El compromiso en la relación de parejas puede implicar diferentes cosas, según la pareja de la cual se trate. Para una pareja determinada el compromiso puede significar una cosa y para otra algo muy diferente. Pero, en definitiva, ¿qué implica el matrimonio en las relaciones de pareja? o siendo más específicos, ¿qué quiere decir el compromiso en el marco de una relación de parejas?.
Compromiso en la relación de parejas El compromiso en la relación de parejas va a tener que ver con los valores culturales, que compartan los integrates de la pareja y en esto, van a jugar diferentes aspectos entre los cuales está la historia de cada uno, su tradición familiar, sus valores y creencias particulares, etc.

Lo cierto es que más allá de crencias o significados diversos sobre el compromiso en las relaciones de pareja se pueden determinar algunos aspectos:

    El compromiso tiene que implicar amor para que la pareja tenga éxito.
    De no haber amor y existir solamente compromiso la pareja está destinada al fracaso.
    El compromiso no tendría que anteponerse a los tiempos de la pareja más allá de haber amor.
    El compromiso le da formalidad a la pareja y la consolida de alguna forma como por ejemplo por medio del matrimonio.

Estos son los aspectos esenciales en relación al compromiso en la relación de pareja y como decía al inicio del artículo, cada pareja va a tener sus particularidades en torno a las significaciones que le otorguen al compromiso.
Fuente: Sebastián Méndez Errico, Consejos para la pareja.
La pareja pasa por diversas fases en su vida y va a tener mejores y peores momentos, pero va a depender mucho de los proyectos que tenga, para que se reactive el amor y el deseo. De allí la importancia tanto de proyectar juntos, como del proyecto de pareja, que dé sentido a la relación.
La importancia de los proyectos para la pareja Sobre la base de un amor existente hay que tomar en cuenta que la pareja puede atravesar momentos de estancamiento, debido a la cotidianidad que puede llegar a desgastar.

El plantearse proyectos puede renovar el deseo y de alguna forma reactivar el amor, que subyace en una pareja. Los proyectos pueden ser diversos, ya sean a corto o a largo plazo.

Se trata además, no solamente de plantearse un proyecto sino que habría que formularlo, es decir, que ese proyecto se convierta en un espacio de comunicación de la pareja en el que se planteen los objetivos de ese proyecto y una forma de lograrlo. Por ejemplo:

    Un viaje,
    una casa nueva,
    reparar la casa donde se vive,
    tener hijos o más hijos,
    un emprendimiento empresarial, etc.

Son varios los proyectos que pueden renovar la vida de la pareja.

Fuente: Sebastián Méndez Errico, Consejos para la pareja, La importancia de los proyectos para la pareja.
Los temas para hablar en pareja pueden ser diversos, pero todo lo que agregue comunicación positiva en la pareja es algo que contribuye a la salud de la misma. En este artículo verás una serie de temas que no pueden faltar en la pareja.
Temas para hablar en pareja A continuación te detallo una serie de temas importantes para tratar en la pareja, que sin duda, van a mejorar la comunicación y el conocimiento mutuo:

    Hablar sobre la historia de cada uno.
    Saber sobre la familia de cada miembro de la pareja.
    Conocer sus deseos y sueños.
    Hablar sobre proyectos posibles en conjunto.
    Hablar sobre la sexualidad que están teniendo y formas de mejorarla.
    Hablar sobre las cosas que más molestan del otro.
    Saber qué cosas son las que más le agradan al otro.
    Conocer qué aspectos personales o actitudes de cada uno le atrae o le genera más rechazo al otro.
    Preguntarse qué cosas habría que mejorar en la pareja para estar mejor.
    Aclarar malentendidos, es decir, todos aquellos temas que no hayan quedado claros para alguno, reformularlos y conversarlos nuevamente.

