Muchos de los que piensan divorciarse lo que desean es nuevas sensaciones y emociones; quieren un estado en el que la adrenalina domine su vida: manejar a gran velocidad, ir de fiesta y tomar la mayoría de los fines de semana, desean que todo sea un juego, donde se sucedan las cosas, la música, el sexo, etc. sin responsabilidades, sin tener que pensar, sin problemas. Desean ir a donde el corazón les lleve, sin importar su continuo biográfico y su realidad como personas, esposos y tal vez padres.
La cuestión aquí es reflexionar si un estilo de vida así, realmente proporciona la tan ansiada felicidad o si simplemente es una ilusión, un espejismo que se nos vende de forma irresponsable. Tal vez, un cambio de actitudes en los cónyuges es todo lo que hacía falta para reavivar su vida conyugal, lograr que su matrimonio sea más satisfactorio y  los haga sentir más felices.

Las claves para reavivar una relación matrimonial.

Los cónyuges han de tratar de redescubrirse como las personas únicas e irrepetibles que son. Tienen que volver los ojos al otro para estimarse mutuamente, para apreciar a la persona en la que se han convertido tras el trascurso del tiempo, luchar por convertirse en un bien uno para el otro, poner todos los medios necesarios para rescatar la unidad que son, que es su mayor bien y lo que les garantiza la plena realización de su ser conyugal y personal.
 Es importante tratar de vivir un “amor inteligente” como lo llama Enrique Rojas. El objetivo es constituir una relación afectiva sólida, a través de los años y de la profundización del ser personal y conyugal.
Quienes se quedan solo en las emociones o pasiones están en un nivel hermoso del amor pero superficial, que con el tiempo y la habituación a esas emociones y pasiones les llevará irremediablemente a un escenario de querer más, al deseo de volver a sentir como la primera vez. Es como si en la edad adulta se quisiera retornar a la infancia. Les pasara como cuando compramos un automóvil nuevo, con el paso del tiempo la emoción ya no es la misma, y se puede llegar incluso a la insatisfacción y al deseo de cambiarlo por un modelo nuevo. Pero, quien actúa así en el matrimonio está cometiendo un gravísimo error, porque se está reduciendo a la persona al nivel de cosa reemplazable; se ha perdido de vista su valor único dentro de la creación y de la historia de la humanidad, se ha perdido de vista su vida interior, su espiritualidad o a la inversa, hemos descuidado nuestra vida interior y hemos dejado que el ruido del mundo y sus tendencias nos nublen la vista de lo valioso y hermoso de un matrimonio unido y armonioso.
Es verdad que en ocasiones deseamos sinceramente que nuestro cónyuge este lejos y tal vez no deseemos verlo; pero si pensamos o experimentamos la vida lejos de él la perspectiva cambia, por ejemplo, cuántas veces hemos sido testigos de cónyuges divorciados que en el momento que se enteran de que el otro se encuentra grave o en situación de necesidad, inmediatamente se responde acudiendo a su lado para cuidarlo con el cariño y ternura de los primeros días de matrimonio, y hasta se estaría dispuesto a dar la vida por él o por ella. Esto es así porque los sentimientos pasan y el verdadero amor permanece porque es muchos más que pura emoción.
El amor conyugal es una realidad polifacética que incluye la atracción sexual, las sensaciones de bienestar y de tranquilidad por la cercanía, la complacencia mutua, la paz interior de saberse amado por alguien que te vive como a sí mismo; es una relación libremente elegida para vivir por amor y para amar, donde el compromiso es construir la vida más hermosa que podamos para el otro y para nuestros hijos.
