El encuentro matrimonial no funciona siempre como un camino ascendente y rectilíneo. Encuentra sus encrucijadas y sus espejismos. Una manera de atenuar el efecto negativo de la renuncia a los ideales del tiempo del noviazgo son las compensaciones. No somos felices, pero nos consolamos de no serlo. No nos sentimos valorados por lo que somos, pero al menos nos sentimos importantes por lo que tenemos: bienes, títulos, poder… No logramos hacernos amar verdaderamente, pero nos compensamos haciéndonos admirar. Algo es algo…



La dinámica de las compensaciones termina construyendo unas paredes de cristal que paralizan el crecimiento de la relación. Uno de los atractivos del bienestar, de la comodidad, del alto nivel de vida, consiste en que hacen más llevadero el vacío y la insatisfacción de una relación empobrecida. ¡Cuántos regalos caros, cuántas compras precipitadas, cuántos gastos son claramente un intento de darse la satisfacción que no se logra porque falta el diálogo, la intimidad, la cercanía! Las cosas sencillas son las más valiosas y simbólicas: dar un paseo como cuando éramos novios, hablar de nosotros y nuestras ilusiones, una noche romántica… Cuando ya se encuentran situadas en la vida, muchas parejas reconocen que eran mucho más felices cuando no tenían nada. Pero vivían con mucha ilusión su relación conyugal.

Fuente: http://encuentra.com/noviazgo_y_matrimonio/entender_el_noviazgo_y_el_matrimonio14860/

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