La proximidad

La mayoría de nuestros mejores amigos viven en nuestra proximidad. Desde pequeños nos relacionamos más con la gente que más asiduamente vemos. La probabilidad de conocer, y más aún íntimamente, a alguien que viva a cientos de kilómetros nuestro es más baja que la de conocer profundamente a alguien de nuestra ciudad. El tiempo en común, las vivencias compartidas, el poder dar ayuda y recibirla, la implicación..., siempre va a poder desarrollarse mejor si dos personas viven próximas.

Pero no solo interviene la disponibilidad y la conveniencia, también se ha demostrado que la gente a la que más vemos, más familiar nos parece y menos nos cuesta el relacionarnos. Nos sentimos más cómodos y podemos llegar a predecir más su comportamiento y adaptarnos en base a éste, de lo que lo haríamos frente a un completo extraño.

También se desarrollan pensamientos más positivos frente a las personas que creemos que volveremos a ver. Incluso se ha demostrado que las cosas que nos resultan familiares (una canción, un cuadro...), simplemente por el hecho de estar expuestos a ellas, nos hacen estar más receptivos y nos gustan más.

Pero teniendo en cuenta que hay muchas excepciones que no pueden explicarse según esta característica, hay que tomar en consideración otro tipo de factores.
Atracción: La reciprocidad

Según las investigaciones, se ha confirmado que la gente se siente atraída por aquellas personas a las que gusta. Esto les demuestra que esas personas tienen un buen criterio al apreciar sus cualidades. Pero no siempre funciona así.

Si una persona tiene un buen concepto de sí misma, apreciará y responderá bien a las adulaciones, mientras que si su propio concepto es bajo o negativo, entenderá tales adulaciones como un modo de intentar aprovecharse de ellas, es decir, serán adulaciones falsas destinadas a un fin.

También existen otros motivos por los que una persona puede incomodarse con los halagos a pesar de creerlos sinceros: porque siente la obligación de devolver el cumplido, porque se teme el ser criticado más tarde o el tener que mantener ese "buen nivel" y fracasar, el parecer engreído o poco modesto…etc.

El halago satisface mayormente cuando es recibido de alguien a quien respetamos y admiramos, sobre todo si además le consideramos sincero.

Otras características personales

Existen otros rasgos en las personas, además del atractivo físico, que influyen en la atracción que desarrollamos por una persona.

a) La cordialidad, que incluye sociabilidad, afabilidad, sentido del humor y buen carácter, es una cualidad muy apreciada y que incluso podemos creer que existe en una persona sólo por el echo de que otras personas nos la hayan definido así. Sin ser necesario el tomar contacto directo con esa persona, la atracción va a empezar a desarrollarse y posteriormente la vamos a considerar de ese modo aunque la correspondencia no sea tal, es decir, aunque su cordialidad no sea tal y como nos habían hablado, tenemos tendencia a considerarla como si lo fuese.

b) La competencia también es un factor muy importante. Nos gustan la gente que tiene habilidades antes que aquella que resulta torpe, pero preferimos a las personas habilidosas que cometen de vez en cuando algún fallo. Esto nos da la impresión de que son humanos como nosotros, y no unas máquinas de absoluta precisión.

Existe aquí una diferencia entre las mujeres y los varones. Mientras ellas prefieren a una persona muy competente, los varones prefieren antes a aquella que tiene algún fallo de más. Esto puede explicarse debido al sentimiento competitivo que la sociedad desarrolla en los niños antes que en las niñas. Sobre todo, los varones con una autoestima muy alta prefieren al sujeto que comete más errores frente a los varones con una autoestima baja, a los que parece no afectar tanto el sentimiento competitivo y no se sienten tan presionados por seguir siendo los mejores.

Otras características personales

Existen otros rasgos en las personas, además del atractivo físico, que influyen en la atracción que desarrollamos por una persona.

a) La cordialidad, que incluye sociabilidad, afabilidad, sentido del humor y buen carácter, es una cualidad muy apreciada y que incluso podemos creer que existe en una persona sólo por el echo de que otras personas nos la hayan definido así. Sin ser necesario el tomar contacto directo con esa persona, la atracción va a empezar a desarrollarse y posteriormente la vamos a considerar de ese modo aunque la correspondencia no sea tal, es decir, aunque su cordialidad no sea tal y como nos habían hablado, tenemos tendencia a considerarla como si lo fuese.

b) La competencia también es un factor muy importante. Nos gustan la gente que tiene habilidades antes que aquella que resulta torpe, pero preferimos a las personas habilidosas que cometen de vez en cuando algún fallo. Esto nos da la impresión de que son humanos como nosotros, y no unas máquinas de absoluta precisión.
Existe aquí una diferencia entre las mujeres y los varones. Mientras ellas prefieren a una persona muy competente, los varones prefieren antes a aquella que tiene algún fallo de más. Esto puede explicarse debido al sentimiento competitivo que la sociedad desarrolla en los niños antes que en las niñas. Sobre todo, los varones con una autoestima muy alta prefieren al sujeto que comete más errores frente a los varones con una autoestima baja, a los que parece no afectar tanto el sentimiento competitivo y no se sienten tan presionados por seguir siendo los mejores.

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