



Uno de los errores más extendidos acerca del matrimonio es casarse para ser feliz. Y es que la felicidad no se consigue empeñándose en ser feliz, sino procurando que lo sean los demás. Ya lo decía Kierkegaard: “Curiosamente, la puerta de la felicidad no se abre hacia dentro, quien se empeña en empujar en ese sentido sólo consigue cerrarla con más fuerza. Se abre hacia fuera, hacia los otros”.
La experiencia enseña con creces que cuando uno se siente triste, es cuando más necesita pensar en los demás, ya que muchas de las causas de la tristeza están relaciona
das a enfocarse en uno mismo y ver su propia realidad sin tener en cuenta la de las demás. Muchos problemas de “crisis” en el matrimonio sólo existen en la cabeza de quien los piensa que al no tener un dominio de su imaginación, provoca que realmente contaminen el matrimonio.
Uno de los mejores escritores actuales sobre estos temas, Javier Vidal Quadras, nos dice en su libro, Después de amar te amaré, que empeñarse en la propia felicidad es billete seguro a la frustración, a la depresión. La felicidad, es como el sueño en una noche de insomnio: cuanto más se concentra uno en conseguirlo, más esquivo se hace. Sin embargo, si, como dicen los especialistas en sueño, uno se olvida, se levanta, lee…entonces es más probable que el sueño acuda. Amar a los demás requiere esfuerzo. Pero es un esfuerzo muy bien remunerado: olvidarnos de nuestra felicidad tiene como recompensa esa misma felicidad: ¿Una extravagancia de la naturaleza humana? Por el momento, un dato de la experiencia.
Las personas más felices son las que pueden controlarse a sí mismas, que están preparadas para afrontar los problemas de la vida y sacar provecho de ellos. Lo confirman diversos estudios, hace poco leí uno en que indicaban que ante una crisis matrimonial, quienes deciden luchar y seguir adelante son mucho más felices que quienes decidieron divorciarse.
La felicidad que proporciona el saberse querido, la realización de una buena obra o el éxito de una actividad que costó mucho esfuerzo superan con creces la felicidad “material” del tener, y además se alarga en el tiempo.
La conclusión final es que uno no va al matrimonio para ser feliz, sino para hacer feliz al otro. Se trata de esforzarse cada día. Quien renuncie al esfuerzo ha firmado la sentencia de muerte de su matrimonio. Con la conciencia tranquila de saber que estamos dando todo lo que esté a nuestro alcance y lo que no para mejorar en nuestra familia y en nuestro trabajo, la alegría está asegurada, pase lo que pase. Se trata de luchar, no de vencer siempre. Sólo pierde el que no da todo lo que lleva dentro.

Lo que no conviene hacer cuando vives en pareja.
11:49
|
0
comentarios
|
relacion de pareja,
union conyugal