Estos temas son importantes para que oficien como disparadores de una comunicación saludable en la pareja.
Fuente:  Sebastián Méndez Errico Consejos para la pareja, Temas para hablar en pareja.
A veces, una pareja no logra ponerse de acuerdo sobre determinados temas, como puede ser el modo de gastar el dinero, educación de los hijos, etc. Cuando no se encuentra una solución y cada uno de los miembros de la pareja intenta salirse con la suya, pueden empezar a tener discusiones frecuentes que crean una sensación de malestar que acaba afectando la buena salud de la relación.

Para manejar estos desacuerdos y encontrar soluciones hay varias cosas que puedes hacer:

Tener claro las necesidades de cada uno

Algunas personas ven el problema solo desde su punto de vista y no saben realmente qué es lo que su pareja está defendiendo ni por qué, ni cuáles son las necesidades que necesita cubrir al adoptar esa postura. Por ejemplo, tu punto de vista podría ser este: "Quiero ahorrar dinero para comprar muebles nuevos que mejoren el aspecto de la casa y sentirme mejor en ella, mientras que mi pareja solo piensa en derrochar el dinero en salir a divertirse". Y el punto de vista de tu pareja podría ser este: "Creo que el dinero es para disfrutar de la vida y gastarlo en cosas agradables, y que la casa está bien como está, pero mi pareja solo piensa en ahorrar continuamente y así no se disfruta de la vida". Con esto están demostrando que ninguno de los dos conoce ni entiende del todo lo que el otro quiere ni cuáles son las necesidades que quiere cubrir al hacer eso. Para alcanzar un acuerdo es importante que ambos conozcan y entiendan bien el punto de vista del otro. Para ello, podéis plantearos las siguientes preguntas:

    ¿Qué es exactamente lo que te molesta del comportamiento de tu pareja?
    ¿Cuáles son las necesidades tuyas que tu pareja está impidiendo que satisfagas con su postura?
    ¿Qué es lo que a tu pareja le molesta de tu comportamiento?
    ¿Cuáles son las necesidades de tu pareja que estás impidiendo que satisfaga al mantener tu postura?
    ¿Qué diferencias existen entre las necesidades no satisfechas de tu pareja y las tuyas?

Compartir las diferencias y buscar soluciones

Damián llegaba con frecuencia tarde a casa porque después del trabajo se quedaba a veces con algún cliente o compañero de trabajo para tomar algo y su esposa, Begoña, se quejaba de que no podían pasar ninguna tarde juntos. Pensaba que era un comportamiento egoísta y de rechazo y que él no hacía lo suficiente para pasar más tiempo con ella. Él le explicó que aunque no siempre le apetecía quedarse hasta tarde, en realidad esta socialización era importante para su trabajo y formaba parte de él. Begoña podía entender esto, pero seguía sin gustarle. Ella le explicó que se sentía sola por las tardes al llegar a casa después de un día de trabajo estresante y le gustaría poder relajarse un rato junto a él o hacer algo juntos. Al hablarlo y entender mejor las necesidades del otro, se dieron cuenta de que ambos tenían parte de razón y ambos tenían derecho a querer satisfacer ciertas necesidades que eran importantes para ellos. A partir de esta comunicación y entendimiento, estuvieron más dispuestos a buscar soluciones que tuvieran en cuenta las necesidades de ambos, en vez de esperar que el otro renunciase a satisfacer sus propias necesidades para poner por delante las de su pareja.

Se dieron cuenta de que en realidad él no pasaba todas las tardes fuera y que ella podía disfrutar de esas tardes juntos y de los fines de semana. Por otra parte, ella se dio cuenta de que estaba centrándose demasiado en él para satisfacer sus necesidades y que también podría llenar esas tardes visitando amigos y familiares o haciendo otras cosas sin depender tanto de él. Por su parte, él se dio cuenta de que ella tenía también razón y que a veces se quedaba a tomar algo con los compañeros sin ser realmente necesario, sino más bien porque le costaba trabajo decirles que no, y se comprometió a volver temprano a casa con más frecuencia.

