Cuando algo es nuevo, todo suele ser bueno, divertido y con el ingrediente mágico propio de la novedad. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, lamentablemente nos acostumbramos a las cosas y dejamos de apreciarlas. Lo mismo pasa con las personas, en especial en las relaciones matrimoniales, cuando después de convivir juntos durante unos años, se pierde la chispa del amor cayendo en la peligrosa rutina.

Monotonía, alerta importante

La monotonía es una constante amenaza para el matrimonio, la falta de diversión en la pareja puede provocar grandes daños en la relación. La buena noticia es que hay muchas formas de combatirla, recordemos que cuando tomamos la decisión de casarnos nos estamos comprometiendo a “querer querer”, es decir, hacer todo lo posible para mantener vivo el amor.

Nadie ha dicho que esta tarea es fácil, implica esfuerzo, voluntad y dedicación, lo cual se verá recompensado al sentir plena satisfacción de haber obrado con amor por el bien de los dos.

Varias veces hemos escuchado que el amor es similar a una planta, la cual hay que regar todos los días, sacarla un rato al sol, echarle abono, quitarle las hojas deterioradas, en fin, cuidarla para conservarla viva. De igual manera sucede en la relación conyugal, todos los días debe haber un cuidado que hacer para que el corazón no deje de latir.

Por tanto, es importante no perder nunca algunos ingredientes en el matrimonio:

Sentido del humor: sabemos de los poderes curativos de la risa y es por eso que el buen humor siempre será una excelente terapia para erradicar el estrés y solucionar un conflicto.

Jamás perder los detalles: una palabra bonita, un beso, un abrazo, un regalo el día que no se celebra nada; son pequeñas muestras de amor que alimentan la relación.

El romanticismo no es sólo para los novios: es igualmente necesario en el matrimonio. El romanticismo conecta de nuevo a la pareja y rejuvenece la relación.

Una escapada al mes: sin los hijos, un momento para estar solos, para dedicarse exclusivamente a ambos, para redescubrirse y hablar de tantas cosas que en la vida cotidiana no hay tiempo.

Celebrar los aniversarios: es un ritual que se debe conservar. Cada año que pasa es un triunfo que merece la pena celebrar, esta fecha puede ser la oportunidad para confirmar el amor que se sienten y el compromiso de sacar adelante la relación.

Combatir la rutina: si todos los días hacemos lo mismo: levantarnos, llevar los hijos al colegio, ir al trabajo, regresar a casa al final de la jornada y dormir; seguramente el matrimonio se deteriorará. Hay que ayudarle a la relación, hay que hacer cosas diferentes que le impregnen a la vida un toque divertido y diferente. Para ello entonces podemos pensar en alternativas como: ir a cine en día de semana, preparar una cena especial sin tener un motivo, ir a tomar un café, tomarse un vino juntos al final de un duro día, salir a comer un helado, dar una vuelta en el parque, encontrarse en algún sitio para almorzar juntos.

La excusa de muchos es el tema económico, pero no hay necesidad de gastar dinero para pasar un rato agradable con la pareja, además es un dinero muy bien invertido, ¿qué mejor que nuestra propia felicidad y estabilidad emocional?.

Realizar actividades juntos: compartir aficiones o hobbies, por ejemplo practicar algún deporte, salir a caminar, arreglar el jardín o sembrar nuevas plantas, cocinar, montar a caballo, etc.

Labores del hogar: convertir algunas obligaciones de la casa en una oportunidad para compartir tiempo juntos, como por ejemplo hacer mercado, transportar a los hijos, etc.

Actividades sociales: ir al teatro, a un concierto, salir a comer, ir a un bar, son algunas acciones que como pareja se necesitan conservar para no perder nunca la diversión.

Fuente: mujer.com.py
Cada pareja tiene sus cosas, diría incluso que cada pareja es un mundo, con sus cosas en común, sus sentimientos, problemas, hobbies, opiniones, etc etc. Algunas parejas estables se conocen desde la infancia, otros se conocen por internet, en una reunión…. Algunas de ellas comienzan su relación basandose en una atracción física, que no es suficiente para mantener una relación en el tiempo pero si para comenzarla con pasión y quizás luego mantenerla si surge algo más.
Hay muchos factores que influyen en la consolidación de una pareja, factores que ni siquiera se pueden medir, si no que el paso del tiempo va desvelando la compatibilidad entre los 2 miembros de la pareja.
Hay parejas que no tienen casi nada en común pero en cambio su relación es sólida, basada en el amor y el entendimiento, otras con los mismos gustos nunca se pondrán de acuerdo en como llevarlos a cabo.
Para que una pareja funcione no es necesario que a las 2 personas les interesen las mismas cosas, lo que es necesario es la sinceridad, entendimiento , amor , el ceder a las necesidades de la persona querida en algunas ocasiones, sabiendo que cuando nosotros lo necesitemos ella ( o él ) hará algo por nosotros también, simplemente el estar ahí no es poco.

Fuente: www.estoyenamorado.info/compatibilidad-de-pareja.htm
Existen una serie de frases que no debes decir en el matrimonio pues corres el riesgo de meterte en serios problemas o de lastimar a tu pareja con el correr de el tiempo y deteriorar el matrimonio.


Aqui tienes una lista bastante extensa de estas frases. Tómalas en consideración y si las has dicho alguna vez en tu matrimonio, trata de no repetirlas.

1. Te lo dije
2. Puedo hacer todo lo que quiera
3. Eres igual a tu madre
4. Si no te gusta, te puedes ir
5. Siempre estás de mal humor
6. ¿Acaso no puedes hacer nada bien?
7. Sencillamente no piensas

8. Eso fue tonto
9. La culpa es tuya
10. Lo único que haces es pensar siempre en ti
11. ¿Qué te pasa?
12. Si me amaras de verdad, harías esto
13. Lo único que haces siempre es quejarte
14. Pareces un bebé
15. No puedo hacer nada que te agrade
16. Te pago con la misma moneda
17. Tienes lo que te mereces
18. Mereces una dosis de tu propia medicina
19. ¿Por qué nunca me escuchas?
20. ¿Cuál es tu problema?
21. ¿Podrías ser un poco más responsable?
22. Nunca logro entenderte
La relación matrimonial evoluciona con la pareja a medida que nuevas circunstancias van apareciendo. Así, por ejemplo, no es lo mismo estar recién casados y sin hijos que llevar 9 años de casados y tener niños pequeños.

Sin embargo, los cambios son causados no sólo por las circunstancias externas a la pareja tales como la presencia de los hijos, sino también por realidades internas a la relación misma: a medida que una pareja se conoce más y empieza a descubrir los retos que la personalidad o las necesidades del otro le implican, la dinámica de la relación también cambia.

Lo interesante es que todo este proceso es de alguna manera previsible y por tanto es algo a la cual las parejas pueden prepararse. Así, si una pareja sabe reconocer en qué etapa de la relación matrimonial está o a cuál está por llegar, le será más fácil saber qué puede esperar de ese momento y sacarle provecho a las posibilidades que las circunstancias le ofrecen en vez de frustrarse con expectativas irrealizables.

Por ejemplo, es importante saber que no siempre vamos a sentir el amor de la misma manera. Existen distintas etapas emocionales en el matrimonio: Cada una es una oportunidad para dar y sentir de manera diferente, pero no menos intensa o interesante.

Cada etapa matrimonial es una oportunidad para dar y sentir de manera diferente, pero no menos intensa o interesante.

Junto a este hecho se debe igualmente considerar que la relación matrimonial está afectada por las relaciones con los hijos y la vida profesional y que esto lleva a dinámicas tanto emocionales como prácticas muy concretas que se pueden describir en tres etapas claramente definibles.
 
Fuente: Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.

