El matrimonio da a los hijos el contexto de seguridad, protección y alimento emocional que ellos necesitan para crecer y ser felices.
Los hijos necesitan no sólo padres casados sino que vivan un buen matrimonio.

Como lo explica la Dra. Judith P. Siegel, la relación de los padres es para los hijos el modelo de todas sus relaciones de intimidad. (Judith P. Siegel, “Lo que los niños aprenden del matrimonio de sus padres”, Traducción Ángela García, Ed. Norma, 206). Los hijos reciben seguridad cuando ven a sus padres y madres respetarse y ser respetadas  por su cónyuge, o por el contrario, se llenen de miedo y desconfianza ante el amor cuando conviven con padres que no logran amarse y respetarse. Por eso la Iglesia enseña que es responsabilidad de los padres no sólo transmitir la vida sino también crear el contexto donde la familia sea una verdadera escuela de amor; donde los hijos crezcan en su vida espiritual, moral y sobrenatural (CIC 1652-1657).
De los padres aprendemos:
  •     El modelo de matrimonio de nuestros  padres puede influir en nuestra escogencia de pareja.
  •     La relación de nuestros padres se refleja en gran medida en el tipo de problemas que experimentamos en la edad adulta.
  •     El matrimonio de nuestros padres es el parámetro del cual aprendemos el rol que le adjudicamos al varón y la mujer dentro del matrimonio, así como las expectativas que tenemos de nuestra pareja. (Véase,  Las marcas de nuestros padres y nuestra cultura)

Por todo esto es claro que sus hijos bien merecen todo el esfuerzo por crecer y mejorar sus relaciones matrimoniales. Esto no excluye que, en casos extremos y después de agotar todos los recursos algunas parejas se vean forzadas a optar por la separación, precisamente para evitar mayor daño a los hijos. Con todo, son muchos más los matrimonios que con esfuerzo y fe pueden mejorarse.

Igualmente, estos datos sobre la importancia de los padres y de su matrimonio para la vida de los hijos debe hacer que los padres hispanos consideren los grandes dolores y perjuicios que migrar sin ellos puede causar en los hijos. Ciertamente la pobreza y el deseo de ofrecer a los hijos un mejor futuro es una buena razón para migrar. Pero a veces, los beneficios que el bienestar económico puede darles no se comparan con los daños emocionales y morales que sufren los hijos cuando se ven “separados” de sus padres. Aunque queden en manos de personas que los quieren y los cuidan, casi todos los niños cuyos dos padres emigraron cuando ellos eran pequeños, muestran en su adolescencia y edad madura los síntomas emocionales de quien fue abandonado.

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