* Esperar a que mi pareja adivine lo que quiero y necesito, a que se adelante a mis deseos antes de formulárselos, a que renuncie a su vida personal y me coloque en el centro de su existencia, a que sea la procuradora de mi felicidad.
* Responsabilizarle de mis frustraciones, de que lo que obtengo de mi vida de pareja no se corresponde con mis expectativas, de los cambios que he tenido que introducir en mi vida.
* Competir por quién es más o menos, mejor o peor, quién le debe más o menos al otro, quién es esto, aquello o lo otro, quién es el que más pone para mantener viva la pareja.
* Ser infiel al proyecto en común, pero no entendido exclusivamente como las relaciones sentimentales y/o sexuales con otra persona sino en su totalidad. Para no perjudicar a nuestra vida en pareja hemos de mantenernos leales al compromiso adquirido, trabajar día a día para reavivar ese proyecto común, intentar que esa ilusión inicial, ese amor, crezca; o, al menos, se mantenga y la vida resulte gratificante para ambos.
* Acumular, sin sacarlos a la luz y sin comentarlos de forma relajada, desaires, desacuerdos, enfados, reproches, faltas de respeto y desilusiones,.
* Dudar de la otra persona. Las fisuras por falta de confianza suponen el inicio del resquebrajamiento de la pareja. Es difícil, y muy duro, amar a alguien de quien se duda.
* Permitir o propiciar los silencios ante situaciones que pueden provocar un desencuentro o bronca. Positivicemos: una circunstancia crítica puede ayudar a aclararnos, a adoptar compromisos y acuerdos. El silencio es el vacío y en éste (aunque en principio pueda resultar apacible y llevadero) no hay nada.
* Renunciar a formular nuestras quejas, necesidades y querencias de una forma clara, concisa y directa. Hemos de mostrar una clara intención de negociar cambios concretos y de acordar en firme con plazos determinados, todas las cosas que planteamos.
* La ironía, el sarcasmo, la crítica destructiva, el grito, el insulto, la ridiculización, la descalificación o el desdén al dirigirnos a la otra persona. Las formas cuentan, y mucho. La familiaridad no debe convertirse en ordinariez, falta de respeto o grosería. Hemos de procurar que las discusiones tengan un cierto protocolo, unos límites que no conviene sobrepasar. Todo puede decirse con un mínimo de corrección y respeto al otro. Lo cortés no quita lo valiente. -Culpabilizar al otro de todo cuanto no ha salido como esperábamos.
* Gestionar mal las cosas prácticas. Una vida en común tiene muchos aspectos tangibles,
prácticos y cotidianos sobre los que hay que llegar a acuerdos. Hemos de hacer frente a tareas domésticas, gastos y otros cometidos familiares. Habrá que hablarlo y ver cómo vamos a organizar los gastos, la distribución de las tareas domésticas, la crianza de los hijos o, incluso, las vacaciones. Lo mejor es una negociación continua que se adapta a cada etapa de la relación.
* Creer que sólo existo en cuanto que miembro de la pareja. La relación es cosa de dos, pero de dos que suman. Por tanto, empieza por uno mismo y es por ello que me cuido física y anímicamente, me mimo y hago de mi vida una vida rica en situaciones, experiencias nuevas y sensaciones; en esa medida, aporto riqueza a esa relación. Cada uno tiene su propia vida y la pareja es la expresión de dos vidas que se unen para sumar, para aportar la una a la otra.
Lo que es un problema para ti, puede no serlo para el otro
11:40
|
0
comentarios
|
conflicto,
consejos,
matrimonio

Un punto de vista biológico de la Infidelidad
10:45
|
0
comentarios
|
antropologia del amor,
conflicto






3 tipos de atracción para el bienestar de una pareja
8:52
|
0
comentarios
|
consejos,
relacion conyugal,
relacion de pareja
Atracción física.
Cuando iniciamos una relación, generalmente el primer elemento que nos atrae hacia la otra persona es su aspecto exterior. Curiosamente esta entre las cosas que ms tienden a descuidarse una vez que se establece la pareja. No es raro ver que "una vez atrapada la presa" dejamos de cuidarnos físicamente, engordamos, dejamos de rasurarnos o peinarnos, descuidamos nuestro vestido y apariencia, aparecen los tubos en el pelo o por la noche las cremas en la cara... Dejamos de tener el esmero que mostrábamos durante la fase del cortejo o del noviazgo. No importa cuanto tiempo tenga la pareja de establecida: es importante tratar de seguir siendo atractivos físicamente para la o el compañero.

Atracción intelectual.
Este punto se refiere a la necesidad, muchas veces olvidada, de que a lo largo del tiempo se busque seguir teniendo intereses comunes. Muchas veces la casa, los hijos o la familia se convierten en lo único de lo que pueden hablar; se pierde todo aquello que durante la fase del noviazgo era pertinente solo a los dos y consecuentemente ello lleva al tedio y a la falta de interés. Es necesario seguir compartiendo cosas exclusivas de los dos. Cuando novios era muy importante "poder estar solos", pasear tomados de la mano por un parque o sentarse en una banca o en un café por horas y horas hablando de los dos y de "esas cosas" exclusivamente nuestras.
Atracción afectiva.
Para que una pareja subsista armoniosamente se requiere que exista un sentimiento hacia el otro. Puede dársele el nombre que se quiera, pero lo más común es hablar de amor. Es cierto que los filósofos y los escritores discuten mucho sobre el significado verdadero de este término tan utilizado por tantos y pocas veces concretado en cuanto a lo que quiere decir. Sin embargo, tratando de hacer las cosas sencillas podemos decir que en el seno de una pareja debe existir un sentimiento hacia el otro que se concrete en la frase: "te amo, me importas". Ello implica que si me importas deseo tu bienestar, tu crecimiento, tu desarrollo, tu independencia y tu felicidad. Este es el verdadero amor en el seno de la pareja, y no el sentimiento posesivo y controlador que suele ser la regla.
¿Cuándo hacer terapia de pareja?
10:19
|
0
comentarios
|
amor conyugal,
conflicto,
matrimonio,
relacion conyugal
Es importante asumir que al formar pareja, literalmente, dos mundos se encuentran y a veces chocan estrepitosamente, si se piensa que cada uno proviene de diferentes familias e historias familiares, y que esto de por sí crea grandes diferencias en la forma de encarar la vida: toda
una “filosofía familiar” en el tema de los valores, educación. Tampoco hay que olvidar las singularidades en personalidad o temperamento, características físicas, inteligencia, hábitos, costumbres y las oportunidades de desarrollo
personal de cada uno.
Para llevar adelante la relación de pareja se vuelve urgente aprender a ser buenos administradores de cuestiones prácticas y bien concretas. O sea, aprender EL ARTE DE COMUNICARSE EFICAZMENTE Y NEGOCIAR
Por ejemplo negociar qué harán juntos y qué harán por separado. Se trata de una simple definición de espacios personales y de espacioscompartidos en donde quedará más claro cuanto dependerán mutuamente y cuan independientes serán el uno del otro.

