Los celos están considerados como una emoción. Así existe el odio o el amor, los celos, en el marco de una relación de pareja, en su defecto pueden causar la desconfianza del prójimo y en su exceso, la ruptura de la relación afectiva.
La emoción y la ansiedad ante la posible pérdida de nuestra necesaria figura de apego, la que nos brindaría seguridad psicológica, puede ser una reacción natural ante la posible pérdida de nuestra pareja. Lo que determinará que los celos sean patológicos o normales es su intensidad y el hecho de que se deban a una causa justificada o infundada.
Los celos en el matrimonio
En el matrimonio, los celos pueden llegar a ser útiles, porque actúan como un generador de energía en la pareja. Desde este punto de vista, cada uno se llegaría a esforzar para mantener encendida la llama del amor.
De esta forma, pueden tomarse como una reacción de alerta ante un bajón amoroso de cualquier miembro de la pareja. Así, los celos serán saludables y constructivos.
Pero una desconfianza excesiva. La limitación de libertad de la pareja para ser el eje exclusivo de su vida puede hacer que fracase un matrimonio. En toda dificultad de encontrar el término medio, en este caso, las reglas y los límites deben establecerse por ambas partes.
¿Cómo acertar?
En algunas parejas, los celos no tienen cabida alguna en la relación. Mientras, para otras, la falta de este sentimiento puede ser un indicativo de falta de interés. Normalmente en las parejas recién formadas, los celos es un índice para verificar si la otra persona está realmente interesada.
La persona celosa reclama un sacrificio, desea ser amado incondicionalmente, siendo incapaz de sacrificarse, puesto que suele ser demasiado egoísta y desconfiado. Por estar necesitadas de estima, suelen demandar constante aprobación.
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