Por: Alicia Pérez
http://www.portumatrimonio.org/alimenta/c/evaluacion/

Durante la vida matrimonial la pareja se va descubriendo a sí misma. En el día a día de su convivencia los esposos aprenden a acoplarse el uno al otro y también encuentran la manera de pulir asperezas.  Juntos van escogiendo los valores que van a abrazar y deciden cómo los van a vivir.

Importancia de evaluar la relación:

Toda pareja experimenta etapas en el matrimonio en que está más o menos satisfecho con su relación. Con todo, es importante que, con cierta frecuencia dedique tiempo para evaluar su relación y se ponga de acuerdo en el tipo de ajustes que deberán hacer para que su relación sea más satisfactoria y feliz.
Con mucha frecuencia, creyendo evitar con eso conflictos, las parejas cometen el error de callar sus insatisfacciones. De esta forma los problemas pueden crecer o se va creando el clima de insatisfacción que va dañando la relación poco a poco.
En una relación de adultos, donde cada uno se ve de igual a igual, es importante que haya un ambiente de confianza donde se puedan expresar sus necesidades sin temor a que la otra persona se moleste o no desee escuchar.

¿Cada cuanto deberá hacerse esta evaluación?

La pareja debe decidir cuándo y cómo lo hace. Parejas con buena comunicación, evalúan su relación, hasta sin darse cuenta, cada vez que surge un reto, en algún aspecto de su vida, y que lo afrontan honesta y directamente.
Si hay algo en lo cual la pareja o uno de sus miembros no está satisfecho y en lo que desea que surja un cambio, es importante que no deje pasar mucho tiempo.
Evaluar la relación no es poner en duda el amor, es más bien notar aquello en lo cual se puede o debe mejorar. Este proceso debe medir todos los aspectos de la vida matrimonial pues todos son importantes.
Sugerencia:
A continuación encontrarás algunas sugerencias para que inicies con tu pareja la evaluación de su relación. Pero es conveniente que, por separado, cada uno lea la lista  y circule el número que refleja mejor cómo se siente en este aspecto de su relación. Al terminar compartan sus observaciones, escuchen con suprema atención las respuestas que expresan las necesidades o insatisfacciones su pareja y permítanse compartir respetuosamente las sugerencias o puntos de vista que cada uno presenta.
Es importante recordar que para que una pareja sea feliz no tiene que tener todas sus diferencias resueltas. No hay pareja que esté 100% satisfecha. La gran mayoría de las parejas aprenden a resolver una parte de sus diferencias más importantes, y aprende a vivir con las realidades del otro que no puede cambiar.
Los puntos en común son el tesoro que la pareja debe siempre resaltar por encima de las dificultades, y en el cual debe apoyarse para las discusiones. Pero cuando es necesario negociar, es importante, con mente abierta y corazón dispuesto, entrar en el “tira y afloje de aprender a relativizar las diferencias y a ceder, unas veces uno y otras el otro.

Test para evaluar nuestra relación:

Marque con una x el número que mejor refleja su grado de satisfacción, siendo el 5 el mayor grado de satisfacción y el 1 el de poca satisfacción.
Satisfacción en la comunicación:   1 2 3 4 5
Satisfacción en forma de resolver conflictos:   1 2 3 4 5
Satisfacción en manejo del dinero:   1 2 3 4 5
Satisfacción en la intimidad sexual:   1 2 3 4 5
Satisfacción en la toma de decisiones:   1 2 3 4 5
Satisfacción en forma como educamos a los hijos:   1 2 3 4 5
Satisfacción en forma de expresar nuestra fe:   1 2 3 4 5
Me siento apreciada/o - amado/a:   1 2 3 4 5
Satisfacción en relaciones sociales:   1 2 3 4 5
Satisfacción en el uso del tiempo libre:   1 2 3 4 5
Satisfacción por relaciones con los parientes:   1 2 3 4 5
Satisfacción en la manera como nos divertimos:   1 2 3 4 5
Satisfacción en distribución de tareas domésticas:   1 2 3 4 5
Satisfacción en el tiempo dedicado al trabajo:   1 2 3 4 5
Satisfacción por valores compartidos:   1 2 3 4 5     
 
Así como un aviador que antes de emprender el vuelo chequea cuál es el estado de su nave, los recursos con los cuales cuenta (gasolina, aceite, personal, etc.), el estado del clima y el itinerario que debe recorrer para llegar a la meta, una pareja que desea emprender el viaje de la vida juntos debe revisar, y con mayor razón que un aviador, los elementos con los cuales cuenta. Y la única forma de hacerlo es el diálogo abierto y sincero, por lo menos sobre los siguientes puntos:

    Las características personales o caracteres de quienes se unirán para dirigir  y realizar este vuelo hacia un fututo en común. Es decir, Cómo solucionarán sus conflictos y diferencias de carácter.
    Los recursos económicos con los cuales cuentan y la forma como los usarán. Es decir, El manejo de las finanzas.
    La forma como integrarán profesión y familia, de tal manera que puedan brindarse mutuo apoyo en su vida dentro y fuera de casa.
    Cómo prepararse para vivir su entrega sexual dentro del matrimonio y por qué es preferible a la cohabitación: Sexualidad y cohabitación.
    Cuando hay hijos propios o hijos de mi pareja provenientes de relaciones previas es muy importante que la pareja discuta con anterioridad cómo integrará estos compañeros de vida a su propia relación. Cómo se manejará su disciplina y formación, así como su relación con el padre o la madre de estos hijos.
    Qué importancia tiene para cada uno la fe y la vida espiritual y cómo pueden integrarla a su vida de pareja, sobre todo si no profesan la misma religión o de la misma manera.
    Indispensable además que los dos discutan a qué se comprometen al expresar sus votos y celebrar el sacramento del matrimonio.
    Y finalmente, saber “qué valores compartimos” les dará una perspectiva de hasta dónde sus metas coinciden.

Fuente: http://www.portumatrimonio.org/
500 parejas, felizmente casadas, fueron entrevistadas recientemente acerca de lo que más les ha ayudado a sostener su matrimonio,  y sus respuestas, en orden de importancia fueron las siguientes: la confianza mutua(52%); La fe y la espiritualidad (27%); Una buena comunicación (18%). Y muy cerca de estos porcentajes, ellos destacaron el aporte de: El compromiso, amar y luchar por los hijos, trabajar juntos en la solución de conflictos, la paciencia y el perdón, así como pasar tiempo juntos. (Fuente: CARA, Marriage in the Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, 2007, p. 90)
Por su parte, al interrogar a un gran número de personas separadas o divorciadas las encuestas revelaron que para la gran mayoría de ellos (el 58%), lo que más afectó su relación fueron problemas en la comunicación, seguido por la falta de compromiso o confianza (51%). Y especialmente entre los hispanos, los problemas económicos (48%), problemas por la crianza de los hijos  (47%)y la relación con la familia del cónyuge (38%). Le seguían en dificultad, el no poder pasar tiempo juntos y dificultades en la vida íntima o sexual (CARA, Marriage in the Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, 2007, p. 100-101)
Si tratamos de resumir, podemos decir que entre muchos factores, hay algunos que definitivamente pueden ser claves para un matrimonio feliz. Por eso, tendiendo en cuenta estos datos y otros provenientes de especialistas en la relación de pareja, esta sección abordará los siguientes temas:

El compromiso

Como lo muestran las encuestas y lo repite la doctrina de la Iglesia, el amor matrimonial se basa en la fe y compromiso que un cónyuge profesa por el otro. Muchos problemas de comunicación, de intimidad, y de convivencia se evitan si ese voto de confianza y la decisión de amar al otro,  pronunciado el día del matrimonio, se sigue usando y fortaleciendo cada día, y ante cada situación. Por eso vale la pena explorar el sentido y el valor práctico de este elemento tan importante para su matrimonio.

