no se sabe con certeza, podría tratarse de alguna preferencia inconsciente que se va configurando en los primeres meses de vida: preferencias de temperamento, figura, rostro, etc. de las personas que nos rodean.

La química del amor está mediada por una serie de sustancias que nos hacen sucumbir a la pasión amorosa. A través del sistema nervioso, el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).

Comunicación
Aunque lo hayas oído mil veces, no deja de ser cierto. Es imposible que una pareja funcione o ambos miembros se sientan felices con la relación si no existe una buena comunicación entre ellos.
Comunicarse no se refiere a hablar mucho, sino a poder expresarle a nuestra pareja nuestros sentimientos, inquietudes, proyectos..., y obtener un “feedback” por su parte. Si existe una buena comunicación es fácil resolver los problemas que van surgiendo.

Escuchar
Es tan importante como ser capaces de hablar y comunicarnos. Si tú hablas sin parar pero cuando él quiere contarte algo suyo enseguida cambias de tema, estás fallando en un punto muy importante. Y no se trata de mantenerse callado y oír lo que el otro dice, sino de escucharle y tratar de entenderle.
Tu pareja debe saber que puede contarte cualquier cosa porque tú le vas a prestar toda tu atención. Saber escuchar los ayudará a comunicaros mejor, a crear lazos especiales de complicidad entre ustedes y a saber qué quiere, qué necesita o qué preocupa al otro.

Ser comprensivos
Antes de juzgar una situación, por muy grave o absurda que te parezca, intenta ponerte en su lugar, tratar de averiguar qué siente, cómo piensa, por que se ha comportado así.
Tu pareja no puede ni debe comportarse igual que tú; enfadarte por todo lo que hace sin tratar de entenderle o intentar cambiarle es un error.

Tolerancia
Debes ser tolerante con tu pareja siempre que su comportamiento o actitud sea honesta o no te haga daño física o emocionalmente. Este es uno de los puntos más difíciles de llevar a cabo, ya que normalmente, aunque la queramos para nosotros, nos cuesta mucho darle libertad a nuestra pareja. Cada miembro de la pareja tiene derecho a sus momentos de independencia e intimidad, a desarrollar sus proyectos, aficiones o ilusiones sin sentirse coartado por el otro.
Aunque te parezca lo contrario, controlar a tu pareja, querer estar siempre con ella o prohibirle hacer ciertas cosas simplemente por inseguridad, es lo que más puede alejarte de ella. Una pareja no supone un contrato de esclavitud sino de colaboración.

Desarrollo personal
Es muy importante entender que aunque sen pareja siguen siendo personas independientes, con una personalidad y una vida propias. Deben madurar y desarrollaros de forma individual para que exista un equilibrio en la pareja; ninguno debe vivir a la sombra del otro o ser totalmente dependiente de él. Por supuesto, este desarrollo debe ser paralelo a su desarrollo y madurez como pareja.
Para conseguirlo es fundamental que tengan unos objetivos comunes en la vida: casa, trabajo, hijos, viajes, vida en pareja, etc. Además, es importante que sintáis que existe entre ustedes un tipo de unión que va más allá de lo material, una conexión espiritual, una forma común de sentir la vida y la relación. Al principio el enamoramiento y la pasión proporcionan esta unión especial; después hace falta algo más.
Esto les permitirá que no haya un desequilibrio entre sus intereses individuales y en común.

Tener vida social
Es fundamental que tener vida social, pero no solo de forma individual sino como pareja. Esto significa que tengan amistades comunes con las que podáis hacer planes. Esto también puede hacerse extensivo a la familia.
Salir y divertirse juntos los hará sentir bien y le dará un poco de emoción a su vida de pareja. La vida social también se refiere, por supuesto, a la que además tengan cada uno por su cuenta.

Confianza
Una relación sin confianza mutua no va a ninguna parte. No una confianza ciega sino racional. Si no tenemos motivos reales o probados para desconfiar, agobiar a nuestra pareja con nuestros miedos o inseguridades la apartará de nosotros. La falta de confianza enrarece las relaciones y hace difícil la convivencia.
El que es objeto de sospecha o acoso suele acabar desenamorándose porque la actitud de su pareja le impide disfrutar de las cosas más simples; para no crear situaciones incómodas acaba renunciando a muchas cosas. Pero la persona que desconfía también sufre mucho y puede pasar fácilmente del amor a la obsesión. La solución a este problema pasa por la comunicación.