Los cónyuges con problemas han de pensar que las sensaciones y emociones positivas son lindas, pero no son perdurables, afortunadamente para quienes quieren vivir un matrimonio a tope, éste se encuentra en el tiempo y en el espacio, y precisamente por eso, posee como elemento de su propia naturaleza la capacidad de perfeccionarse a través de acciones y actitudes mantenidas en el tiempo (pero también de deteriorarse). Y entre más pronto se pongan en marcha actitudes positivas de acogida, agradecimiento y reconocimiento mutuo más rápido se resolverán los problemas que la vida diaria siempre trae. Es precisamente cuando no se siente ganas de hacerlo, cuando estas actitudes resultan más significativas y valiosas para el rescate de la relación, pues nos hacemos a través de nuestras acciones. Así como el ladrón se hace robando, el buen cónyuge se hace viviendo como tal. El matrimonio bueno y bello se hace a través de los pequeños detalles cariñosos y generosos que mutuamente se dan y reciben los cónyuges que lo forman.
Es triste ver como, matrimonios se desintegran por el deseo de una relación nueva y prohibida que ofrece emoción. Estos cónyuges olvidan que tarde o temprano lo nuevo siempre se convierte en rutinario y que lo prohibido cuando se le da permiso pierde su encanto. Son personas que por este camino lo único que garantizaran será un futuro de sucesivas uniones fracasadas. Pero jamás encontrarán la felicidad verdadera. Se han enamorado del enamoramiento y no de la persona.
Lo que verdaderamente es más satisfactorio es revitalizar las sensaciones y emociones positivas con el propio cónyuge, con el compañero elegido para compartir una biografía de vida y amor. Vale la pena que se den otra oportunidad. Lo primero que hay que hacer es abrirse al otro, abrir los ojos, los oídos, la inteligencia, el alma, el corazón; y con voluntad firme rescatar todo lo bueno que poseen juntos. Es poner al otro como tu favorito, sobre el trabajo, los hijos, los amigos, las aficiones, la flojera, para poder descubrir un nuevo mundo de posibilidades de compañía íntima más profundos.
Yo recomiendo mucho que además de que designen un tiempo juntos y solos a la semana, para platicar, para disfrutarse, para mirarse a los ojos, para establecer planes a futuro, para platicar sobre lo que les pasa, sienten o les preocupa; también busquen cuando menos una vez al año unos días para estar en pareja lejos de la rutina diaria para revitalizar lo que son como unidad de cuerpo y alma.
También es de gran utilidad buscar aficiones o hobbys, temas comunes, que puedan disfrutar juntos, que les den ocasión de leer, de estudiar, de platicar, de gozar, de viajar, Puede tratarse del gusto por el maratón, o por algún tipo de música, o algún tema, o el cine, aquí la creatividad y la naturaleza única de cada matrimonio les mostrará cuál será su tema.
Es necesario tener presente que pueden presentarse malentendidos, confusiones, porque uno es hombre y la otra  mujer, porque venimos de diversas familias y estilos educativos, e incluso de culturas distintas. Que se suele discutir sobre la familia política, sobre el manejo del dinero, sobre los valores y directrices que ha seguir la educación de los hijos, o sobre el reparto de las tareas del hogar. Si es este su caso no se preocupen son un matrimonio común y corriente. Si no fuera así, entonces si habría que preocuparse. Estas son cosas que nos pasan como esposos y que no constituyen lo que es el matrimonio, y que hay que solucionar de una forma civilizada. Es de cónyuges sabios dar cabida al perdón generoso, al dialogo abierto y maduro, a la solución de problemas, a la escucha abierta de las razones del otro, a la contraposición de valores y creencias, etc. como buenos administradores de la relación matrimonial que son.
Pero, si creen que su problema va mucho más allá que la rutina, y del desgaste de todos los días, o tal vez del descuido mutuo; si se descubre como un problema grave de la personalidad de alguno de los dos, es mejor que busquen ayuda, porque en ocasiones puede tratarse de patologías que difícilmente la buena voluntad de los cónyuges pueda solucionar. Es mejor que como unidad que son busquen ayuda profesional, pues por separado se analiza solo una porción de su realidad matrimonial.
La crisis matrimonial tiene que ver con lo que son como personas individuales y con la unidad en cuerpo y alma que son. Y la belleza o fealdad de su historia de amor es una construcción que ustedes mismos hacen a lo largo de su vida, de la voluntad y compromiso con el que enfrenten su biografía, su historia.

BLANCA MIJARES
blancamijares@alaparmexico.com

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