Valores en común

Uno de los elementos que más contribuyen a la armonía y estabilidad de una pareja son las valores que tienen en común. Ellos son como el tesoro del cual se nutren las decisiones diarias, tanto para la vida de pareja como para el manejo del dinero, la crianza de los hijos, las relaciones con las familias respectivas, etc. En fin, el poder de este tesoro es enorme y es algo que puede aprenderse a usar y a enriquecer, como se verá aquí.

La comunicación

Aprendemos a habar en los primeros años de nuestra vida, pero aprendemos a comunicarnos a lo largo de ella y en la medida que descubrimos que no todas las personas entienden las cosas de la forma que cada cual lo hace, ni se expresan a través de los mismos medios. Unos son más espontáneos, otros reservados. Unos usan palabras, otros gestos o acciones para dar a conocer sus sentimientos. Muchas dificultades que hacen que las parejas se disgusten o digan “es que no me entiende”, etc., probablemente tienen su origen en estas diferencias de comunicación. Descubrir la forma de comunicación de su pareja y la mejor forma para expresarle los sentimientos les será por eso de gran ayuda.

Herramientas para la solución de conflictos

Discrepar en opiniones o puntos de vista es normal. Pero para que estas diferencias no sean  la ocasión de un conflicto y mucho menos de una crisis matrimonial, se requiere aprender las técnicas de comunicación y solución de conflictos. Este aprendizaje es conveniente para todos pues, aunque a veces tendemos a imaginar que el problema es del otro, es claro que comunicarse es un arte con técnicas muy variadas, y cada persona es un mundo que vale la pena aprender a descifrar y conquistar desde su particularidad.

Espiritualidad y Fe

Hablando de recursos para un matrimonio feliz debemos considerar de manera muy especial lo que Dios aporta a nuestros matrimonios y relaciones afectivas. El es el Amor y su fuente. Por eso, aprender a amar no es otra cosa que aprender a escuchar la voluntad de Dios y seguirla, en nuestra vida personal y de pareja. Y cuando este camino de búsqueda del amor verdadero o espiritualidad es un empreño que los dos cónyuges quieren experimentar juntos, grandes bendiciones se hacen presente en la vida de pareja. Por eso, ya sea que estén pasando por un momento difícil de su relación, o que deseen conservar la felicidad que ahora experimentan, aprender a desarrollar la espiritualidad fortalecerá sin duda su amor.

Fuente: CARA, Marriage in the Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, 2007, p. 90
La tradición católica siempre ha reconocido que el matrimonio es también una relación natural. Personas de cualquier religión, o no creyentes pueden casarse y su matrimonio es respetable y digno pues, lo sepan o no, tiene su origen en Dios mismo que al crear al ser humano le hizo capaz de amar a su pareja y entregarse a ella para formar una sola carne.
Pertenece también al sueño natural de toda pareja el poder permanecer unidos y para siempre. Esta aspiración humana tan legítima está sin embargo amenazada con frecuencia por la debilidad del corazón humano que no siempre sabe o puede ser coherente con su íntima vocación al amor. La historia del pecado ha dejado también su rastro negativo en nuestra condición y nuestras culturas haciendo a veces que no amar o ser egoístas sea más fácil que buscar en todo el bien, incluso de quienes amamos.
 Por eso Jesús, Redentor de la humanidad vino también al rescate del amor de la pareja y además de ofrecerle su salvación que libera del influjo del mal y del pecado, está dispuesto a ser la fuerza misma de amor que, unida al esfuerzo de amor de cada cónyuge, los conduzca seguros a amarse y entregarse para siempre, al igual que lo hizo El en la cruz. De este modo, la fidelidad y grandeza del amor de Cristo se convierte en la garantía misma del amor matrimonial y hace de él una alianza indisoluble. A este don tan especial se le llama también “la gracia matrimonial” y se participa de ella mediante la celebración del “sacramento del matrimonio.”
Jesús está dispuesto a ser la fuerza misma de amor que, unida al esfuerzo o consentimiento de amor de cada cónyuge, los conduzca seguros a amarse y entregarse para siempre. A esta fuerza se le llama también “gracia matrimonial”
Como lo describe el Catecismo de la Iglesia Católica, Dios que siempre salió al encuentro de su pueblo, sale ahora, mediante el sacramento del matrimonio, al encuentro de los esposos cristianos y “permanece con ellos, les da la fuerza de tomar su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros, de estar sometidos unos a otros en el temor de Cristo (Ef. 5, 21), y de amarse con un amor sobrenatural, delicado y fecundo. ” (CIC, 1642)
Cuando los cónyuges se aman con el amor de Cristo invocado y celebrado en su sacramento y consumado en su diario vivir, se convierten también en instrumentos o “ministros del amor de Dios.” Así, a través de cada uno de ellos, Dios mismo sigue sosteniendo, escuchando aceptando, acariciando y sirviendo al cónyuge y a los hijos que nazcan de su relación. Es decir, mediante la gracia matrimonial los esposos no sólo logran ser felices sino que se convierten también en instrumentos mutuos de salvación para su cónyuge.
Por eso, si  aún no estás casado, o te casaste pero no conociste antes lo que Jesús tiene preparado para tu amor, puedes hacerlo ahora, buscando el sacramento del matrimonio que ofrece la Iglesia Católica o, si ya lo hiciste puedes siempre renovar tus promesas matrimoniales y beneficiarte así de su gracia.

Por: Dora Tobar, PHD 
http://www.portumatrimonio.org 
 El compromiso en la relación de parejas puede implicar diferentes cosas, según la pareja de la cual se trate. Para una pareja determinada el compromiso puede significar una cosa y para otra algo muy diferente. Pero, en definitiva, ¿qué implica el matrimonio en las relaciones de pareja? o siendo más específicos, ¿qué quiere decir el compromiso en el marco de una relación de parejas?.
Compromiso en la relación de parejas El compromiso en la relación de parejas va a tener que ver con los valores culturales, que compartan los integrates de la pareja y en esto, van a jugar diferentes aspectos entre los cuales está la historia de cada uno, su tradición familiar, sus valores y creencias particulares, etc.

Lo cierto es que más allá de crencias o significados diversos sobre el compromiso en las relaciones de pareja se pueden determinar algunos aspectos:

    El compromiso tiene que implicar amor para que la pareja tenga éxito.
    De no haber amor y existir solamente compromiso la pareja está destinada al fracaso.
    El compromiso no tendría que anteponerse a los tiempos de la pareja más allá de haber amor.
    El compromiso le da formalidad a la pareja y la consolida de alguna forma como por ejemplo por medio del matrimonio.

Estos son los aspectos esenciales en relación al compromiso en la relación de pareja y como decía al inicio del artículo, cada pareja va a tener sus particularidades en torno a las significaciones que le otorguen al compromiso.
Fuente: Sebastián Méndez Errico, Consejos para la pareja.
La pareja pasa por diversas fases en su vida y va a tener mejores y peores momentos, pero va a depender mucho de los proyectos que tenga, para que se reactive el amor y el deseo. De allí la importancia tanto de proyectar juntos, como del proyecto de pareja, que dé sentido a la relación.
La importancia de los proyectos para la pareja Sobre la base de un amor existente hay que tomar en cuenta que la pareja puede atravesar momentos de estancamiento, debido a la cotidianidad que puede llegar a desgastar.

El plantearse proyectos puede renovar el deseo y de alguna forma reactivar el amor, que subyace en una pareja. Los proyectos pueden ser diversos, ya sean a corto o a largo plazo.

Se trata además, no solamente de plantearse un proyecto sino que habría que formularlo, es decir, que ese proyecto se convierta en un espacio de comunicación de la pareja en el que se planteen los objetivos de ese proyecto y una forma de lograrlo. Por ejemplo:

    Un viaje,
    una casa nueva,
    reparar la casa donde se vive,
    tener hijos o más hijos,
    un emprendimiento empresarial, etc.