Afecto
Es imprescindible para que una relación sobreviva. Las carencias afectivas suelen terminar con muchas parejas. El afecto es la demostración del amor, fundamental una vez que el enamoramiento y la pasión empiezan a decaer.
Es muy importante tener siempre una actitud cariñosa hacia nuestra pareja y hacerle demostraciones de cariño aunque lleven mucho tiempo juntos.
El cariño es algo que debe cuidarse cada día, ya que es lo que más fácilmente se pierde con el tiempo y la rutina. Conoces tanto a tu pareja que no crees que necesite tu mimos y caricias. Si no recibimos cariño debemos hacérselo saber a nuestra pareja para ver si se trata de una cuestión de descuido o existe una causa más profunda.

Amor
A amar también se aprende. De hecho, es un acto maduro y puede ser muy consciente. Es muy cómodo dejarse querer, pero no siempre es la postura que más felices nos hace dentro de una relación.
Tan importante es que nuestra pareja nos diga que nos quiere, como poder decirlo nosotros. Hay personas que tiene una enorme capacidad para amar y entregarse y otras a las que les cuesta tanto que llegan a fracasar en sus relaciones aún queriendo a la otra persona.
El foco en una relación empieza a cambiar del “mí” al “nosotros” una vez que las cosas empiezan a ponerse serias. En lugar de planear lo que vas a hacer, empiezas a planear lo que van a hacer como pareja. Si bien no hay nada de malo en esto, puede hacer olvidar la necesidad de que es importante pasar algún tiempo a solas también.


Pasar tiempo de forma independiente el uno del otro es una manera saludable de hacer que tu relación crezca. Todo el mundo necesita un poco de espacio personal, y es un signo de gran respeto hacia tu pareja cuando alientas y apoyas que tenga su propio tiempo a solas.


Dedicar por lo menos una hora a la semana para cada uno en pasar tiempo completamente solos en el que no tengan que preocuparos por sus responsabilidades. Así, que uno se dedique a atender todo lo que necesite atención durante el tiempo personal del otro.

Trata de sorprender a tu pareja con un mínimo de media hora de tiempo libre. Hará que tu pareja se sienta bien por el hecho de que estás haciendo algo a pesar de tu apretada agenda.

Cada un par de meses deja que tu pareja tenga todo un día entero para sí misma. Arréglalo para que haga la actividad que más le guste, sin sentimiento de culpa ni ninguna interrupción durante el día. Si bien puedes estar renunciando a pasar un día con tu pareja, el agradecimiento por respetar su espacio personal no tendrá precio.


Introducción
La relación de amor que surge entre un hombre y una mujer constituye una fuerza vitalizadora que mueve a actuar e ir al encuentro del otro. Existen múltiples y diversas dimensiones de la relación de pareja que son las que van configurando dicha interacción y que han de tenerse en cuenta desde el inicio de la relación y en especial cuando el tiempo avanza. Una de estas dimensiones es la referida a la comunicación que se da entre quienes empiezan a caminar juntos y que ha de ser cuidada y apreciada, en especial cuando corra el riesgo de ser volverse rutinaria o lejana. Será misión de cada uno de los miembros de la pareja, poner de su parte, desde sus propias características, su intención y voluntad al cuidado del diálogo y del amor.

La comunicación
La comunicación constituye un fundamento de las relaciones interpersonales en general y de la relación de pareja en particular.

El término comunicación tiene su raíz etimológica en la palabra latina “comunicatio” cuya traducción es la de comunicar, participar, y a su vez, tiene su origen en el término “communis”, común, comunión, lo que nos habla de la estrecha relación que existe ya en su raíz etimológica en cuanto a que la comunicación supone comunidad de personas y reciprocidad en cuanto a posesión y algo en común entre quienes se comunican.

El ser humano presenta una permanente necesidad de comunicación con su entorno, ya que ella le permite poder irse integrando a sus familias y a la sociedad a la cual pertenecen.

Las personas requieren de sus semejantes para sobrevivir, y por ello necesitan relacionarse con los demás a través del lenguaje para ser comprendidos y poder satisfacer muchas de sus necesidades, desde las más básicas, hasta aquellas de seguridad, de desarrollo de la autoestima y de autorrealización.

En este continuo camino de comunicación, éste adquiere un rol fundamental en el establecimiento y desarrollo de la relación de pareja, desde antes del inicio del pololeo y hasta el matrimonio y durante él.