Es decir, cuando cada uno entendió cuál era realmente el problema del otro y sus necesidades no satisfechas, pudieron encontrar soluciones y alternativas para satisfacer esas necesidades, así como hacer ambos ciertas concesiones o cambios que acabaron solucionando el problema.

Cuidado con el "tú deberías…"

Para manejar las diferencias y tener una relación sana es importante dejar de lado los sentimientos de enfado y las exigencias de que tu pareja debería, a toda costa, comportarse exactamente como tú quieres que se comporte. La diferencia fundamental entre tener una discusión que no va a ninguna parte y el hecho de compartir y entender las diferencias, es que en el primer caso no estás intentando conocer ni entender el punto de vista de tu pareja, sino tan solo salirte con la tuya y que tu pareja haga lo que tú quieras, sin tener en cuenta sus deseos y necesidades. Por tanto, si en vez de poneros a discutir lo que cada uno debería hacer, decidís sentaros a hablar para entenderos, habréis sentado las bases para solucionar el problema y tener una relación de pareja más duradera.

Fuente: Ana Muñoz, Cepvi.com
Desde nuestra boda, el aniversario de la misma es un acontecimiento para celebrar. Se rememoran el comienzo de una familia y la ratificación ante la sociedad de una relación de pareja formal.

Hay una tradición que marca cada aniversario con un símbolo. De acuerdo con ese símbolo, los esposos intercambian regalos en el día del aniversario de boda. Es un día especial para estar solos, celebrar y renovar las promesas de amor que se hicieron en su momento.

Algunos aniversarios son más importantes para el entorno familiar de la pareja. Las bodas de plata (25 años de casados), oro (50 años de casados) y diamantes (75 años de casados) suelen ser ocasiones para grandes fiestas y agasajos con amigos y familiares.

Una tradición alemana

La tradición se originó en la Alemania medieval. Cuando un matrimonio llegaba a su vigésimo quinto aniversario de boda, la esposa era agasajada por sus amigos y familiares con una corona de plata. De este modo se reconocía a la pareja el logro de haber disfrutado de una tan larga vida de casados. Hay que tener en cuenta que la media de vida en el Medioevo era mucho más corta que en la actualidad, con lo cual, llegar a 25 años de casados era una excepción. En la celebración del aniversario número 50, si lo había, la mujer recibía una corona de oro. Estos aniversarios fueron desde entonces conocidos como las bodas de plata y bodas de oro respectivamente.

Según la tradición, cada año, los esposos se hacen regalos confeccionados con diferentes materiales que simbolizan la Fortaleza de la relación, desde los materiales más frágiles como el papel y el algodón, hasta los más duraderos como el diamante.

Puede haber discrepancias dependiendo del país de residencia, pero hay algunos materiales asociados con aniversarios que son universales como, por ejemplo: 5° aniversario, madera; 10°, aluminio; 15°, cristal; 20°, porcelana; 25°, plata; 30° perla; 35°, coral; 40, rubí; 50, oro.

Fuente: Veronique de Miguel, Guía de About.com
Estar casado no significa renunciar a la individualidad. Todo ese asunto de ser "la media naranja" tómatelo como una metáfora, pero no lo creas. Nadie es la mitad de otro. Es más, que mantengas tu personalidad, tus gustos, tu manera de ver la vida a una relación es lo que la enriquece y la hace crecer. Es cierto que una pareja necesita de dos, pero en todos los órdenes de la vida.

Mantener espacios independientes en la pareja

Mantener la independencia y la autonomía hasta cierto grado es fundamental para una relación de pareja sana. Cada uno de los miembros tiene gustos comunes con el otro, pero también tiene preferencias diferentes que disfruta mucho. Sacrificar el gusto propio por los gustos del otro es un error muy común en el nombre del amor que no hace sino traer problemas a mediano o largo plazo.

Es desaconsejable no cultivar las aficiones propias, no mantener contacto con los antiguos amigos o no seguir practicando los deportes y actividades que te gustaban antes de conocer a tu pareja. Quizá no compartas todo con el otro pero esto no indica que sea la tuya una pareja mal avenida.

