La antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey, identifica en el cerebro humano los tres aspectos del amor: lujuria, atracción y unión. La lujuria, o deseo sexual, es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que nos hace buscar pareja. De ahí que los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de esta química; ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres.

Después viene la atracción, que se atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, un neurotransmisor cerebral que se relaciona con la sensación de bienestar. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos. Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. De hecho, el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de divorciarse se ubica en el cuarto año de relación, que es el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio.

Cuando el amor se consolida, el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y la vasopresina. Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto, la lactancia y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.

La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, pero también puede menguar o quedar relegado por otros sentimientos. Para mantenerlo es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.) que sustituyan al bombardeo químico.

Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más!

En el enamoramiento también influyen otros factores como el olor. Los humanos desprendemos feromonas que resultan atractivas para los demás. Hay pruebas científicas de que la atracción de feromonas existe en todo el reino animal y en los insectos. Hacia el año l997, los estudios de Wedekind mostraron que la axila es un sitio importante para la selección sexual, ya que la selección de individuos según el olor implicaba las variaciones genéticas más amplias entre los individuos, lo que promovía variaciones genéticas en el sistema inmune de la descendencia…

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