Un buen cónyuge no se improvisa.

1°. Observa atentamente a su esposo o esposa, prestando gran atención a sus movimientos, estilo de comunicación y cicatrices psicológicas. Esto quiere decir que se toma tiempo para conocer al otro, para ponerse en su zapatos y para tratar de entender su modo de ser único e irrepetible y por lo tanto, valioso.


Algunos cónyuges llegan a  traducir señales, imitan gestos y posturas para generar la identificación necesaria para poder comunicarse de mejor forma. De este modo, el cónyuge que observa no solo aprende sobre el otro superficialmente, sino que le ofrece un ambiente de confianza para abrir su corazón, para platicar lo que a nadie más le ha contado, para ser como es sin miedo a ser rechazado. Cuando alguien se siente completamente acogido, aceptado y querido, se siente fascinado por el cónyuge que lo acoge.

Pero esta acción tiene que ser sincera, tiene que estar impregnada de delicadeza, de autenticidad, de amor, no debe de llevar ningún otro objetivo que fortalecer la unidad; porque de no ser así, si lo que se busca es la manipulación del otro, éste, irremediablemente, tarde o temprano, se dará cuenta de ello con nefastas consecuencias para la relación: el cónyuge manipulado se sentirá desconfiado, con suspicacias y la comunicación se cerrara, porque sentirá miedo. Por lo tanto, el único propósito válido es compartir el mejor trato humano de ida y vuelta.

2°. Los cónyuges que conservan su amor en el tiempo, con frecuencia pero sin avasallar: se llaman con frecuencia, se miran a los ojos el tiempo justo para no sentirse intimidados, pero suficiente para sentir interés, se escuchan con atención, se atienden con delicadeza, se otorgan la razón, se ceden el poder, se reconocen los logros, muestran lo importante que es uno para el otro, se ayudan a ser mejores, juntos se sienten más inteligentes, sensibles y divertidos, su unidad exalta su masculinidad y feminidad, y captan sus genuinas virtudes. Crean un mundo que gira alrededor de su unidad, donde ambos se dan y acogen incondicionalmente, donde solo entre ellos se sabe lo que realmente valen y son capaces. Este tipo de cónyuges muestran interés mutuo y expresan verbal o gestualmente el impacto que les provoca el otro. No se dejan invadir por la mediocridad y la monotonía.

3°.  Un paso más es el que dan al proveer las necesidades íntimas del cónyuge. Todos padecemos de una necesidad profunda de amor, que aunque solo Dios es capaz de llenar, en el matrimonio encuentra su expresión más hermosa y completa. Los cónyuges que se aman por muchos años, sienten placer juntos, alimentan las necesidades físicas, afectivas, psicológicas, intelectuales y volitivas mutuas. Un matrimonio bien estructurado y funcional es la mejor fórmula para aumentar la autoestima, seguridad, diversión, valentía, servicio, comunicación mutua. Los cónyuges se van conduciendo a través de la vida con suavidad hacia su destino de amor. El amor comprometido e incondicional prorroga la acción, la fantasía de lo que vendrá; la creatividad se dispara, trabaja, imagina; la inteligencia anticipa, piensa, elige. La vida conyugal se dinamiza. La unidad trabaja de maravilla.

Pero en este momento, el riesgo es que se crea que este es un estado permanente y se mantendrá por su misma inercia. Si los cónyuges se distraen, si se confían, por hallarse instalados cómodamente en el pensamiento y en el ser del  otro, corren el riesgo de que la relación se vaya enfriando, el trato delicado se descuide, que las miradas se desvíen, que la creatividad se ocupe en otros fines, que el tiempo se vacíe del otro. Independientemente de que caiga uno o ambos cónyuges, la consecuencia es que la unidad se verá fracturada y la relación dañada, más o menos dependiendo del tiempo y del tipo del descuido. En principio surge el pánico a la pérdida, pero más tarde, la incredulidad, la sospecha, la desconfianza, el deseo de cerrarse para el otro, de excluirlo de la propia vida.

No hay que olvidar que está en las manos de ambos cónyuges el gobierno de su matrimonio, poseen el control sobre lo que su matrimonio es, pueden usar su inteligencia y pueden manejar a voluntad la felicidad o la desesperación que vivan dentro de su matrimonio. Y si saben conservar y cuidar las 3 actitudes mencionadas de: observación, conocimiento, comunicación, dentro de una dinámica de don y acogida mutuos, su amor se mantendrá en el tiempo, aún si han caído. Recordemos que no somos perfectos, que esta es la primera y única vez que vivimos y que por eso, podemos equivocarnos, pero también podemos reparar nuestros matrimonios. Los cónyuges que estén consientes de esto tienen la batalla ganada.

http://encuentra.com/matrimonio/mantener-el-amor-a-lo-largo-del-tiempo/

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