La educación del amor o sentimental es la gran asignatura pendiente de nuestras sociedades, asistimos a un cierto analfabetismo sentimental, y en algo tan serio e importante como el amor y la estabilidad conyugal es algo que merece la pena plantearse, pues hay muchas personas que sufren por ello.

No tener las ideas claras puede tener un elevado costo. Contra ello se erige el amor inteligente que es aquel que se expresa con una afectividad madura, que pone sobre la mesa los sentimientos y la razón pero sin perder la ternura ni la espontaneidad, y que comparte unos ideales que lo hacen trascendente.


Se ha puesto de relieve la paradoja de que frente a los grandes avances científico
s y tecnológicos hay un fuerte retroceso en la formación humana, que nos imposibilita para mantener una relación con el otro que favorezca un amor sano, equilibrado, sin falsos idealismos y realista.

He aquí unos consejos para que podamos superar los contratiempos en la relación de pareja.

Dar y recibir amor: el amor es entregarse al otro, buscando lo mejor para él.

Lo importante es lo pequeño: el mejor amor se echa a perder si no se cuida a base de pequeños detalles que hacen agradable la convivencia. Es como una planta a la que hay que cuidar y mimar.

No ser excesivamente susceptible: ser hipersensible es nocivo pues puede llegar a convertir la convivencia en algo insoportable.

Evitar discusiones innecesarias: aprender el arte de aceptar distintos criterios. Aquí se mezclan con arte y oficio, el saber ceder, el saber encajar y la capacidad para zanjar un tema sin v
olver obsesivamente sobre él.

Tener capacidad de reacción: hay que evitar que las tensiones y problemas impidan el diálogo durante horas o días, gestos negativos, lenguaje crítico hacia el otro.


Adquirir habilidades comunicativas: muchos problemas en la pareja se deben a errores en la comunicación. Hay que aprender a respetar al otro, mostrándolo con palabras, gestos y acciones, saber ponerse en su lugar, cuidar el lenguaje verbal.

Procurar que no salga la lista de agravios: aquí la palabra es plata y
el silencio es oro. Aprender a callar cuando es redundante hablar, cuando solo sirve para pelear, es el mejor argumento para evitar agravios y recriminaciones que solo conseguirían envenenar a la relación.

Tener el don de la oportunidad: para plantear cualquier cuestión conflictiva o ante una decisión importante, se ha de evitar hacerlo en los momentos de cansancio o tensión.

Intercambiar recompensas: ello requiere compenetración y estar atento a las necesidades del otro. Estas cosas son las que rompen la monotonía y dan salsa a la relación.

Fuente: tnrelaciones.com

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