El diálogo, baluarte del matrimonio

Parece obvio que los cónyuges se comuniquen y tengan tiempo para conversar. Viven bajo el mismo techo, comparten intereses y, más aún, han formado una familia… Cercanía y temas de los que hablar claramente no faltan. Sin embargo, actualmente, uno de los grandes problemas en la vida matrimonial es el poco tiempo que los cónyuges dedican simplemente a conversar.

¿Por qué? ¿Cuáles son los obstáculos para hacerlo?

-Hoy hay cada vez más obstáculos para un buen diálogo. La TV sin duda es el principal de ellos. Cuando yo era niño, había cinco canales; hoy hay 200, entonces muchas veces aparece como una opción más divertida que la mujer o que el marido.

Y aquí la pregunta que yo hago es ¿dónde está puesta la TV? La mayoría de la gente considera normal tenerla en la pieza de los esposos. Pero eso es como tener la lavadora o la tostadora de pan en el dormitorio, así de poco conveniente es tenerla dentro.

También son obstáculos el trabajo, el sistema educacional de los hijos, el deporte… que mantienen al matrimonio todo el día dando vueltas por todas partes. En la noche llegan cansados y es difícil encontrarse para hablar.

¿Cómo es posible sortear con éxito esta serie de obstáculos?

-Lo que hay que hacer es provocar los momentos para estar juntos y conscientemente quitar los obstáculos que se puedan. Hay obstáculos que no dependen ni de la televisión, ni del trabajo, ni de la falta de tiempo, sino de cada persona. Son los cónyuges los que pueden impulsar concretamente el diálogo.

¿Qué recomienda para lograrlo?

-En primer lugar, el diálogo no verbal. Éste consiste en comunicar la verdad mirándose a los ojos. Cultivar pequeños gestos cotidianos que siempre dicen algo, como por ejemplo, darse un beso cada vez que se separan o se encuentran.

La intimidad matrimonial también es una forma de diálogo clave.

Y lo son también los continuos actos de servicio que puedan tener mutuamente, como estar atento en agradar al otro con detalles en el hogar. Ésta es una forma de diálogo que con potencia transmite al cónyuge que le importas.

Basta que sea un detalle diario. Y con esto no me refiero a una rosa o un chocolate, eso es mucho, eso es para una vez al año. Me refiero a detalles cotidianos como decirle a la señora “qué linda te ves” o mandarle al marido un mensaje de texto que diga “te quiero”.

¿Cómo debe ser el diálogo?

-Sí, el diálogo tiene sus cualidades. Éste tiene que ser claro, los cónyuges deben intentar estar siempre en la misma sintonía para evitar malos entendidos. No es posible que un matrimonio no sepa cuáles son los gustos del otro.

El diálogo, además, debe ser oportuno. A las once y media de la noche no funciona o menos, por ejempo, si el marido está viendo el partido de fútbol más esperado del año.

También tiene que tener un objetivo y debe estar orientado a buscar lo mejor para el otro.

Debe ser respetuoso. Ojo que esto no significa no pelear. Hay momentos en que hay que discutir, pero la discusión debe hacerse con y por amor y no con y por envidia, egoísmo, soberbia o ira.

Cuando se hace con y por amor, se está buscando realmente lo mejor para el otro.
Otros baluartes del matrimonio

Amar y ser amados: Más que ser un buen profesional o tener una casa en el lago, sin duda la verdadera felicidad está en amar y ser amado. Para ello no se requiere de ninguna aptitud especial ni de ninguna fortuna.

El perdón: “Cuando hablo de perdón no me refiero sólo a perdonar cosas pequeñas como una impuntualidad o una mala palabra. El tema es poder perdonar, cuando de verdad hay arrepentimiento, asuntos más graves, como por ejemplo, una infidelidad”.
¿Qué otras características debe tener el diálogo?

Debe ser humilde y continuo. Si no quieres llegar a los treinta o cuarenta años de matrimonio sin saber de qué hablar, yo siempre sugiero romper la semana en dos y escaparse solos a caminar, al teatro, a bailar. Nuevamente lo mismo, si no se provocan los momentos para hablar, no los va a haber.

El diálogo debe ser superficial y profundo. Superficial, como por ejemplo, hablar de cine, de cocina, del día… es muy importante, pues además recuerda que cuando un hombre y una mujer se casan es porque primero fueron amigos y tenían infinitos temas de qué hablar. Muchas veces los matrimonios olvidan que primero fueron amigos, y llegan a cambiar el tono y el modo de hablarse.

También debe ser profundo y profundo significa comunicación de sentimientos, de proyectos para el futuro, qué queremos para nuestros hijos y para nosotros. Por lo general, se habla de los hijos, pero no de ellos mismos. “Ya estamos educados”, piensan los cónyuges, pero eso no es cierto, la formación debe ser continua: qué quieres de tu marido, de tu mujer, es indispensable formar un proyecto.

Ángel Espinosa de los Monteros, Sacerdote mexicano LC.


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