Si bien la comunicación no se da exclusivamente a nivel verbal, sino también en la riqueza del lenguaje no-verbal, en esta ocasión nos referiremos a la comunicación verbal.

¿Hablar, conversar o comunicarse?
La capacidad potencial de hablar es innata, pero la forma y la capacidad de comunicarse es una aptitud que puede alcanzarse con el aprendizaje de abrirse a otros.

Por su parte, entender la comunicación sólo como una forma de dar y recibir información, en algunos contextos puede ser de utilidad, pero en una relación de pareja nos hablaría de una apreciación muy limitada del sentido de la comunicación. La comunicación ha de considerar las características del típicas del sexo (sea hombre o mujer) e individuales de quienes intervienen en ella.

“La comunicación humana posee dos facetas: hablar y escuchar” (Echeverría, R. 1995) y no sólo una de ellas aisladamente. Si en una relación de pareja sólo nos dedicáramos a hablar y exponer nuestras ideas, sentimientos y parecer, sin dedicar tiempo y atención a escuchar al otro, no estaríamos hablando de comunicación, sino que de una entrega de información unidireccional, que busca quizás sólo ser escuchado por un otro abierto a recibir nuestra necesidad de expresarnos. Y, por otro lado, si sólo nos dedicamos a escuchar, sin dar a conocer nuestro querer, pensar y sentir, tampoco estaríamos hablando de una verdadera comunicación, sino de una mera receptividad, que no se arriesga a mostrar el propio interior ante los ojos del ser amado.

“La comunicación es muy diferente de la conversación; la comunicación es poner en común lo más valioso: es profunda, es comprometedor, hace correr riesgos. Es fácil conversar, es muy difícil comunicarse de verdad, pero la comunicación verdadera ‘enriquece’, la simple conversación sólo entretiene.

Esta es la diferencia fundamental si miramos el resultado: una cosa es hacer pasar el tiempo, entretener, y otra cosa es hacer sentir más feliz a la persona, entregarle las propias riquezas interiores, alimentando su amor” (P. Ferrari, 1999).

El diálogo con el ser querido contribuye a la construcción o fortalecimiento de la propia identidad. Por medio de ese diálogo muchas veces se va tomando conciencia acerca de los propios logros y progresos así como de las debilidades y errores que cometemos, pero en el resguardo de sabernos aceptados incondicionalmente.

En el diálogo abierto y sincero se va humanizando cada uno de quienes participan en la comunicación, ya que cada miembro de la pareja va dejando entrever paulatinamente su interioridad, en la medida que percibe la acogida amorosa de un otro dispuesto a escuchar y a descubrirla.

El amor es diálogo, es querer bien al otro, es estar dispuesto a servirlo, a escucharlo e intentar captar por medio de sus palabras parte de su esencia personal; y a la vez, estar dispuesto a abrir el corazón y exponer la propia interioridad.

Ahora bien, cabe preguntarnos ¿cómo nos comunicamos?. Si bien sabemos que para intercambiar o comunicar ideas nos valemos de las palabras, es adecuado atender a la elección de las palabras que utilizamos y los énfasis que hacemos por medio de ellas, tomando en consideración la sensibilidad y características de quien las recibe.

Asimismo, no podemos perder de vista que la expresión verbal va acompañada de sonidos, de tonos, de un ritmo, elementos todos que van a influir en la recepción del mensaje por parte del otro. Y será a través de dichos factores por medio de los cuales se favorecerá o no la cercanía e intimidad entre ambos. En la medida que se vaya generando mayor confianza e intercambio en profundidad en la pareja, irá surgiendo una forma particular de comunicación, llegando a generarse un “idioma” propio entre ellos en la medida que van compartiendo parte de sus anhelos, pensamientos, sentimientos, dolores e interioridad.