Son varios los proyectos que pueden renovar la vida de la pareja.

Fuente: Sebastián Méndez Errico, Consejos para la pareja, La importancia de los proyectos para la pareja.
Los temas para hablar en pareja pueden ser diversos, pero todo lo que agregue comunicación positiva en la pareja es algo que contribuye a la salud de la misma. En este artículo verás una serie de temas que no pueden faltar en la pareja.
Temas para hablar en pareja A continuación te detallo una serie de temas importantes para tratar en la pareja, que sin duda, van a mejorar la comunicación y el conocimiento mutuo:

    Hablar sobre la historia de cada uno.
    Saber sobre la familia de cada miembro de la pareja.
    Conocer sus deseos y sueños.
    Hablar sobre proyectos posibles en conjunto.
    Hablar sobre la sexualidad que están teniendo y formas de mejorarla.
    Hablar sobre las cosas que más molestan del otro.
    Saber qué cosas son las que más le agradan al otro.
    Conocer qué aspectos personales o actitudes de cada uno le atrae o le genera más rechazo al otro.
    Preguntarse qué cosas habría que mejorar en la pareja para estar mejor.
    Aclarar malentendidos, es decir, todos aquellos temas que no hayan quedado claros para alguno, reformularlos y conversarlos nuevamente.

Estos temas son importantes para que oficien como disparadores de una comunicación saludable en la pareja.
Fuente:  Sebastián Méndez Errico Consejos para la pareja, Temas para hablar en pareja.
A veces, una pareja no logra ponerse de acuerdo sobre determinados temas, como puede ser el modo de gastar el dinero, educación de los hijos, etc. Cuando no se encuentra una solución y cada uno de los miembros de la pareja intenta salirse con la suya, pueden empezar a tener discusiones frecuentes que crean una sensación de malestar que acaba afectando la buena salud de la relación.

Para manejar estos desacuerdos y encontrar soluciones hay varias cosas que puedes hacer:

Tener claro las necesidades de cada uno

Algunas personas ven el problema solo desde su punto de vista y no saben realmente qué es lo que su pareja está defendiendo ni por qué, ni cuáles son las necesidades que necesita cubrir al adoptar esa postura. Por ejemplo, tu punto de vista podría ser este: "Quiero ahorrar dinero para comprar muebles nuevos que mejoren el aspecto de la casa y sentirme mejor en ella, mientras que mi pareja solo piensa en derrochar el dinero en salir a divertirse". Y el punto de vista de tu pareja podría ser este: "Creo que el dinero es para disfrutar de la vida y gastarlo en cosas agradables, y que la casa está bien como está, pero mi pareja solo piensa en ahorrar continuamente y así no se disfruta de la vida". Con esto están demostrando que ninguno de los dos conoce ni entiende del todo lo que el otro quiere ni cuáles son las necesidades que quiere cubrir al hacer eso. Para alcanzar un acuerdo es importante que ambos conozcan y entiendan bien el punto de vista del otro. Para ello, podéis plantearos las siguientes preguntas:

    ¿Qué es exactamente lo que te molesta del comportamiento de tu pareja?
    ¿Cuáles son las necesidades tuyas que tu pareja está impidiendo que satisfagas con su postura?
    ¿Qué es lo que a tu pareja le molesta de tu comportamiento?
    ¿Cuáles son las necesidades de tu pareja que estás impidiendo que satisfaga al mantener tu postura?
    ¿Qué diferencias existen entre las necesidades no satisfechas de tu pareja y las tuyas?

Compartir las diferencias y buscar soluciones

Damián llegaba con frecuencia tarde a casa porque después del trabajo se quedaba a veces con algún cliente o compañero de trabajo para tomar algo y su esposa, Begoña, se quejaba de que no podían pasar ninguna tarde juntos. Pensaba que era un comportamiento egoísta y de rechazo y que él no hacía lo suficiente para pasar más tiempo con ella. Él le explicó que aunque no siempre le apetecía quedarse hasta tarde, en realidad esta socialización era importante para su trabajo y formaba parte de él. Begoña podía entender esto, pero seguía sin gustarle. Ella le explicó que se sentía sola por las tardes al llegar a casa después de un día de trabajo estresante y le gustaría poder relajarse un rato junto a él o hacer algo juntos. Al hablarlo y entender mejor las necesidades del otro, se dieron cuenta de que ambos tenían parte de razón y ambos tenían derecho a querer satisfacer ciertas necesidades que eran importantes para ellos. A partir de esta comunicación y entendimiento, estuvieron más dispuestos a buscar soluciones que tuvieran en cuenta las necesidades de ambos, en vez de esperar que el otro renunciase a satisfacer sus propias necesidades para poner por delante las de su pareja.

Se dieron cuenta de que en realidad él no pasaba todas las tardes fuera y que ella podía disfrutar de esas tardes juntos y de los fines de semana. Por otra parte, ella se dio cuenta de que estaba centrándose demasiado en él para satisfacer sus necesidades y que también podría llenar esas tardes visitando amigos y familiares o haciendo otras cosas sin depender tanto de él. Por su parte, él se dio cuenta de que ella tenía también razón y que a veces se quedaba a tomar algo con los compañeros sin ser realmente necesario, sino más bien porque le costaba trabajo decirles que no, y se comprometió a volver temprano a casa con más frecuencia.

Es decir, cuando cada uno entendió cuál era realmente el problema del otro y sus necesidades no satisfechas, pudieron encontrar soluciones y alternativas para satisfacer esas necesidades, así como hacer ambos ciertas concesiones o cambios que acabaron solucionando el problema.

Cuidado con el "tú deberías…"

Para manejar las diferencias y tener una relación sana es importante dejar de lado los sentimientos de enfado y las exigencias de que tu pareja debería, a toda costa, comportarse exactamente como tú quieres que se comporte. La diferencia fundamental entre tener una discusión que no va a ninguna parte y el hecho de compartir y entender las diferencias, es que en el primer caso no estás intentando conocer ni entender el punto de vista de tu pareja, sino tan solo salirte con la tuya y que tu pareja haga lo que tú quieras, sin tener en cuenta sus deseos y necesidades. Por tanto, si en vez de poneros a discutir lo que cada uno debería hacer, decidís sentaros a hablar para entenderos, habréis sentado las bases para solucionar el problema y tener una relación de pareja más duradera.

Fuente: Ana Muñoz, Cepvi.com
Desde nuestra boda, el aniversario de la misma es un acontecimiento para celebrar. Se rememoran el comienzo de una familia y la ratificación ante la sociedad de una relación de pareja formal.

Hay una tradición que marca cada aniversario con un símbolo. De acuerdo con ese símbolo, los esposos intercambian regalos en el día del aniversario de boda. Es un día especial para estar solos, celebrar y renovar las promesas de amor que se hicieron en su momento.

Algunos aniversarios son más importantes para el entorno familiar de la pareja. Las bodas de plata (25 años de casados), oro (50 años de casados) y diamantes (75 años de casados) suelen ser ocasiones para grandes fiestas y agasajos con amigos y familiares.

Una tradición alemana

La tradición se originó en la Alemania medieval. Cuando un matrimonio llegaba a su vigésimo quinto aniversario de boda, la esposa era agasajada por sus amigos y familiares con una corona de plata. De este modo se reconocía a la pareja el logro de haber disfrutado de una tan larga vida de casados. Hay que tener en cuenta que la media de vida en el Medioevo era mucho más corta que en la actualidad, con lo cual, llegar a 25 años de casados era una excepción. En la celebración del aniversario número 50, si lo había, la mujer recibía una corona de oro. Estos aniversarios fueron desde entonces conocidos como las bodas de plata y bodas de oro respectivamente.

