Pero, ¿por qué el matrimonio tiene un papel tan importante en la formación de los hombres y los hace mejores trabajadores, compañeros más fieles y ciudadanos más pacíficos? Parte de la respuesta está relacionada con la sociología. Las normas de la confianza, la fidelidad, el sacrificio y sostenibilidad económica asociadas al matrimonio facilitan a los hombres instrucciones claras sobre cómo deben actuar hacia sus mujeres e hijos; unas normas que no se aplican de manera clara en las parejas de hecho. Un hombre casado también aumenta su prestigio a los ojos de su mujer, de su familia, de sus amigos y de toda la comunidad cuando decide casarse, ya que muestra sus intenciones y su madurez.
La mayoría de los hombres buscan mantener su posición social ateniéndose a las normas de la sociedad. Una sociedad que premia el matrimonio forma hombres que honran a sus mujeres y cuidan de sus hijos. La biología también es importante. Una investigación sobre los hombres, el matrimonio y la testosterona ha descubierto que los hombres casados, especialmente los hombres con hijos, tienen unos niveles de testosterona más bajos que los solteros. (Los hombres que mantienen una relación de cohabitación también
tienen un nivel más bajo de testosterona que los solteros.) Las relaciones duraderas, estables, con intención de procrear, moderan los niveles de testosterona en los hombres. Por lo que vemos en los estudios sobre la testosterona, esto, a su vez, hace que los hombres sean menos agresivos, promiscuos y que tengan un comportamiento menos arriesgado.
Por supuesto, el matrimonio también afecta de forma especial a las mujeres. Cuando se trata de seguridad física, las mujeres casadas tienen menos probabilidades de ser víctimas de delitos violentos. Por ejemplo, un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos de 1994 descubrió que las mujeres solteras y las divorciadas tienen cuatro veces más probabilidades que las casadas de ser víctimas de un delito violento. Las mujeres casadas tienen menos probabilidades de ser víctimas de maltrato por su pareja que las mujeres que viven en cohabitación o que mantienen una relación íntima. Un estudio ha descubierto que el 13% de las parejas de hecho tuvieron discusiones violentas en el año 2003, comparado con el 4% de las parejas casadas.
Los estudios sugieren que una de las razones por las que las mujeres solteras que mantienen una relación tienen más posibilidades de ser víctimas, es que estas relaciones tienen unos índices más altos de infidelidad,
y la infidelidad es un grave problema para la pareja. Por tanto, para la mayoría de las mujeres el matrimonio es un seguro. Lo que importa no es sólo el estado civil, sino el ideal del matrimonio. Las personas casadas que aprecian el matrimonio por sí mismo –que se oponen a las parejas de hecho, que piensan que el matrimonio es para toda la vida y que creen que es mejor que sean el padre y la madre unidos en matrimonio los que críen a los niños– tienen muchas más probabilidades de formar un matrimonio que funcione, en comparación con las personas casadas que están menos comprometidas con la institución del matrimonio. Los hombres y las mujeres con un compromiso normativo del ideal del matrimonio también tienen más probabilidades de estar más tiempo juntos y de sacrificarse por su relación. Otros estudios indican que tal compromiso, en particular, tiene repercusiones en los hombres: es decir, que la devoción del hombre a su mujer depende más de sus compromisos normativos que del ideal del matrimonio, mientras que para las mujeres es todo lo contrario. Sencillamente, los hombres y las mujeres que se casan para siempre tienen más probabilidades de vivir un matrimonio feliz que los que se casan bajo el lema “hasta lo que dure
el amor”.
Lo que está claro es que el matrimonio mejora la vida de aquellos hombres y mujeres que aceptan sus obligaciones, especialmente aquellos que buscan los beneficios económicos, sentimentales y de salud de la vida moderna. Quizás algunos hombres modernos no creen que necesiten ser refinados o no desean cargar
con la responsabilidad de tener un niño; y quizás algunas mujeres modernas no creen que necesiten la seguridad que sólo un matrimonio feliz puede proporcionarles, o temen que la vida familiar interfiera en su carrera profesional. Pero los resultados dan a entender que estos deseos pueden, a veces, llevar por el mal
camino a hombres y a mujeres, y aquellos que aceptan el matrimonio son más felices que aquellos que buscan una libertad falsa en la soltería, en una pareja de hecho o en el divorcio.

Fuente:

Matrimonio y bien común: Los diez principios de Princeton. SOCIAL TRENDS INSTITUTE. Barcelona – Enero de 2007. 

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