Tener actividades por separado facilita un tiempo de separación, de aire fresco, necesarios para extrañar, echar de menos al otro. El deseo de volver a ver a tu pareja viene dado de la ausencia temporal de la misma.

Independencia laboral en la pareja

Hay casos en que una misma pareja comparte algo más que amor. Trabajan en la misma empresa o dirigen un mismo negocio. En estos casos las horas de tiempo libre y las de trabajo son consecutivas y no existe separación entre los roles. Los problemas laborales se llevan a casa y los conflictos de pareja se traducen en un peor desempeño profesional.

Son estas parejas las que más necesitan forzar un espacio independiente del otro. Aunque no parezca necesario es muy importante permanecer un rato separados. Una de las cosas más importantes es el poder compartir con tu pareja novedades, impresiones, vivencias. Estar juntos 24 horas va empobreciendo la visión particular de las cosas, la simbiosis excesiva con la persona amada crea un lazo emocional de falta de identidad personal. Ya no sabes si te gusta algo o si a la pareja le gusta algo.

Amigos comunes y diferentes

Es inevitable, estando en pareja, compartir un grupo de amigos. Generalmente matrimonios de la misma edad, con intereses parecidos y que atraviesan el mismo momento que nosotros. Pero tener también amigos individuales es una excelente idea. Mantener los afectos de nuestra infancia o de la universidad. El grupo de trabajo, o los compañeros con los que compartimos un hobby o actividad. Un espacio para códigos diferentes a los de la pareja. Oxígeno, aire fresco que te permita valorar y añorar la compañía del otro.

No confundas amor con dependencia

El amor no exige que abandones todo cuanto eres para convertirte en lo que tu pareja quiere que seas. En primer lugar, lo que enamora de ti es quien tú eres. Si anulas eso, desaparecerá la magia que hizo que fueras la persona elegida para amar por otro. Para revisar si has perdido de vista tu independencia, chequea los siguientes puntos:

1) ¿Mantienes los amigos de antes de estar en pareja?

2) ¿Mantienes un hobby que te gusta sin importar si es compartido?

3) ¿Practicas algún deporte o actividad que te hace pertenecer a otro grupo humano?

4) ¿Tienes algún lugar en tu casa que puedas considerar "tu rincón", donde nadie te moleste?

5) ¿Ves los programas de TV, películas o escuchas la música que a ti te gusta?

6) ¿Comes lo que te gusta?

7) ¿Conoces absolutamente a todos los amigos de tu pareja?

8) ¿Tienes en este momento algo nuevo que contarle a tu pareja, por pequeño que sea?

9) ¿Sientes que necesitas un momento a solas? ¿Disfrutas desproporcionadamente cuando eso sucede?

10) ¿Recuerdas lo que es ser "yo" y no "nosotros"?

Fíjate muy despacio en tus respuestas y en los sentimientos que tienes al contestarlas. Si tu relación se está volviendo asfixiante, háblalo con tu pareja. Necesitar una cierta independencia no es amar menos. Recuerda que "lo mejor de irse, es volver".

Fuente: Veronique de Miguel, Guía de About.com
Continuación...
 