por ejemplo:
Qué espera cada uno del otro
Qué hace mejor cada uno
Qué piensa cada quien
Cómo serán asumidas las responsabilidades propias
Cómo administrarán la relación con los suegros, con las amistades etc.
Cómo serán los criterios educativos para con los hijos
Cómo administrarán los gastos, las diversiones etc
Este aprendizaje de la vida en común les orientará a preservar la propia individualidad sin invadir, ni obstruir y menos aún, destruir al otro.
Aprender a crecer juntos es un desafío interesante. Ser “uno mismo” pero a la vez respetar la individualidad de la pareja.
La vida en pareja también es una empresa en la que existen tres elementos:
TU, YO, NOSOTROS. Dos personas, tres elementos, cada uno significativo,
cada uno haciendo posible al otro. YO te hago posible a Tí, Tu me haces
posible a mí. TU y YO hacemos posible al NOSOTROS.
Lo que en Terapia de Parejas se trabaja es el vínculo, Cada uno es responsable del 50% de la Empresa matrimonial, y ninguno es “malo”, pero pueden tener puntos de vista opuestos, lo que crea conflicto. Así, encaramos la tarea de tal forma que esas diferencias, en lugar de llevar a pique a la relación, la enriquezcan.
La realización plena del amor inicial de la pareja, dependerá de cómo los dos hagan funcionar el TU-YO- NOSOTROS. Este es un proceso, es el CÓMO de la relación. Este proceso se va formando con las decisiones que ambos toman y la forma de actuar al respecto. Son las cosas que antes hacían solos y que ahora tienen que hacer en común. Cuando las parejas comprenden sus propios procesos, sienten un gran alivio ya que se liberan de una situación confusa y tienen muchas ganas de “volver a empezar” y hacer las cosas bien, conscientemente. Se puede decir que el amor vuelve a florecer
¿Qué beneficios trae para la pareja, el entorno familiar y la misma estabilidad de la pareja?
En esta época de tanto “stress”, confusión e incertidumbre que estamos viviendo,más que nunca se hace importante recuperar el valor de la familia y de la vida en pareja estable, haciendo del hogar un sitio de paz y bienestar. Esto es posible aprendiendo a conocerse mejor, a comunicarse eficazmente y ejercitarse en tolerar y respetar las diferencias.
Bien vale la pena el desafío, pues de mejorar la calidad de vida se trata y un buen clima en el hogar beneficia tanto a la pareja como a los hijos.
Se recomienda no esperar tanto tiempo para iniciar una terapia de pareja debido a que, se corre el peligro de que se acumulen frustraciones y resentimientos inútiles y es mejor cambiar lo antes posible los patrones disfuncionales.
El apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o a una persona determinada y está originado por la creencia de que sin eso no se puede ser feliz. Se compone de dos elementos, uno positivo y otro negativo, el elemento positivo es el fogonazo del placer y de la emoción, el estremecimiento que se experimenta cuando se consigue el objeto del deseo. El negativo es la sensación de amenaza y de tensión que lo acompaña. Por su propia naturaleza el apego hace vulnerables a las personas al desorden emocional y desintegra la paz. La semilla del apego sólo puede germinar en la oscuridad de la ignorancia, del engaño y de la ilusión.

