Los bebés nacidos de padres casados tienen un riesgo de mortalidad infantil menor. En cambio, el hecho de ser hijo de una madre no casada está asociado a un incremento del riesgo de mortalidad de cerca del 50 por ciento. Si bien el estado matrimonial de los padres influye en la mortalidad infantil de todos los niños, en EEUU, el riesgo es más elevado entre los hijos de madres solteras blancas y mayores de 20 años. La causa de esta relación entre estado civil y mortalidad infantil no se conoce a fondo.
Hay muchos efectos de selección en juego: las madres solteras suelen ser jóvenes, afroamericanas y con un nivel económico más bajo que sus iguales casadas. Aunque es cierto que las madres solteras tienen menos posibilidad de procurar atención prenatal precoz, los niveles de mortalidad infantil en estas circunstancias son más elevados no sólo durante el período prenatal sino en toda la primera infancia  e incluso los primeros años de la juventud. Los niños nacidos de madres solteras tienen un nivel más alto de accidentes mortales, tanto fortuitos como intencionados. Así pues, el estado civil se revela como un potente indicador de la mortalidad infantil, incluso en aquellos países con sistemas de salud pública y apoyos institucionales importantes para madres solteras.

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