3. Luminosidad del edificio
¿De qué depende la luminosidad de una casa? De los ventanales. Una casa sin ventanas al exterior se convierte en una casa lúgubre, oscura y propensa a la humedad.
Lo mismo en el matrimonio. La luminosidad en el matrimonio depende de los grandes ventanales. ¿Para qué los grandes ventanales? Los grandes ventanales permiten airearse todos los rincones de la casa, para que no se acumulen los malos olores. Los grandes ventanales permiten la entrada de luz al hogar...y entrando la luz mueren las bacterias, la humedad, los hongos. Entrando la luz, se puede percibir mejor el polvo y las cosas sucias, y así poder limpiarlas, barrer bien todo. Los grandes ventanales permiten descansar la vista y alargarla hacia los anchos horizontes, ver las necesidades del mundo y de los hombres. ¡Familias, construyan en sus hogares grandes ventanales!
No para que dejen meter los malos aires que hoy soplan por ahí: el aire del egoísmo que quiere limitar los nacimientos por medios ilícitos, artificiales, porque –según dicen- “familia pequeña, vive mejor”; ¡esto es egoísmo!; el aire del hedonismo, que busca el placer por el placer mismo; el aire del consumismo, que prefiere una heladera o un nuevo apartamento, a un nuevo hijo; los aires de la emancipación y liberación de la mujer, a quien se le obliga trabajar fuera de casa todo el día “porque así se realiza mejor, profesionalmente”, pero nunca está en casa para educar a sus hijos, para convivir con sus hijos; los aires de matrimonios a prueba, mientras tanto, a ver si funciona; los aires divorcistas, separatistas, para hacerse un nuevo amigo sentimental.
¡Grandes ventanales para que entre el aire renovado del Espíritu que sopla donde quiere y trae aromas del cielo! ¡Grandes ventanales para que la brisa suave de la oración matutina y vespertina consuele a toda la familia! ¡Grandes ventanales para poder ver la Iglesia de nuestra zona y acordarnos de ir a misa en familia y rezar antes de las comidas, o ante una imagen de la Virgencita! ¡Grandes ventanales para ver lo mucho que sufren nuestros hermanos, los hombres, y poderles echar una mano!
¡Grandes ventanales como los de la casa de la Sagrada Familia, que era todo ventanal donde tanto María, como José y el Niño miraban a todos los hombres y se compadecían o los ayudaban!
¡Que no haya recovecos en nuestros hogares, puertas secretas y oscuras, teléfonos escondidos desde donde llamar a piratas que quieren destruir nuestro hogar, nuestra familia, nuestros hijos!
Luminosidad en el matrimonio, y no mentira, falsedad, apariencia, infidelidad.
4. Limpieza del edificio
¿De qué depende la limpieza del matrimonio? De los mil detalles de cada día. De quitar cada día lo que ensucie, ese polvo que cae casi sin percibirlo. De no dejar acumulada ropa sucia, ni arrinconada la basura. ¡Fuera!
Limpieza en el dormitorio. Nada debe haber ahí que manche la intimidad del matrimonio. Limpieza de palabras, de gestos, de miradas. ¡Qué conversaciones tan limpias deberían hablarse ahí! La oración común en el dormitorio va limpiando a la pareja cada noche y la va fortaleciendo en sus vínculos.
