A muchos les sorprende que nosotros sostengamos que existen incapaces de amar conyugalmente y por tanto incapaces de fundar un matrimonio real.

El matrimonio es una relación interpersonal y tiene un contenido objetivo y real, es por ello y gracias a esto que el escenario de la incapacidad es perfectamente posible y hasta muy frecuente en nuestro medio.

Ante todo hemos de desechar la idea de que la incapacidad para el matrimonio pueda ser el efecto de alguna anomalía de orden físico. El matrimonio no es una relación de índole elitista, exclusiva de los mejor y más dotados de la tierra. Toda incapacidad para el matrimonio es el efecto siempre grave de alguna anomalía de orden psíquico, pues desde el punto de vista físico sólo la impotencia sexual es incompatible con el matrimonio y no constituye una incapacidad en sentido estricto sino una inhabilidad, pues la causa del matrimonio es de índole inmaterial y no de naturaleza física.


Efectivamente, la única causa eficiente del matrimonio es el acto de voluntariedad racional de los amantes, que siendo manifestado legítimamente causa la unión conyugal y hace nacer aquella realidad inmaterial que llamamos matrimonio.
Si la única causa del matrimonio es aquel acto de voluntad racional que los especialistas llamamos, consentimiento matrimonial, la incapacidad para el matrimonio no es sino aquella carencia, siempre grave, de poder poner de modo real ese acto de voluntad racional necesario para fundarlo.


Casarse de modo real no exige cualquier tipo de consentimiento o de acto voluntario. El consentimiento matrimonial es un acto humano cualificado, pues supone que los amantes toman su propia naturaleza humana, masculina y femenina, y en un acto soberano respecto de sí mismos se dan y acogen de un modo radical. Este darse y acogerse exige en los amantes, para poder ser real, una dosis mínima pero real, de dominio y posesión de sí, pues de lo contrario el acto de darse y acoger por falta de contenido real no podría ser un acto fundacional de un matrimonio real.


En atención a esto, toda incapacidad para el matrimonio implica una escena de insuficiente gobierno y posesión de sí, misma que impide un don y acogida reales.
¿Cuáles pueden ser las causas por las que un amante es incapaz de este acto voluntario cualificado?


Las causas pueden ser muchas y muy diversas, pero todas tienen un elemento común; la existencia de una anomalía cuyo efecto, siempre de índole psíquica, arrebata al amante la capacidad mínima para realizar actos voluntarios de determinación biográfica. Así, un hecho, sea físico o no, puede ser la situación anómala que provoque en nuestro amante, siempre atendiendo a su situación particular, una afectación psíquica que reduzca sus procesos intelectivos o volitivos, e incluso biopsicosomáticos, afectando seriamente su capacidad de autodeterminación biográfica indispensable para estructurar un matrimonio real.


Ser incapaz nunca es un estado de normalidad, por lo tanto toda incapacidad se ha de originar en alguna anomalía. Pero la anomalía no es la incapacidad sino su causa. La incapacidad es siempre el efecto grave de una anomalía.


Generalmente las incapacidades para amar conyugalmente se gestan en los amantes en el decurso de su devenir biográfico, por lo que siempre será muy recomendable indagar el pasado de nuestro candidato al matrimonio, con el propósito de detectar posibles causas de trastornos o anomalías.


Es importante no confundir el término trastorno o anomalía con los contenidos que estos términos puedan tener en la ciencia psicológica o médica-psiquiátrica. Aquí usamos estos términos en clave exclusivamente conyugal que aunque los abarca y comprende no se limita sólo a esos contenidos.


Tal vez un ejemplo nos pueda ayudar a delimitar estos escenarios de incapacidad. Supongamos que Tomás es hijo de una familia del norte de México. Tomás ha sufrido, desde muy pequeño, el maltrato físico y psíquico sistemático de un padre alcohólico, y el abandono afectivo de una madre siempre ausente y golpeada por su padre. Tomás vivió esta situación hasta que cumplió sus 15 años, edad en que decide liberarse de los maltratos de sus padres saliéndose de su casa e instalándose en un barrio con otros chicos en situación semejante en donde Tomás adquiere el vicio de las drogas.


En humanidades no sucede como en las ciencias físicas, no hay leyes como las de la gravedad, por esto decimos, que en el ejemplo propuesto es probable, que Tomás se encuentre seriamente afectado para las relaciones interpersonales, lo que probablemente pudiera llevarlo a una escena de incapacidad para el amor conyugal. Si Tomás no recibe ayuda profesional y oportuna es probable que en el futuro no pueda o tenga serias dificultades para fundar y vivir un matrimonio real.



Luis Lozano y Blanca Mijares.

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