Hay quien mantiene que es el amor, y no el matrimonio, lo que hace una familia. Bajo esta óptica, lo importante no es la estructura familiar en sí, sino la calidad de las relaciones familiares. 
Otros argumentan que para mantener relaciones de alta calidad es necesario diluir la idea de un compromiso matrimonial de por vida. En esta nueva ética, el matrimonio sería condicional, de manera que las parejas sólo permanecerían unidas mientras las dos personas siguieran enamoradas. Estos argumentos ignoran los efectos del matrimonio y del compromiso normativo que este ejerce sobre las relaciones íntimas. Al ofrecer un apoyo legal y normativo a una relación (proporciona un expectativa de fidelidad sexual y compromiso de por vida, y equipara a los adultos con un estatus social único como cónyuges), el matrimonio fomenta mejores relaciones sentimentales y paternales que las ofrecidas por los conceptos alternativos al matrimonio. 

Esto explicaría, en parte, que los adultos casados disfruten de relaciones más felices y sanas, y menos violentas que los adultos que cohabitan o tienen relaciones de noviazgo. Igualmente, los padres casados disfrutan de relaciones de más apoyo y menos conflicto comparados con los padres que cohabitan o que, de alguna otra manera, están asociados sentimentalmente. En cambio, como hemos visto, los padres casados suelen tener mejores relaciones con sus hijos que los que cohabitan, los divorciados y los casados por segunda vez.

Algunas de las correspondencias entre la estructura familiar y la evolución de la familia son producto de la selección. Es decir, que las parejas con mejores relaciones tienen más tendencia a casarse y a permanecer en este estado. No obstante, y tal como expone este informe, la investigación sugiere que los apoyos sociales, legales y normativos proporcionados por el matrimonio fomentan mejores relaciones íntimas y mejores relaciones entre padres e hijos.

Lo mismo ocurre con la idea del matrimonio. Los individuos que valoran la institución del matrimonio –los que se oponen al divorcio fácil, los que creen que los niños deben nacer dentro del marco matrimonial y los que creen que el matrimonio es más beneficioso que la cohabitación- tienen mayor inclinación a invertir personalmente en su matrimonio y a disfrutar de relaciones matrimoniales de alta calidad. Irónicamente, los individuos que adoptan una ética condicional con respecto al matrimonio –la ética que sugiere que el matrimonio sólo debe durar mientras ambos cónyuges sean felices– suelen ser menos afortunados en sus matrimonios.

La investigación lo corrobora. Un estudio a lo largo del tiempo descubrió que aquellos individuos que se oponen al divorcio suelen dedicarse más a su cónyuge (incluso tras controlar la calidad inicial del matrimonio). Otra investigación reveló que los cónyuges, especialmente los maridos, tienen más tendencia a sacrificarse por su pareja si creen firmemente en el concepto de matrimonio. Recientemente, una encuesta entre mujeres casadas mostró que su satisfacción con el cariño y comprensión de sus maridos estaban alta y positivamente relacionados con los niveles de compromiso matrimonial compartido por ambos esposos. En relación a los hijos, otro estudio halló que los padres que están seriamente comprometidos con el matrimonio y con sus normas tienden a elogiarlos y cuidarlos más que aquellos que no lo están tanto. En definitiva, el compromiso con la idea de matrimonio mejora la calidad de las relaciones de la pareja y de ésta con los hijos.

Extraido del libro El Matrimonio Importa (Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales). Social Trends Institute Nuevea York - Barcelona.

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