Limpieza en la mesa del comedor. Es la mesa la que va a unirnos varias veces al día a los miembros de la familia, para compartir el pan, las alegrías, las lágrimas, los proyectos. En la mesa se da el banquete familiar. Por eso, ahí debe haber limpieza suma. Allí en la mesa, nos miramos mutuamente, sonreímos, charlamos, disfrutamos de ese gozo de sabernos amados, queridos. En la mesa tenemos la oportunidad de practicar y crecer en muchas virtudes: apertura, respeto, servicialidad, moderación, generosidad.
Sobre la mesa se pone el pan, las flores y el cariño. El pan que se parte, se reparte, se comparte. Las flores que adornan y embellecen la mesa familiar. Ahí se ofrece el cariño, que es esa corriente cordial que electrifica a todos los miembros y les permite el darse mutuamente, el abrirse, el comprenderse, el perdonarse. En la mesa hay que evitar el discutir, el pelearse, el encerrarnos en nosotros mismos...., pues todo esto ensuciaría el amor del matrimonio e impediría una buena digestión, creando un clima de crispación y rivalidad.
En la mesa hay que evitar el querer comer a solas, en un rincón, o después de todos...como islas...; así simplemente se corta con esa corriente afectiva y familiar, y se convierte uno en su misma casa en un huésped extraño que entra y sale. Ha convertido su casa en un hotel, o posada, donde se va a comer, a dormir, a tomar una ducha o a cambiarse de traje, cuando se quiere.
Limpieza en la sala de estar. No permitir hablar mal de nadie, cuando vienen huéspedes o amigos. La sala de estar debe estar limpia de envidias, maledicencias, calumnias. La sala de estar debe tener siempre el florero lleno de flores olorosas: el buen humor, la benedicencia, el respeto, la jovialidad, la alegría. En la sala de estar no debe acumularse el humo de cigarrillos de la frivolidad y de la chabacanería. La sala de estar debe tener vista al patio o al jardín, para que allí se vea lo que se hace sin intenciones torcidas.
Limpieza en el patio, porque ahí deben jugar los niños. Que haya árboles y columpios y jardín. Pero todo limpio. La limpieza ayuda a los hijos a oxigenarse, airearse y a crecer sanos.
5. Altura del edificio
La altura del edificio matrimonial depende de la generosidad en el amor fecundo, abierto a la vida. Dios dijo a la primera pareja de la historia, Adán y Eva: “Creced y multiplicaos”.
Así como Dios es generoso con nosotros, así también los matrimonios deben ser generosos en transmitir la vida. ¡Qué hermoso es ver esas familias numerosas, donde los hijos alegran cada rincón de la casa! ¡Cómo se ejercitan en el cariño, en la donación, en la preocupación de unos por otros...cuando son muchos hermanos! Comparten todo, juegan juntos; las cosas pasan de hermano a hermano y de hermana a hermana; ¡qué lindo! También a veces se pelean, pero después se reconcilian. Si sólo hay un hijo en casa, ¿con quién juega, con quién comparte sus cosas, a quién sonríe, con quién se pelea, con quién hace las paces? No tiene hermanos. El niño que no tiene hermanitos es más propenso a la tristeza, al egoísmo, al aislamiento. Se le acorta el crecimiento afectivo y psicológico. 