En el ámbito de la pareja, el apego es muy dañino porque el mismo ímpetu que aglutina es el responsable de provocar el mayor sufrimiento y el final de la relación. Es fácil dejarse engañar por el apego porque en muchos aspectos superficiales se asemeja al amor de verdad. El sentirse apegado a las personas, objetos o situaciones es parte del condicionamiento de todo ser humano hasta que este empieza a ser consciente de sus necesidades y temores. En el momento que se da cuenta de que lo que creía amor tenía que ver más con su necesidad es posible que esté preparado para pasar del apego al amor.
Pasar del apego al amor.
Estar completamente libre de apego es prácticamente imposible en una pareja. A lo largo de la vida hemos aprendido a tener miedos y hemos llegado a pensar que algo externo a nosotros nos llegaría a proporcionar una seguridad. Así, todos albergamos necesidades que creemos que el amor nos va a cubrir. Pero es importante saber que no existe ninguna sensación de seguridad perdurable si esta depende de factores externos, ya que nunca podremos controlar los cambios imprevisibles de la realidad.
Amar sin temor es algo que forma parte del crecimiento personal y de la certeza de que ya lo tenemos todo dentro de nosotros. Tenemos lo suficiente para ser felices.
El apego surge cuando nos identificamos con esa persona o situación y llegamos a convencernos de que la necesitamos para ser felices. El ego humano llega a planear cualquier cosa con tal de mantener a su objeto de apego dentro de su esfera de influencia y control. En su forma más leve, el apego se manifiesta como atadura, ya que trae consigo la idea de que el objeto de deseo nos aporta algo que no poseemos: felicidad, seguridad, el sentirse amado, cuidado, importante, validado… La pérdida del objeto produce dolor, rabia o depresión.
La diferencia primordial entre apego y amor es el factor libertad. El amor jamás restringe el libre albedrío del otro. Estar apegado crea la falsa creencia de que el amado refuerza nuestra identidad. Miedo y necesidad son las emociones que subyacen al apego. Miedo a estar en el presente, a enfrentar lo desconocido o a perder el objeto del amor.
¿Mi amor es apego?
Para saber si estamos amando de forma apegada habría que hacerse las siguientes preguntas:
* “¿Existe alguna situación o persona de la cual me siento dependiente o estrechamente ligado?”
* “¿Necesito algo de esa persona o situación?”
* “¿Qué haría o sentiría si esta persona quisiera dejarme o si esta situación particular se terminara?”
* “¿Sería capaz de aceptar dejar ir a esa persona o que la situación finalizara? En el caso de la persona, ¿sería capaz de seguir sintiendo amor por la persona que me ha dejado?”
Transformar el apego en amor.
Observarnos a nosotros mismos para darnos cuenta de las ataduras que nos unen a la pareja. La clave para darnos cuenta de eso es la presencia de dolor. Por ejemplo podemos observar cómo reaccionamos, si tenemos expectativas demasiado altas, si ya no tratamos a nuestra pareja como a un amigo respetado. Podemos percibir nuestras motivaciones para decir lo que decimos y advertir si es el miedo el que nos impulsa.

Responsabilizarnos de nuestras decisiones en lugar de sentirnos víctimas. Sentirnos dueños de nuestra propia felicidad. Sentirnos menos “importantes” al focalizar con humildad en nuestro interior en lugar de hacer al compañero objeto de atención y crítica constantes.
Aprender a amar es transformarse en un ser amoroso que transmite amor. El amor no es un bien escaso cuando se transforma en actitud. Tendríamos que sustituir el sustantivo por el verbo y pensar en el amor como acción. De este modo es imposible sentir soledad, ya que el amor hace posible estar unido íntimamente a todo lo que nos rodea, experimentar la verdadera felicidad, y atraer magnéticamente el amor de otros seres que aman de igual modo.
Matrimonios religiosos va “a la baja” y los divorcios “a la alta” ¿por qué?
15:55
|
0
comentarios
|
matrimonio,
union conyugal

Felicidad versus alegría
Muchos se confunden porque creen que ser feliz es lo mismo que estar dichosos y alegres, y hay una diferencia monumental entre estos dos conceptos.
La alegría y la dicha es un estado emocional, usualmente pasajero, que ocurre cuando algo ha llenado de gozo tu corazón, como cuando te regalan algo que has querido hace mucho tiempo, cuando tienes una ganancia monetaria adicional, o cuando pasas un buen tiempo con tu pareja.
La felicidad es una actitud ante la vida. Es un estado mental que te lleva a pensar que la vida tiene siempre un lado positivo, eres capaz de ser optimista, tienes compromiso con tus sueños y vas en dire

