• Comienza tu día con una oración reflexionando en el sentido del tiempo de adviento que es la preparación inmediata para la celebración de la Navidad.
• Haz un propósito pequeño que te lleve a pensar en los demás.
• Escribe un mensaje de navidad a una persona de la que estés alejado.
• Deja una carta de Navidad debajo de la almohada de tus hijos pequeños.
• Piensa qué persona pobre o necesitada requiere un detalle de cariño tuyo.
• Si tienes una empleada de servicio no esperes la Navidad para darle un regalo. Dile ahora mismo cuánto aprecias el trabajo que hace por ti.
• Incluye en tu lista de regalos a tu parroquia, una comunidad de religiosas, un asilo de ancianos y tu empleada de servicio. Haz algo especial para ellos junto con tus hijos pequeños.
• ¿Tuviste un año difícil con un empleado, un amigo o tus hijos? Sería bueno que pidieras perdón e hicieras las paces.
• ¿Hay en tu corazón alguna espina contra alguien que no te apreció, te hirió o te ignoró? Sería maravilloso recomenzar.
• Háblales a tus hijos pequeños de lo que es el perdón y busca si ellos guardan algún sentimiento contra alguien para que con amor de niño perdonen.
• Háblales a tus hijos adolescentes del perdón, profundiza en las formas en que puede deformar la personalidad y dañar las relaciones. Motívalos a la acción de perdonar.
• Invita a un amigo que esté solo a un lugar bonito a almorzar.
• Hornea galletas de navidad para cada uno de tus vecinos, llévalas junto a tus hijos.
• Haz una lista de los defectos de carácter que no quieres que te dominen.
• Tómate un tiempo para apreciar más a tu familia y evoca momentos felices.
• Si alguien de tu familia no vive su fe como debiera, no le obligues ni te enojes. La mejor forma de hacer apostolado es con tu comportamiento.
¡Felices fiestas!
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