Según la tradición, cada año, los esposos se hacen regalos confeccionados con diferentes materiales que simbolizan la Fortaleza de la relación, desde los materiales más frágiles como el papel y el algodón, hasta los más duraderos como el diamante.

Puede haber discrepancias dependiendo del país de residencia, pero hay algunos materiales asociados con aniversarios que son universales como, por ejemplo: 5° aniversario, madera; 10°, aluminio; 15°, cristal; 20°, porcelana; 25°, plata; 30° perla; 35°, coral; 40, rubí; 50, oro.

Fuente: Veronique de Miguel, Guía de About.com
Estar casado no significa renunciar a la individualidad. Todo ese asunto de ser "la media naranja" tómatelo como una metáfora, pero no lo creas. Nadie es la mitad de otro. Es más, que mantengas tu personalidad, tus gustos, tu manera de ver la vida a una relación es lo que la enriquece y la hace crecer. Es cierto que una pareja necesita de dos, pero en todos los órdenes de la vida.

Mantener espacios independientes en la pareja

Mantener la independencia y la autonomía hasta cierto grado es fundamental para una relación de pareja sana. Cada uno de los miembros tiene gustos comunes con el otro, pero también tiene preferencias diferentes que disfruta mucho. Sacrificar el gusto propio por los gustos del otro es un error muy común en el nombre del amor que no hace sino traer problemas a mediano o largo plazo.

Es desaconsejable no cultivar las aficiones propias, no mantener contacto con los antiguos amigos o no seguir practicando los deportes y actividades que te gustaban antes de conocer a tu pareja. Quizá no compartas todo con el otro pero esto no indica que sea la tuya una pareja mal avenida.

Tener actividades por separado facilita un tiempo de separación, de aire fresco, necesarios para extrañar, echar de menos al otro. El deseo de volver a ver a tu pareja viene dado de la ausencia temporal de la misma.

Independencia laboral en la pareja

Hay casos en que una misma pareja comparte algo más que amor. Trabajan en la misma empresa o dirigen un mismo negocio. En estos casos las horas de tiempo libre y las de trabajo son consecutivas y no existe separación entre los roles. Los problemas laborales se llevan a casa y los conflictos de pareja se traducen en un peor desempeño profesional.

Son estas parejas las que más necesitan forzar un espacio independiente del otro. Aunque no parezca necesario es muy importante permanecer un rato separados. Una de las cosas más importantes es el poder compartir con tu pareja novedades, impresiones, vivencias. Estar juntos 24 horas va empobreciendo la visión particular de las cosas, la simbiosis excesiva con la persona amada crea un lazo emocional de falta de identidad personal. Ya no sabes si te gusta algo o si a la pareja le gusta algo.

Amigos comunes y diferentes

Es inevitable, estando en pareja, compartir un grupo de amigos. Generalmente matrimonios de la misma edad, con intereses parecidos y que atraviesan el mismo momento que nosotros. Pero tener también amigos individuales es una excelente idea. Mantener los afectos de nuestra infancia o de la universidad. El grupo de trabajo, o los compañeros con los que compartimos un hobby o actividad. Un espacio para códigos diferentes a los de la pareja. Oxígeno, aire fresco que te permita valorar y añorar la compañía del otro.

No confundas amor con dependencia

El amor no exige que abandones todo cuanto eres para convertirte en lo que tu pareja quiere que seas. En primer lugar, lo que enamora de ti es quien tú eres. Si anulas eso, desaparecerá la magia que hizo que fueras la persona elegida para amar por otro. Para revisar si has perdido de vista tu independencia, chequea los siguientes puntos:

1) ¿Mantienes los amigos de antes de estar en pareja?

2) ¿Mantienes un hobby que te gusta sin importar si es compartido?

3) ¿Practicas algún deporte o actividad que te hace pertenecer a otro grupo humano?

4) ¿Tienes algún lugar en tu casa que puedas considerar "tu rincón", donde nadie te moleste?

5) ¿Ves los programas de TV, películas o escuchas la música que a ti te gusta?

6) ¿Comes lo que te gusta?

7) ¿Conoces absolutamente a todos los amigos de tu pareja?

8) ¿Tienes en este momento algo nuevo que contarle a tu pareja, por pequeño que sea?

9) ¿Sientes que necesitas un momento a solas? ¿Disfrutas desproporcionadamente cuando eso sucede?

10) ¿Recuerdas lo que es ser "yo" y no "nosotros"?

Fíjate muy despacio en tus respuestas y en los sentimientos que tienes al contestarlas. Si tu relación se está volviendo asfixiante, háblalo con tu pareja. Necesitar una cierta independencia no es amar menos. Recuerda que "lo mejor de irse, es volver".

Fuente: Veronique de Miguel, Guía de About.com
Continuación...
 
