La sociedad civil también se beneficia del orden que supone un matrimonio estable. En sí, las familias son  pequeñas sociedades, y la unión de confianza que establecen de generación en generación y entre las familias de los cónyuges, es un componente clave del conjunto de la sociedad. El vínculo que el matrimonio crea y mantiene entre los familiares de cada cónyuge es un ingrediente importante para el “capital social”, que facilita la creación de muchos grupos privados y asociaciones cívicas beneficiosas. Las virtudes que se adquieren en la familia –generosidad, abnegación, confianza, autodisciplina– son decisivas en cualquier ámbito de la vida social. Los niños que crecen en familias rotas no suelen adquirir estos aspectos comunes en su carácter. Cuando existen muchas rupturas o cuando las personas no se casan, la sociedad se ve perjudicada por un gran número de patologías sociales, por ejemplo, aumenta la pobreza, las enfermedades mentales, la delincuencia, el uso de drogas ilegales, las depresiones clínicas y los suicidios.

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