A veces, una pareja no logra ponerse de acuerdo sobre determinados temas, como puede ser el modo de gastar el dinero, educación de los hijos, etc. Cuando no se encuentra una solución y cada uno de los miembros de la pareja intenta salirse con la suya, pueden empezar a tener discusiones frecuentes que crean una sensación de malestar que acaba afectando la buena salud de la relación.

Para manejar estos desacuerdos y encontrar soluciones hay varias cosas que puedes hacer:

Tener claro las necesidades de cada uno

Algunas personas ven el problema solo desde su punto de vista y no saben realmente qué es lo que su pareja está defendiendo ni por qué, ni cuáles son las necesidades que necesita cubrir al adoptar esa postura. Por ejemplo, tu punto de vista podría ser este: "Quiero ahorrar dinero para comprar muebles nuevos que mejoren el aspecto de la casa y sentirme mejor en ella, mientras que mi pareja solo piensa en derrochar el dinero en salir a divertirse". Y el punto de vista de tu pareja podría ser este: "Creo que el dinero es para disfrutar de la vida y gastarlo en cosas agradables, y que la casa está bien como está, pero mi pareja solo piensa en ahorrar continuamente y así no se disfruta de la vida". Con esto están demostrando que ninguno de los dos conoce ni entiende del todo lo que el otro quiere ni cuáles son las necesidades que quiere cubrir al hacer eso. Para alcanzar un acuerdo es importante que ambos conozcan y entiendan bien el punto de vista del otro. Para ello, podéis plantearos las siguientes preguntas:

    ¿Qué es exactamente lo que te molesta del comportamiento de tu pareja?
    ¿Cuáles son las necesidades tuyas que tu pareja está impidiendo que satisfagas con su postura?
    ¿Qué es lo que a tu pareja le molesta de tu comportamiento?
    ¿Cuáles son las necesidades de tu pareja que estás impidiendo que satisfaga al mantener tu postura?
    ¿Qué diferencias existen entre las necesidades no satisfechas de tu pareja y las tuyas?

Compartir las diferencias y buscar soluciones

Damián llegaba con frecuencia tarde a casa porque después del trabajo se quedaba a veces con algún cliente o compañero de trabajo para tomar algo y su esposa, Begoña, se quejaba de que no podían pasar ninguna tarde juntos. Pensaba que era un comportamiento egoísta y de rechazo y que él no hacía lo suficiente para pasar más tiempo con ella. Él le explicó que aunque no siempre le apetecía quedarse hasta tarde, en realidad esta socialización era importante para su trabajo y formaba parte de él. Begoña podía entender esto, pero seguía sin gustarle. Ella le explicó que se sentía sola por las tardes al llegar a casa después de un día de trabajo estresante y le gustaría poder relajarse un rato junto a él o hacer algo juntos. Al hablarlo y entender mejor las necesidades del otro, se dieron cuenta de que ambos tenían parte de razón y ambos tenían derecho a querer satisfacer ciertas necesidades que eran importantes para ellos. A partir de esta comunicación y entendimiento, estuvieron más dispuestos a buscar soluciones que tuvieran en cuenta las necesidades de ambos, en vez de esperar que el otro renunciase a satisfacer sus propias necesidades para poner por delante las de su pareja.

Se dieron cuenta de que en realidad él no pasaba todas las tardes fuera y que ella podía disfrutar de esas tardes juntos y de los fines de semana. Por otra parte, ella se dio cuenta de que estaba centrándose demasiado en él para satisfacer sus necesidades y que también podría llenar esas tardes visitando amigos y familiares o haciendo otras cosas sin depender tanto de él. Por su parte, él se dio cuenta de que ella tenía también razón y que a veces se quedaba a tomar algo con los compañeros sin ser realmente necesario, sino más bien porque le costaba trabajo decirles que no, y se comprometió a volver temprano a casa con más frecuencia.

Es decir, cuando cada uno entendió cuál era realmente el problema del otro y sus necesidades no satisfechas, pudieron encontrar soluciones y alternativas para satisfacer esas necesidades, así como hacer ambos ciertas concesiones o cambios que acabaron solucionando el problema.

Cuidado con el "tú deberías…"

Para manejar las diferencias y tener una relación sana es importante dejar de lado los sentimientos de enfado y las exigencias de que tu pareja debería, a toda costa, comportarse exactamente como tú quieres que se comporte. La diferencia fundamental entre tener una discusión que no va a ninguna parte y el hecho de compartir y entender las diferencias, es que en el primer caso no estás intentando conocer ni entender el punto de vista de tu pareja, sino tan solo salirte con la tuya y que tu pareja haga lo que tú quieras, sin tener en cuenta sus deseos y necesidades. Por tanto, si en vez de poneros a discutir lo que cada uno debería hacer, decidís sentaros a hablar para entenderos, habréis sentado las bases para solucionar el problema y tener una relación de pareja más duradera.

Fuente: Ana Muñoz, Cepvi.com

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