3. Luminosidad del edificio
¿De qué depende la luminosidad de una casa? De los ventanales. Una casa sin ventanas al exterior se convierte en una casa lúgubre, oscura y propensa a la humedad.
Lo mismo en el matrimonio. La luminosidad en el matrimonio depende de los grandes ventanales. ¿Para qué los grandes ventanales? Los grandes ventanales permiten airearse todos los rincones de la casa, para que no se acumulen los malos olores. Los grandes ventanales permiten la entrada de luz al hogar...y entrando la luz mueren las bacterias, la humedad, los hongos. Entrando la luz, se puede percibir mejor el polvo y las cosas sucias, y así poder limpiarlas, barrer bien todo. Los grandes ventanales permiten descansar la vista y alargarla hacia los anchos horizontes, ver las necesidades del mundo y de los hombres. ¡Familias, construyan en sus hogares grandes ventanales!
No para que dejen meter los malos aires que hoy soplan por ahí: el aire del egoísmo que quiere limitar los nacimientos por medios ilícitos, artificiales, porque –según dicen- “familia pequeña, vive mejor”; ¡esto es egoísmo!; el aire del hedonismo, que busca el placer por el placer mismo; el aire del consumismo, que prefiere una heladera o un nuevo apartamento, a un nuevo hijo; los aires de la emancipación y liberación de la mujer, a quien se le obliga trabajar fuera de casa todo el día “porque así se realiza mejor, profesionalmente”, pero nunca está en casa para educar a sus hijos, para convivir con sus hijos; los aires de matrimonios a prueba, mientras tanto, a ver si funciona; los aires divorcistas, separatistas, para hacerse un nuevo amigo sentimental.
¡Grandes ventanales para que entre el aire renovado del Espíritu que sopla donde quiere y trae aromas del cielo! ¡Grandes ventanales para que la brisa suave de la oración matutina y vespertina consuele a toda la familia! ¡Grandes ventanales para poder ver la Iglesia de nuestra zona y acordarnos de ir a misa en familia y rezar antes de las comidas, o ante una imagen de la Virgencita! ¡Grandes ventanales para ver lo mucho que sufren nuestros hermanos, los hombres, y poderles echar una mano!
¡Grandes ventanales como los de la casa de la Sagrada Familia, que era todo ventanal donde tanto María, como José y el Niño miraban a todos los hombres y se compadecían o los ayudaban!
¡Que no haya recovecos en nuestros hogares, puertas secretas y oscuras, teléfonos escondidos desde donde llamar a piratas que quieren destruir nuestro hogar, nuestra familia, nuestros hijos!
Luminosidad en el matrimonio, y no mentira, falsedad, apariencia, infidelidad.
4. Limpieza del edificio
¿De qué depende la limpieza del matrimonio? De los mil detalles de cada día. De quitar cada día lo que ensucie, ese polvo que cae casi sin percibirlo. De no dejar acumulada ropa sucia, ni arrinconada la basura. ¡Fuera!
Limpieza en el dormitorio. Nada debe haber ahí que manche la intimidad del matrimonio. Limpieza de palabras, de gestos, de miradas. ¡Qué conversaciones tan limpias deberían hablarse ahí! La oración común en el dormitorio va limpiando a la pareja cada noche y la va fortaleciendo en sus vínculos.
Limpieza en la mesa del comedor. Es la mesa la que va a unirnos varias veces al día a los miembros de la familia, para compartir el pan, las alegrías, las lágrimas, los proyectos. En la mesa se da el banquete familiar. Por eso, ahí debe haber limpieza suma. Allí en la mesa, nos miramos mutuamente, sonreímos, charlamos, disfrutamos de ese gozo de sabernos amados, queridos. En la mesa tenemos la oportunidad de practicar y crecer en muchas virtudes: apertura, respeto, servicialidad, moderación, generosidad.
Sobre la mesa se pone el pan, las flores y el cariño. El pan que se parte, se reparte, se comparte. Las flores que adornan y embellecen la mesa familiar. Ahí se ofrece el cariño, que es esa corriente cordial que electrifica a todos los miembros y les permite el darse mutuamente, el abrirse, el comprenderse, el perdonarse. En la mesa hay que evitar el discutir, el pelearse, el encerrarnos en nosotros mismos...., pues todo esto ensuciaría el amor del matrimonio e impediría una buena digestión, creando un clima de crispación y rivalidad.
En la mesa hay que evitar el querer comer a solas, en un rincón, o después de todos...como islas...; así simplemente se corta con esa corriente afectiva y familiar, y se convierte uno en su misma casa en un huésped extraño que entra y sale. Ha convertido su casa en un hotel, o posada, donde se va a comer, a dormir, a tomar una ducha o a cambiarse de traje, cuando se quiere.
Limpieza en la sala de estar. No permitir hablar mal de nadie, cuando vienen huéspedes o amigos. La sala de estar debe estar limpia de envidias, maledicencias, calumnias. La sala de estar debe tener siempre el florero lleno de flores olorosas: el buen humor, la benedicencia, el respeto, la jovialidad, la alegría. En la sala de estar no debe acumularse el humo de cigarrillos de la frivolidad y de la chabacanería. La sala de estar debe tener vista al patio o al jardín, para que allí se vea lo que se hace sin intenciones torcidas.
Limpieza en el patio, porque ahí deben jugar los niños. Que haya árboles y columpios y jardín. Pero todo limpio. La limpieza ayuda a los hijos a oxigenarse, airearse y a crecer sanos.
5. Altura del edificio
La altura del edificio matrimonial depende de la generosidad en el amor fecundo, abierto a la vida. Dios dijo a la primera pareja de la historia, Adán y Eva: “Creced y multiplicaos”.
Así como Dios es generoso con nosotros, así también los matrimonios deben ser generosos en transmitir la vida. ¡Qué hermoso es ver esas familias numerosas, donde los hijos alegran cada rincón de la casa! ¡Cómo se ejercitan en el cariño, en la donación, en la preocupación de unos por otros...cuando son muchos hermanos! Comparten todo, juegan juntos; las cosas pasan de hermano a hermano y de hermana a hermana; ¡qué lindo! También a veces se pelean, pero después se reconcilian. Si sólo hay un hijo en casa, ¿con quién juega, con quién comparte sus cosas, a quién sonríe, con quién se pelea, con quién hace las paces? No tiene hermanos. El niño que no tiene hermanitos es más propenso a la tristeza, al egoísmo, al aislamiento. Se le acorta el crecimiento afectivo y psicológico. 

Fuente:Por Antonio Rivero
arivero@legionaries.org
Quiero comparar el matrimonio a un gran edificio que se va construyendo día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. El día del casamiento se pone el primer ladrillo. Y el día de la muerte, el último.
Del esposo y de la esposa, junto con los hijos, depende:

· La solidez de ese edificio.
· La belleza de ese edificio.
· La luminosidad de ese edificio.
· La limpieza de ese edificio.
· La altura de ese edificio.

1. Solidez del edificio
¿De qué depende la solidez del edificio matrimonial?
De los cimientos y columnas. La solidez de una casa no depende de los cuadros que colgamos en la pared, ni de la antena parabólica, ni de la hermosa chimenea que hermosea y calienta el rincón de nuestra casa. Para que un matrimonio sea sólido, resistente a todos los vientos, huracanes y sismos, es necesario que tenga unos cimientos bien sólidos, graníticos, macizos.
¿Cuáles son esos cimientos y columnas sólidos y macizos en el matrimonio?
La piedad, esa virtud hermosa que reúne a toda la familia en torno a Dios todos los domingos, que junta todos los días a padres e hijos junto a un cuadro o una imagen de la Virgen a quien rezan un poco. La piedad es la que mueve a esa familia a bendecir los alimentos antes de las comidas.
La fe es otro cimiento y columna sólida en el matrimonio. La fe que les permite ver todas las cosas que les ocurren a la luz de Dios, es más, ven la mano de Dios en todo. La fe les hace superar las crisis y posibles vaivenes de la vida.
El amor es una columna sin la cual el edificio del matrimonio se derrumba. El amor como entrega, sacrificio, donación, capacidad de comprensión y bondad.
La fidelidad no puede faltar como cimiento que sostiene toda la casa matrimonial. La fidelidad a la palabra dada. La fidelidad al otro cónyuge. Fidelidad a los deberes del propio estado. Fidelidad en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad.
Y sacrificio, como cimiento macizo del edificio matrimonial. ¿Qué es el sacrificio? Es ese saber sufrir, soportar, aguantar todos los contratiempos de la vida. Ese poner buena cara a lo que nos cuesta o nos desagrada. La vida matrimonial y cualquier vida humana está llena de sacrificio, porque el sacrificio es ingrediente del devenir humano. Es el sacrificio el que nos hace madurar y va quitando de nosotros esas actitudes egoístas y caprichosas.
Si estos son los buenos y sólidos cimientos, ¿cuáles serían los cimientos débiles, de paja, de barro? Los gustos, los caprichos, el egoísmo, la indiferencia religiosa.
2. Belleza del edificio
La belleza de una casa depende del buen gusto en las dimensiones, proporciones, simetría.
Y la belleza de un matrimonio, ¿de qué depende? Del amor. El amor es el que embellece al matrimonio, le da sus perfiles hermosos, permite la serenidad en cada rincón de casa, hace sonreír a padres e hijos.
¿Qué es el amor? Es difícil definir el amor, pues el amor no es para explicar. El amor es para vivir, para dar, para recibir. El amor es esa fuerza interior que me hace salir de mí mismo para darme a los demás, para entregarme a mi amado, sin buscar compensaciones, sin obligarle ni forzarle a que me ame. El amor es saber callar los defectos del otro, salir al encuentro del otro cuando lo necesita, es ofrecerme al otro, perdonar al otro, comprender al otro, ofrecerle limpiamente mi cariño. El amor exige una buena cuota de desprendimiento personal, de sacrificio y de renuncias por la persona a quien amo.
¿Por qué el amor embellece el edificio matrimonial? Porque va quitando aristas que sobran, puliendo superficies rugosas, limpiando azulejos sucios, empapelando con buen gusto paredes descarapeladas o en mal estado. El amor se fija en el detalle bello del ramo de flores para la esposa, en ese dejar la ropa olorosa al esposo. El amor es el perfume del hogar. El amor es afecto, es decir, ternura, acercamiento cariñoso al estado anímico del otro. El amor es amistad, es decir, quiere el bien del otro y une las personas. El amor no se empolva. El amor verdadero embellece el hogar. El amor hace crecer sanos física y psicológicamente a los hijos. El amor rejuvenece al matrimonio.
La falta de amor afea el matrimonio, desteje el paño familiar, raya las escaleras que hermosean la casa, quiebra las lámparas colgantes, ensucia las alfombras de los recibidores y exhala un mal olor en toda la casa. La falta de amor provoca las discusiones, hace subir el tono, hiere los sentimientos de las personas a quien más deberíamos amar. La falta de amor distancia los corazones, las almas y los cuerpos. La falta de amor descuida los detalles y le hace a uno ser grosero. La falta de amor envejece al matrimonio.
El amor es fuego que calienta esa casa. La primera que lo enciende es la madre, que es el corazón de la familia y es la primera en levantarse. Ese fuego que el marido, el papá, debe mantener a lo largo del día, desde su trabajo, llamando por teléfono a su mujer, trayendo a casa siempre y todos los días, algo de leña para alimentar ese fuego del amor en el hogar. ¡Que no traiga el cubo de agua de sus disgustos, para echarlo encima y apagar ese fuego! Ese fuego del que se alimentan los hijos, les hace crecer sanos, física, psicológica y espiritualmente. Este fuego hay que colocarlo en el centro del hogar y desde ahí se irradiará a todos los rincones. Ese fuego se alimenta cada día con la piedad, el rezo en familia, la devoción mariana.
Que no pase un día sin alimentar y acrecentar ese fuego con la oración en familia. A veces cuesta encender ese fuego en los hogares, sobre todo, si se dejan todas las puertas y ventanas abiertas a todos los aires, o se cuela el hielo del invierno y de la indiferencia. ¡Familias, enciendan el fuego del amor durante su vida, poniendo cada uno la leña del sacrificio que han ido consiguiendo a base de esfuerzo y trabajo! ¡Defiendan ese fuego, aunque tengan que quemarse las manos y el corazón! Sin el fuego del corazón, se destruye el hogar, la familia, los matrimonios, todo.
Continua...

