La relación sexual es un elemento esencial en la vida conyugal. No se reduce a una actividad placentera y aislada. Adquiere el carácter de termómetro de la relación en sentido global. Pero la construcción de una relación sexual satisfactoria es también una tarea. Integrar lo erótico e instintivo en la entrega personal requiere mucho ejercicio de diálogo, transparencia y aceptación del otro. El sexo es espacio proceloso. Está llamado a convertirse en la gran fiesta del amor y de la unidad. Posee una gran fuerza de atracción. Con frecuencia es fuente de reconciliación y de cercanía. Suscita los más fuertes sentimientos de pertenencia y comunión. Ofrece un enorme repertorio de posibilidades de liberación y entrega incondicional.
Sin embargo, puede la sexualidad conyugal reducirse a una fuente de opresión y soledad, de dominio y manipulación. Los más fuertes sentimientos de dosificación y despersonalización están vinculados a un ejercicio inadecuado de la sexualidad conyugal. De hecho, se vive con frecuencia como humillación. Esta ambigüedad de la sexualidad hace frágil el camino del amor conyugal. Es menester mucho diálogo y paciencia para que el lenguaje sexual genital llegue a ser plenamente expresivo y comunicativo de la donación.
Fuente: http://encuentra.com/noviazgo_y_matrimonio/entender_el_noviazgo_y_el_matrimonio14860/
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