Fuente:Por Antonio Rivero
arivero@legionaries.org
Quiero comparar el matrimonio a un gran edificio que se va construyendo día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. El día del casamiento se pone el primer ladrillo. Y el día de la muerte, el último.
Del esposo y de la esposa, junto con los hijos, depende:

· La solidez de ese edificio.
· La belleza de ese edificio.
· La luminosidad de ese edificio.
· La limpieza de ese edificio.
· La altura de ese edificio.

1. Solidez del edificio
¿De qué depende la solidez del edificio matrimonial?
De los cimientos y columnas. La solidez de una casa no depende de los cuadros que colgamos en la pared, ni de la antena parabólica, ni de la hermosa chimenea que hermosea y calienta el rincón de nuestra casa. Para que un matrimonio sea sólido, resistente a todos los vientos, huracanes y sismos, es necesario que tenga unos cimientos bien sólidos, graníticos, macizos.
¿Cuáles son esos cimientos y columnas sólidos y macizos en el matrimonio?
La piedad, esa virtud hermosa que reúne a toda la familia en torno a Dios todos los domingos, que junta todos los días a padres e hijos junto a un cuadro o una imagen de la Virgen a quien rezan un poco. La piedad es la que mueve a esa familia a bendecir los alimentos antes de las comidas.
La fe es otro cimiento y columna sólida en el matrimonio. La fe que les permite ver todas las cosas que les ocurren a la luz de Dios, es más, ven la mano de Dios en todo. La fe les hace superar las crisis y posibles vaivenes de la vida.
El amor es una columna sin la cual el edificio del matrimonio se derrumba. El amor como entrega, sacrificio, donación, capacidad de comprensión y bondad.
La fidelidad no puede faltar como cimiento que sostiene toda la casa matrimonial. La fidelidad a la palabra dada. La fidelidad al otro cónyuge. Fidelidad a los deberes del propio estado. Fidelidad en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad.
Y sacrificio, como cimiento macizo del edificio matrimonial. ¿Qué es el sacrificio? Es ese saber sufrir, soportar, aguantar todos los contratiempos de la vida. Ese poner buena cara a lo que nos cuesta o nos desagrada. La vida matrimonial y cualquier vida humana está llena de sacrificio, porque el sacrificio es ingrediente del devenir humano. Es el sacrificio el que nos hace madurar y va quitando de nosotros esas actitudes egoístas y caprichosas.
Si estos son los buenos y sólidos cimientos, ¿cuáles serían los cimientos débiles, de paja, de barro? Los gustos, los caprichos, el egoísmo, la indiferencia religiosa.
2. Belleza del edificio
La belleza de una casa depende del buen gusto en las dimensiones, proporciones, simetría.
Y la belleza de un matrimonio, ¿de qué depende? Del amor. El amor es el que embellece al matrimonio, le da sus perfiles hermosos, permite la serenidad en cada rincón de casa, hace sonreír a padres e hijos.
¿Qué es el amor? Es difícil definir el amor, pues el amor no es para explicar. El amor es para vivir, para dar, para recibir. El amor es esa fuerza interior que me hace salir de mí mismo para darme a los demás, para entregarme a mi amado, sin buscar compensaciones, sin obligarle ni forzarle a que me ame. El amor es saber callar los defectos del otro, salir al encuentro del otro cuando lo necesita, es ofrecerme al otro, perdonar al otro, comprender al otro, ofrecerle limpiamente mi cariño. El amor exige una buena cuota de desprendimiento personal, de sacrificio y de renuncias por la persona a quien amo.
¿Por qué el amor embellece el edificio matrimonial? Porque va quitando aristas que sobran, puliendo superficies rugosas, limpiando azulejos sucios, empapelando con buen gusto paredes descarapeladas o en mal estado. El amor se fija en el detalle bello del ramo de flores para la esposa, en ese dejar la ropa olorosa al esposo. El amor es el perfume del hogar. El amor es afecto, es decir, ternura, acercamiento cariñoso al estado anímico del otro. El amor es amistad, es decir, quiere el bien del otro y une las personas. El amor no se empolva. El amor verdadero embellece el hogar. El amor hace crecer sanos física y psicológicamente a los hijos. El amor rejuvenece al matrimonio.
La falta de amor afea el matrimonio, desteje el paño familiar, raya las escaleras que hermosean la casa, quiebra las lámparas colgantes, ensucia las alfombras de los recibidores y exhala un mal olor en toda la casa. La falta de amor provoca las discusiones, hace subir el tono, hiere los sentimientos de las personas a quien más deberíamos amar. La falta de amor distancia los corazones, las almas y los cuerpos. La falta de amor descuida los detalles y le hace a uno ser grosero. La falta de amor envejece al matrimonio.
El amor es fuego que calienta esa casa. La primera que lo enciende es la madre, que es el corazón de la familia y es la primera en levantarse. Ese fuego que el marido, el papá, debe mantener a lo largo del día, desde su trabajo, llamando por teléfono a su mujer, trayendo a casa siempre y todos los días, algo de leña para alimentar ese fuego del amor en el hogar. ¡Que no traiga el cubo de agua de sus disgustos, para echarlo encima y apagar ese fuego! Ese fuego del que se alimentan los hijos, les hace crecer sanos, física, psicológica y espiritualmente. Este fuego hay que colocarlo en el centro del hogar y desde ahí se irradiará a todos los rincones. Ese fuego se alimenta cada día con la piedad, el rezo en familia, la devoción mariana.
Que no pase un día sin alimentar y acrecentar ese fuego con la oración en familia. A veces cuesta encender ese fuego en los hogares, sobre todo, si se dejan todas las puertas y ventanas abiertas a todos los aires, o se cuela el hielo del invierno y de la indiferencia. ¡Familias, enciendan el fuego del amor durante su vida, poniendo cada uno la leña del sacrificio que han ido consiguiendo a base de esfuerzo y trabajo! ¡Defiendan ese fuego, aunque tengan que quemarse las manos y el corazón! Sin el fuego del corazón, se destruye el hogar, la familia, los matrimonios, todo.
Continua...

Fuente: Por Antonio Rivero
arivero@legionaries.org