Fuente: Por Antonio Rivero
arivero@legionaries.org

El matrimonio puede ser un reto, incluso para la pareja más bien ajustada y altamente compatible. Por desgracia, tratar con la responsabilidad de arreglar un matrimonio que falla puede ser aún más difícil y doloroso. Afortunadamente, no tiene que ser así. Con una comprensión de cómo comunicarse correctamente, volver a establecer la intimidad y evitar el juego de la culpa, arreglar un matrimonio puede ser una experiencia gratificante. Lea más para aprender a arreglar un matrimonio fracasado.

Instrucciones
• 1 Acuerden no llevar equipaje emocional. En un ambiente seguro, examinen las conductas que han contribuido al debilitamiento de la comunicación, la intimidad, la confianza o la fidelidad dentro del matrimonio. Explique los comportamientos que se deben cambiar y explique cómo cada cambio puede fortalecer las zonas debilitadas del matrimonio. Por ejemplo, piense en decir, “Al llamar para hacerme saber que vas a llegar tarde a casa desde el trabajo, soy capaz de hacer el ajuste al cocinar la cena. Esta pequeña cortesía podría hacer que esté menos estresada y que quiera hacer el amor con más frecuencia al final del día. ”
• 2 Sepa que junto a usted y su cónyuge pueden mejorar el estado del matrimonio. Acuerden incorporar expresiones afirmativas y refuerzo positivo en el marco de todas las comunicaciones. Inicien la comunicación con el reconocimiento de la emoción, no la asignación de la culpa. Por ejemplo, piense en decir, “Me sentí abandonado cuando fuiste incapaz de llegar a casa a tiempo para la cena de anoche. Me asusté porque sentí que me recordó la época en que tenía nueve años y mi papá se perdió mi recital”.
• 3 Acuerden no asignar culpas. Acuerden encontrar soluciones que fortalezcan y complementen el matrimonio. Ofrezca opciones que ofrezcan subsidios y margen de error. Por ejemplo, seguir la regla de tres días. De acuerdo a la regla, a su cónyuge se le permitiría dejar sus calcetines en el piso del baño por un máximo de tres días. Después de esto, debe quitarlos.
• 4 Establezcan un modelo de intimidad. Discutan cómo a usted y a su cónyuge les gustaría conectarse de una manera más íntima. Amplíen la conversación más allá de la intimidad sexual para fortalecer otras áreas del matrimonio, como la confianza. Piense fuera de la caja y decide sobre las actividades que permitan una conexión real.
• 5 Consideren la posibilidad de hablar con una persona de la iglesia, consejero matrimonial o sus padres sobre el problema(s) dentro del matrimonio. Busquen asesoramiento y la sabiduría de un padre o un profesional para orientar la toma de decisiones y ayudar a que la comunicación se centre en una dirección más positiva. Incorporen la información más adecuada y consideren la forma en que puede ser utilizada más eficazmente.

Fuente:  http://www.matrimonioydivorcio.com/arreglar-un-matrimonio-roto/
Posted in: Salvar el Matrimonio
En una época de nupcias, hay una pregunta que atormenta secretamente a más de un invitado a la boda: “¿Esta pareja se mantendrá junta?” Los amigos y familiares, inevitablemente, miran el noviazgo de la pareja como una plantilla para el matrimonio en sí. Después de todo, creemos que, si pelean por limpiar un apartamento del tamaño de una caja de zapatos, las tensiones sin duda aumentarán cuando se esté tratando con tres hijos y una cerca blanca.

¿Tales juicios son justificados? Sí, de acuerdo con Ted Huston, Ph.D., profesor de psicología y ecología humana en la Universidad de Texas en Austin. Huston cree que se puede aprender mucho acerca de la viabilidad de la pareja desde el tempo de su noviazgo y los sentimientos que tenían mientras estaban saliendo.
Huston encontró que los hombres que se sienten inseguros acerca de la relación cuando son parte de una pareja,  no se comprometen con el matrimonio, lo que produce un noviazgo y matrimonio dificultoso. Pero cuando las mujeres levantan sospechas similares, este tiene un efecto tardío: Los problemas por lo general salen a la superficie después de la luna de miel para causar estragos en la unión matrimonial.
Huston piensa que esto es debido a que “las mujeres suelen estar más interesadas en casarse que los hombres, por lo que van a procesar sus preocupaciones por más tiempo, pero no quieren hacer nada para romper el noviazgo”. La colega de Huston, Cathy Surra, Ph.D., distingue entre noviazgos “impulsados por un evento” e “impulsados por una relación”. Una relación que se intensifica sobre la base de factores externos que poco tienen que ver con el verdadero nivel de la pareja en la intimidad – como vivir juntos para ahorrar en el alquiler – puede ser caracterizada como orientada a eventos. Surra encontró que las parejas en tales uniones informan más conflictos y una mayor incertidumbre acerca de la relación. Aunque es demasiado pronto para decir si las parejas por eventos, en el estudio de Surra, están más dispuestas a terminar la relación.
¿Qué hay acerca de la duración del noviazgo y su efecto sobre el matrimonio?
En el estudio de Huston, las parejas felizmente casadas fueron novios por un promedio de 25 meses. En las uniones que no duraron, hubo correlaciones interesantes entre la duración del noviazgo y la duración del matrimonio. Las parejas que se divorciaron después de dos a siete años de matrimonio, a quien Huston denomina “desistidores tempranos”, son personas que sólo tuvieron esa única relación, y se casaron alrededor de tres años después. También tenían un enfoque de bajo mantenimiento para la relación, dónde nunca existió mucho romance.
Los noviazgos muy románticos no garantizan vivir felices para siempre, sino que están asociados con un camino más largo para el divorcio. Muchos matrimonios en los que la pareja se compromete con rapidez y se sintieron fuertemente enamorados el uno del otro sobrevivieron la marca de siete años. Estas parejas salieron un promedio de 18 meses, y estuvieron comprometidos en la mitad de ese tiempo. Los hombres, sobre todo, dijeron sentirse muy enamorados de su pareja. Huston especula que esa dicha temprana hace la gente que se mantenga junta por más tiempo cuando el matrimonio da un giro hacia lo peor.
Y mientras que enamorarse de forma relativamente lenta no tiene buenos resultados al principio para los recién casados, Huston encontró que después de dos años de matrimonio, los amantes menos apasionados eran tan felices como los que informaron amor a primera vista.
La investigación de Huston contradice la teoría dominante de la “angustia emergente” en el matrimonio: la idea de que los problemas de repente estallan dentro de los límites de una unión de lo contrario feliz, y que la historia de una pareja no es base para el juicio. De hecho, dice Huston, los problemas antes del matrimonio pueden ser comparados con un virus que “saldrá a la superficie en el matrimonio y erosionará la unión de la pareja, por lo que la relación se vulnera”.