Como ves, hay diferencia. Algunos creen que es lo mismo. Se casan para ser felices, pero como ven que en el matrimonio no todo es alegría y dicha, cuando estos factores faltan, en vez de trabajar por el matrimonio, salen corriendo.
¿Matrimonio feliz = matrimonio sin problemas?
Esto es otro engaño. ¿Quién dijo que un matrimonio feliz implicaba tener una vida libre de problemas?
Pues no. Los problemas y las circunstancias adversas son parte de la vida. Te acompañarán el resto de tus días. Están allí para hacernos crecer.
El matrimonio está repleto de conflictos, problemas, diferencias y momentos difíciles. Como dije, están allí para hacernos crecer como pareja, no para acabarnos.
Esto también es importante aclararlo, pues cuántas parejas no se separan día a día porque “tienen problemas”. Creen que cuando se casan, ser felices implica no tener problemas. Cuán equivocados están.
Y entonces, ¿qué es un matrimonio feliz?
Ya has visto que un matrimonio feliz no es el que siempre tiene momentos dichosos, ni es un matrimonio libre de conflictos.
Un matrimonio feliz es aquel en el cual ambos miembros crecen en intimidad, con metas y planes juntos, emocionados por sus vidas y por sus proyectos, que saben trabajar en pareja a pesar de las diferencias entre ellos.
Los miembros de un matrimonio feliz tienen actitud positiva ante los problemas de la vida, se apoyan mutuamente en los momentos difíciles, tratan de resolver los conflictos de la manera más madura, teniendo en cuenta el punto de vista del otro.
En un matrimonio feliz reina el diálogo, la comprensión, la compasión, el compromiso y el amor maduro. Siempre viven tranquilos porque tienen un sistema de valores que edifica la relación.
Además, en un matrimonio feliz hay sintonía y conexión entre ambos miembros, hay empatía y transparencia. Ambos crecen uno al lado del otro, compartiendo sueños juntos.
Como puedes ver, el concepto de matrimonio feliz es mucho más de lo que se nos dice habitualmente. Implica mucha madurez y un compromiso sólido con la relación.
Fuente: Guillermo M. matrimonio-feliz.com

La coodependencia más común es la de una pareja en la que unos de sus miembros sufre una enfermedad o una adicción, el otro dedica su vida a cuidarle y a ayudarle pero sin dejar que se cure completamente, ya que, lo que da sentido a su vida es sentirse útil y necesitado.
Esto explica que hay personas que tienen un rasgo común en todas sus relaciones, siempre se enamoran de alcohólicos, personas sin trabajo que hay que mantener, personas que necesitan algún tipo de ayuda.

La coodependencia puede provocar también una serie de síntomas psicosomáticos inespecíficos, dolores de cabeza, desarreglos digestivos menstruales, insomnio o trastornos psicológicos o enfermedades como la depresión, la obesidad, la bulimia. Los primeros síntomas de alarma serían no estar a gusto, no sentirse feliz, no querer llegar a casa, no sentir deseo. Ante esto siempre cabe preguntarse a uno mismo que me pasa.
El temor de comprometerse:
El miedo a la intimidad, al compromiso, a la dependencia amorosa que hoy día se da con mucha frecuencia es también un tipo de relación dependiente. Hay muchas personas que cuando les surge el deseo, la atracción por alguien o se enamoran les aparece automáticamente el miedo a la dependencia, al compromiso. Suelen darse estas situaciones en personas con experiencias anteriores dolorosas y frustradas o en personas con padres separados.
Soluciones:
1.- “Esto es lo que quiero para mi”? También es bueno habituarse a poner la atención en las virtudes del otro y no en los defectos, pues en lo que ponemos pensamiento y atención se reproduce (si creo y pienso que mi pareja es infiel, crearé las condiciones para eso).
2.- Hablar con parejas amigas que sean felices y preguntarles como lo lograron. Ellas tienen una información que tu ignoras, busca conocerla. Nuestro ego nos invita a envidiar, porque maneja un concepto estrecho de escasez, hay que hacer caso al espíritu, quien sabe que hay amor para todos, entonces intentemos y copiemos, no envidiemos.
3.- Trabaja contigo mismo. La principal fuente de frustración al nivel de pareja es querer cambiar al otro, olvídate del otro. Comienza a buscar todo lo que puedas hacer para ayudarte, sanar las heridas de tu niño interior y alimentar bien tu mente subconsciente, pues ella siempre ejecuta lo que lleva dentro.