¿De qué hablar?
Suele ocurrir que al inicio de la relación los temas o motivos de conversación tienden a abundar. Las palabras de amor invaden el encuentro y la curiosidad es grande por ir conociendo en mayor detalle y profundidad a quien tenemos en frente. Pero puede ocurrir que con el paso del tiempo, cuando ya nos hemos enterado de las preferencias, y los detalles familiares y anecdóticos, y cuando ya tenemos cierta “seguridad” de contar con el otro, y nos vamos acostumbrando a su presencia cercana, podemos decaer en nuestro interés por “descubrir” más del ser humano con quien hemos decidido recorrer un camino conjunto. Y es en dichas ocasiones cuando caemos en la rutina de “comentar” actividades, aciertos o desaciertos de otros; analizar películas de cine o televisión; o recordar hechos ya ocurridos. Todo ello forma parte de la vida que se va haciendo juntos, y son hechos de valor, pero si la relación de pareja va perdiendo su propio color y se va transformando sólo en comentar lo que viven otros, es hora de poner atención, ya que no se estará contribuyendo al crecimiento de la relación.

Puede ser que nos empecemos a “escudar” en lo que ocurre a otros y recurramos a esos temas como tópicos sobre los que conversar porque hemos ido perdiendo la capacidad de encuentro, de autorrevelación y, de diálogo.

Es verdad que nuestra vida está llena de actividades, pero cada una de ellas provocará un efecto distinto en cada miembro único e irrepetible de la pareja. “En cada sujeto se alojan sentimientos, recuerdos, emociones que constituyen el propio repertorio personal y despiertan como una melodía, cuando son pulsados por el estímulo externo de los acontecimientos de la vida” (s.j. Vergara, A. 2000). Es así que aquellas actividades o eventos que son comentados, pueden seguir siéndolo, pero ya no sólo desde el hecho en sí, sino como un puente para conocer cuáles son los sentimientos y emociones que este hecho provoca en cada espectador, como un camino orientado a lograr mayor conocimiento mutuo y como una oportunidad de crecimiento, que permita ir adentrándose progresivamente en las respectivas formas de ser y percibir la realidad.

Cuidados del encuentro en la comunicación
La comunicación siempre se da en un espacio y en un tiempo; incluye componentes físicos (como la temperatura, la amplitud del espacio, el nivel de bullicio o silencio, el aroma), y considera también componentes psicológicos (como las características de personalidad de quienes se comunican, las motivaciones, intereses, temores, anhelos y estados de ánimos) de quienes interactúan. Sin duda, habrá espacios y momentos más propicios para el diálogo, pero que si se hacen escasos en el día a día, habrá que esforzarse por generar.

Es poco probable que no se encuentren dificultades en la comunicación en la vida de pareja, debido a diversos factores propios de la relación o debido a factores externos que pueden complejizarla. Sin embargo, si bien no será posible evitar la totalidad de los obstáculos que pudieran surgir en el camino de la comunicación, desde el inicio del pololeo será importante ir construyendo día a día, una relación generosa, abierta, dispuesta positivamente a ir superando pequeños obstáculos de comunicación e ir fortaleciendo el diálogo y consecuentemente la relación desde la honestidad y la humildad.

El tiempo actual en que vivimos, con toda su cantidad de estímulos ambientales y físicos contribuye a la pérdida de la noción del tiempo para el diálogo. Las demandas absorbentes de los estudios, de la vida laboral, de la familia o amistades muchas veces nos llevan a tomar el ritmo de las demandas externas y descuidar nuestras relaciones más íntimas y descuidar el tiempo destinado a hacer crecer la relación de pareja.

Aunque exista una intención por cuidar la comunicación, en ocasiones puede que la vorágine de los tiempos no nos permita plasmar dicha intención, es por ello que es aconsejable reservar tiempos especiales e intencionados para estar juntos, dialogar e intercambiar los procesos internos que vayan viviendo, lo que contribuirá a fortalecer y hacer crecer la relación de pareja. Será una decisión de ambos en beneficio de la relación.

Por Paulina Bañados O. Psicóloga


  • Humildad.

  • El peligro del diálogo es que llegue a ser una acusación en lugar de una ayuda para la comprensión. Al torturar y atacarse el uno al otro, acaban estando más molestos y enojados que antes.



  • Para evitarlo, conviene practicar la humildad. Es muy importante que antes de criticar y acusar al otro, cada uno lo haga primero consigo mismo. Entonces se estará preparando para hablar.

  • * Hay que tener mucho cuidado a la hora de las críticas, de las preguntas difíciles, de las acusaciones. Al hacer un esfuerzo para comprender al otro, habrá un clima de calma y confianza.



  • Paciencia.

  • En un sólo día no se conseguirá la comprensión de la pareja. Como en todo, dos personas requieren de un largo aprendizaje para vivir juntas.