Fuente: Matrimonio y Divorcio.Com

1. Mantenga su mente en su objetivo principal, que es tener un matrimonio feliz. Diga y haga lo que le permitirá a usted y a su cónyuge tener un matrimonio feliz. Evite todo lo contrario. Todo lo demás es complementario.
2. Sigan preguntándose, ¿Qué podemos hacer para tener un ambiente de felicidad, amor en nuestro hogar?
3. Céntrese en dar, en lugar de tomar. Diga y haga tantas cosas como sea posible para satisfacer las necesidades de su cónyuge.
4. Siga haciendo y diciendo cosas que le darán a su cónyuge un sentido de importancia.
5. Con frecuencia pregúntese, ¿Qué cosas positivas puedo decir y hacer para poner a mi (marido o mujer) en un estado emocional positivo?
6. Antes de hablar, aclare el resultado que desea. El significado de su comunicación es la respuesta que realmente consigue. Si la primera cosa que dice no está logrando su objetivo, cambie de enfoque. Recuerde que el respeto mutuo y la felicidad son sus objetivos reales. No discuta innecesariamente. El silencio es a menudo la opción más sabia. Siempre ténganse respeto mutuo.
7. Demuestre el aprecio y la gratitud de todas las maneras posibles. Diga algo elogioso un par de veces al día.
8. Sea un buen oyente. Entienda a su cónyuge desde su punto de vista.
9. Sea considerado con los sentimientos y las necesidades de su cónyuge. Piense en formas que no ha tenido consideración y se decidido en cuando a aumentar su nivel de consideración.
10. En lugar de culpar y quejarse, piense en una forma positiva de motivar a su cónyuge. Si sus primeras estrategias no son eficaces, piense en formas creativas.
11. Renuncie a las expectativas poco realistas. No espere que su cónyuge sea perfecto y no haga comparaciones.
12. No cause dolor con palabras. Si su esposo/a le habla de manera que le causa dolor, elija bien sus palabras, permítanse hablar entre sí de maneras de respeto mutuo.
13. Esté dispuesto a ceder. Esté dispuesto a hacer algo que preferiría no hacer a cambio de un comportamiento similar de su cónyuge.
14. Escriba una lista de formas en las que se ha beneficiado de estar casado/a con su esposa/o. Siga añadiendo a la lista y reléala con frecuencia.
15. Escriba una lista de patrones y cualidades positivas de su cónyuge. Siga añadiendo a la lista y léala con frecuencia.
16. Manténgase pensando en lo que puede hacer para sacar las mejores cualidades de su esposo/a. Refuerce las cualidades con las palabras y la acción.
17. Céntrese en la búsqueda de soluciones a los problemas que surjan. Sea orientado a la solución. No sólo culpe y se queje. No se centre en quién es más malo. Para un matrimonio feliz, trabajen juntos para encontrar soluciones mutuamente aceptables.
18. Recuerde sus mejores momentos. ¿Qué es lo que dijo e hizo cuando se sintió mejor respecto del otro? Increméntelos.
19. Busque actividades positivas que pueden hacer juntos.
20. Viva en el presente. Lo qué salió mal en el pasado es del pasado. Cree el presente y el futuro con sus pensamientos, palabras y acciones ahora mismo. Elíjalas sabiamente.
Fuente: Matrimonio y Divorcio.Com 
«En un matrimonio sano existe una relación activa, interés del uno por el otro, participación en la vida del otro. Una relación entre dos personas no consiste en tiranizar, exigir y mandar, sino, ante todo, en pedir, en dar, en ayudar y en responder el uno al otro. Consiste en alegrarse de todo corazón con el otro y también en poder sobrellevar juntos los momentos difíciles; aceptar al otro tal como es, así como uno se acepta a sí mismo con sus defectos y debilidades. De tal manera, los esposos tampoco llegan a exigirse demasiado mutuamente, con pretensiones egoístas o con unas expectativas infantiles de ser mimados como en los tiempos de la niñez».
 
«Una buena relación implica comprender que cada uno necesita más amor que “merece”; es más vulnerable de lo que parece; y todos somos débiles y podemos cansarnos». 
 
Fuente:  La familia, tarea para hombres y mujeres de hoy
Francisca R. Quiroga
Sección: Noviazgo y matrimonio
Autora: Blanca Mijares.



Dentro de ese amor a los hermanos en Cristo, donde la Madre Teresa de Calcuta ha sido un gran ejemplo, que invita a algunos a consagrar su vida a Dios y sus hermanos por el Reino de los Cielos; encontramos también, el amor conyugal como un modo bien específico de amar a imagen y semejanza de Dios, capaz de perfeccionarnos y de llenarnos de vida. Esta capacidad de amar conyugalmente la encontramos impresa en nuestra naturaleza humana sexuada y se nos ofrece como posibilidad de perfeccionamiento personal a nuestra libertad. Todo joven tras la pubertad toma conciencia de su capacidad de amar de este modo: se da cuenta que es capaz de entregarse y de acoger a otro, igual en dignidad pero complementario en lo sexual, para formar una unidad indivisible y biográfica, para tener hijos propios y educarlos, y ser un bien reciproco, uno para el otro. No es gran ciencia saber esto, pero son muchos los que llegan a la ceremonia nupcial no queriendo esto y por lo tanto, hiriendo de muerte a su propio matrimonio desde su nacimiento.
Aunque es una tendencia impresa en nuestra naturaleza humana-sexuada, y se ha vivido en todas las épocas, el hombre como ser creativo y libre puede desvirtuar la naturaleza del amor conyugal y vivirlo de forma antinatural y por lo tanto, inhumana. Son muchos los casos de fracasos matrimoniales donde encontramos el fracaso no en la institución del matrimonio en sí misma, sino en las personas que lo fundan ya sea porque llegan al matrimonio sin saber en que consiste casarse, o ya sea porque desconocer su capacidad o la del otro para amar conyugalmente, o porque no han decido el matrimonio con esta persona en particular de forma libre, es decir reflexionada y voluntariamente. Creo yo que esta es la razón de fondo de muchos fracasos matrimoniales.
Por eso, por un lado,  es labor de todos defender la identidad del matrimonio real, para proteger a nuestros jóvenes de futuros fracasos matrimoniales que tanto dolor traen consigo para la pareja, sus hijos y familiares. Y por otro, tenemos que ayudarlos a forjarse en buenos amantes, es decir en personas valiosos gracias a la práctica de hábitos operativos buenos , como la generosidad, el compromiso, la paciencia, la prudencia, el orden, el respeto, el buen modo, la educación, la discreción de juicio, la fortaleza, el control de los impulsos, etc.  Que tengan aspiraciones altas, que sean capaces de apostarse y comprometerse por sus anhelos de trascendencia espiritual; que no sean ciegos ante los demás, que sean capaces de ver lo único, valioso e irrepetible de todos y cada unos de los demás seres humanos y deseen hacerles el bien; pues solo educando a hijos buenos segun el amor inteligente, voluntario, comprometido y generoso de Dios, es que los capacitamos para que alcancen sus mayores posibilidades de realización personal. En este sentido, la fe cristiana es el mayor bien que les podemos ofrecer como padres, no lo descuidemos o menospreciemos, pues su felicidad dependerá de ello.