Escuchar Es la primera condición para el diálogo. Por experiencia sabemos que nos caen muy bien aquellas personas que saben escuchar. Para comprender al otro es necesario que nos pongamos en su lugar y abandonemos nuestros pensamientos, sólo así lo entenderemos y conoceremos. De lo contrario nos pasa que “entendemos” lo que queremos entender.

Repetir Una buena forma de asegurarnos que hemos comprendido es repetir lo que nos ha dicho el otro, con nuestras propias palabras, pidiendo que nos confirme si hemos entendido bien. Esto le muestra al otro que nos interesa. En cambio ridiculizar lo que el otro dice siempre hiere en el alma.

Responder En la comunicación debe haber respuesta, puede bastar con un “sí… es cierto… sin duda… de acuerdo…” Esto confirma que el mensaje ha sido recibido. Evitar responder con el silencio o con un “hum… mmm…”.

Adecuar los gestos a la palabra Ser coherentes con lo que decimos. Cuando se dice “te escucho” entonces cerrar el periódico o apagar el televisor. Cuando ella se va a demorar en arreglarse no decir “ya estoy casi lista…” sino decirlo cuanto antes y con sencillez.

Valentía En la relación hay muchos sentimientos en juego, esto le da una gran riqueza pero también lo vuelve frágil y está expuesto a crisis. Es importante ser valientes para descubrir el origen de las tensiones, abrir el corazón y examinar el problema. No ganamos nada dejándolo ahí pues con el tiempo crece, se generan mayores resentimientos y por último uno culpará al otro por no haberse dado cuenta a tiempo.

Espíritu positivo Para corregir detalles del otro debemos hacer las observaciones oportunas de la forma más positiva posible, de modo que sea aceptable y no un reproche amargo. Es decir en lugar de lanzarle en la cara lo equivocado que está, decirle en buen plan y con cariño cuán importante es para uno y lo positivo que sacarían si pudieran corregir ese detalle.

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