  • La paciencia consiste, ante todo, en la repetición incansable: en un constante volver a empezar. La clave es una paciencia que no se rompa, aunque a veces será necesario hacer durante toda la vida la misma observación, pedir lo mismo.



  • No pensaremos que el otro no nos hace caso adrede, simplemente se le puede olvidar o no logra crear el hábito que sólo nace de la repetición. Lo importante es saber repetir con paciencia, de buena gana y con calma.



  • Oportunidad

  • No toda verdad es para ser dicha. Algunas veces es mejor callarlas, porque diciéndolas sólo lograríamos herir al otro.



  • Existen silencios que deben de ser respetados, secretos inviolables. No todo ha de decirse, ni tampoco puede preguntaras todo. El respeto y la discreción son la clave del diálogo.



  • Es necesario escoger acertadamente el momento de no decir o preguntar algo: por ejemplo cuando se está muy enojado, celoso o triste.



  • Saber elegir lo que se dice y hablar cuando sea más oportuno, hará que el diálogo sea más eficaz.


  • Constancia:

  • *Existen momentos oportunos para el diálogo, así como épocas mejores y malas rachas.


  • Es preciso aprovechar los días en que uno está totalmente dispuesto a escuchar, el otro a hablar y ambos a explicarse, porque quizás no vuelvan más. En el diálogo hay que ser constantes, y es necesario hacer de la constancia un hábito.



  • El diálogo hace que se acerquen las personas y no basta con hacerlo una vez cada cierto tiempo. Es necesario asegurarse de que los encuentros sean seguidos para evitar así que aumenten las incomprensiones y se acumulen los problemas.


  • Aunque a veces no tengamos ganas de platicar, hagamos un esfuerzo y contémosle a la pareja lo que sea, lo importante es evitar los silencios largos y fríos.


  • Renovación:

  • La constancia exige renovación. Porque es necesario, a pesar de todo, tener algo que decirse para poder hablar, y si no es interesante el diálogo puede volverse aburrido y monótono.


  • Es importante que se hable con entusiasmo y ganas, y que ambos pongan interés. Algunas veces uno será el que se empeñe más, otras veces, lo hará el otro.

  • Es muy frecuente que creamos que, si platicamos algo al otro, le parecerá poco entretenido. La comunicación se alimenta de esas pequeñas cosas que nos suceden diariamente.


  • Sinceridad:

  • Sólo por medio de una comunicación sincera nos podemos llegar a conocer, ya que es imposible que el otro adivine nuestros gustos, nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestros deseos, nuestros sentimientos... Debemos abrirnos para que el otro nos pueda conocer.


  • Calidez:

  • Un peligro que amenaza a todas las parejas es que se acumulen muchas incomprensiones y se guarden enojos, haciendo que la relación se enfríe. En este caso, la comunicación se ve afectada porque, al ignorarse, la pareja no se conocerá más.


  • Debemos acostumbrarnos a ser cálidos en nuestra relación y mantener el diálogo. Donde existe amor, la frialdad no tiene lugar. No guardemos los enojos, porque un día explotaremos sin razón aparente.


  • Respeto:

  • Como se dijo anteriormente, una cosa es aclarar ideas, y otra muy diferente es faltarse al respeto.

  • El diálogo debe hacerse con respeto, lo que supone el aceptar a la otra persona tal y como es.

  • A veces nos enojamos cuando nos llevan la contraria y queremos imponernos sin respetar los otros puntos de vista. Esto es un signo de inmadurez. Tenemos que aprender a escuchar a los demás y a reconocer nuestros errores.


  • Con todo lo anterior, habrán notado la importancia del diálogo en la pareja. Los obstáculos más frecuentes tienen soluciones que podemos llevar a cabo.


  • Ventajas del diálogo


  • Una pareja que no platica, que no sabe comunicarse, se encuentra distante y siente un vacío en su relación.


  • Esto se debe a que la comunicación, a través del diálogo, es la que une a la pareja, hace que se encuentren, acepten, adapten y respeten el uno al otro al descubrir, poco a poco sus formas de ser.


  • No es sencillo el que dos personas vivan juntas. La comunicación ayudará a que la convivencia sea más agradable. Por medio del diálogo, uno encuentra apoyo y ayuda en el otro.


  • Aplicaciones en la vida diaria


    Proponerse cumplir con las reglas del diálogo para lograr romper barreras y una mayor unión. Sólo se necesita tener interés y ganas de mejorar la relación.