Si tienes pareja y las cosas no van bien, haz lo mismo, pues al tu mejorarte mejora el otro. Ahora, si hay muchas cosas que te molestan del otro, inconscientemente te estás diciendo que es la persona errónea y quieres cambiarla. El trabajo personal te dará dos alternativas:
a). Si la persona con la que estás es quien mereces, comenzará a darte el amor que esperas.
b). Si no es la que te conviene, se irá y vendrá otra como la que quieres. Si la incomodidad es muy grande, no duermes, estás sufriendo, perdiste el apetito, estás preocupado, sal cuanto antes de allí, Haz caso, después vienen cosas peores: enfer-medades graves, grandes conflictos, violencia. Cuesta, es muy difícil, el cuerpo emocional siente un gran vacío, pero hay que abandonar la relación, parece broma pero pueden caer en el estado que escribe la canción de Shakira: sorda, ciega, loca, muda... y además la parte psicológica no tiene cirugía que la repare una vez se pierde la salud.
Un lema para todos: UNA RELACIÓN DE PAREJA ES SIEMPRE PARA ESTAR MEJOR. Una buena relación es un contrato entre dos, donde ambos hacen lo que está a su alcance para hacerse mejor la vida. Si no, no hay relación, pues tener pareja no es para competir, cambiar al otro o descargar las neurosis que padecemos.
Renuncia a sufrir, decrétalo, grítalo, escríbelo, comprométete contigo mismo a respetarte y darte amor. Primero renuncia a lo que no quieres, luego elige y afirma lo que deseas para ti. Ámate a ti mismo, no vivas la fantasía de creer que si llega alguien que te ame todo se resolverá.
Si tu generas amor, atraerás amor; el gran secreto de oro para vivir una gran relación es amarse a uno mismo, no te sacrifiques por nadie, pues te desequilibrarás, siempre tú en primer plano.
Pide a Dios que te ayude a encontrar el plan que El tiene para tu vida, pues no estamos llamados a vivir desdichados, sino a vivir en Amor y desde el Amor, pues venimos de un Dios que es todo Amor. OLVIDA Y PERDONA, lo que te tocó vivir tenía un sentido aunque no lo comprendas.
No existen relaciones afectivas perfectas, las relaciones humanas, más la de pareja, son una herramienta muy valiosa y fuerte de evolución; siempre vamos a compartir con personas que nos dan la posibilidad de aprender algo y crecer. De nosotros dependerá elegir entre maestros “cariñosos o violentos”.

Pareja y convivencia: problemas comunes.
12:14
|
0
comentarios
|
amor conyugal,
consejos,
matrimonio,
relacion conyugal,
relacion de pareja
Aunque en un principio la relación con nuestro amado sea un sueño hecho realidad, en toda convivencia los problemas tarde o temprano aparecen, y de ambos depende poder aprender con ellos: nuestra capacidad para resolverlos podrá ayudarnos a crecer como pareja o a desgastar la relación al punto de precipitar su final.

Los principales problemas de las parejas que conviven tienen que ver justamente con la rutina. Al pasar gran parte de nuestro tiempo junto a nuestro novio o marido, comienzan a molestarnos los detalles que hasta el momento de convivir no teníamos en cuenta. Hasta algunas características de su personalidad que nos parecían graciosas o adorables pasan a convertirse en defectos.
En este sentido es muy importante respetar la individualidad del otro y tener la capacidad de adaptarnos. Esto vale para ambos, porque seguramente hay cosas de ti que a tu pareja tampoco le agradan: el equilibrio consiste en ser más tolerantes y al mismo tiempo evitar repetir formas de conducta que fastidian.
Y sin lugar a dudas, como en toda relación, lo más importante para resolver los problemas de pareja que provienen de la convivencia es hablándolos. La falta de comunicación es la principal responsable por el fracaso de una pareja; jamás tengas miedo o vergüenza de expresar lo que piensas ni lo que sientes porque así te pierdes la gran oportunidad de vivir una convivencia feliz.
Fuente: femenino.info