Tan simples como son, suelen dejarse a un lado o mirárseles con menosprecio. Pero démosle un poco de atención y tomemos nota de cuán importantes pueden ser cada uno de estos puntos.
Qué hacer
Orar juntos
Una pareja que reza junta se conecta en un nivel muy profundo. Se unen en sus creencias, metas y valoraciones en común, ganando gracias para su relación; por lo tanto se ligan emocional y espiritualmente.
Mostrarse afecto
No tema besar a su cónyuge frente a sus hijos ni olvide que tomarse las manos puede ser agradable y mágico. El afecto rompe las murallas que puedan haberse construido entre ambos.
Jugar y reír
Los momentos de alegría hacen que la pareja que sienta cómoda y feliz de estar junto a la persona escogida. Además de compartir las cargas de la vida común, no hay que olvidarse de disfrutar con el otro y hacerlo sentirse bien.
Alentarse mutuamente
Estar casados no significa que usted o su esposo/a no necesiten aliento. Todos lo necesitamos. Escuchar que alguien cree en usted o está alentándole en algo que le importa es importante para usted, y hace toda la diferencia en el mundo de sus sentimientos sobre sí mismo y los demás. A su pareja, le ocurre lo mismo...
Invertir tiempo en su relación
El más duro obstáculo para los padres - y para muchos profesionales - es encontrar tiempo a solas con el otro. Asegúrese de conseguirlo. Sea una hora tranquilos en su cuarto antes de dormir, o una cita afuera, hay que encontrar lo que mejor funcione y ponerlo en práctica, para que la relación se alimente con tiempo y atención. La planta que no se riega, muere de inanición.
Qué no hacer
Negarse a perdonar
Enseñamos a nuestros hijos a perdonar, y nosotros ¡también debemos hacerlo!
Algunas heridas toman más tiempo en cerrarse que otras, pero los rencores y resentimientos sólo alejan el amor, y dificultan mucho más el re encauzamiento de la pareja que ya ha sufrido un quiebre.
Burlarse del otro
El sarcasmo es la enfermedad más grande en nuestros hogares, y puede ser muy doloroso. La burla y los comentarios sarcásticos nunca construyen un hogar o un matrimonio. Hay que evitar este hábito dañino e intentar afrontar las discusiones de forma más considerada. El otro no es un enemigo, sino alguien a quien amamos y con quien estamos en desacuerdo en algún punto. No se debe perder este punto de vista.
Comparar a su cónyuge
Su marido tal vez no sea como el de su amiga, o viceversa, en algún aspecto que usted admira, pero usted tampoco es otra persona. Todos tenemos fortalezas y debilidades. Las comparaciones sólo aumentan las debilidades en lugar de fomentar las fortalezas, porque vuelven inseguro a quien es comparado. Y por lo demás, jamás es justo para nadie. Debemos dejar de hacer aquellas cosas que perjudiquen la autoestima y la confianza de los que amamos.
Criticar
Todos cometemos errores. La paciencia con los errores ajenos, y la indulgencia, facilitarán mucho la relación, y puede lograr mucho más que la crítica. Las relaciones en que la crítica es frecuente también desvalorizan mucho al "errado" y quebrantan la confianza entre ambos.
Culpabilizar
Muchos caen en esto. La culpabilización nunca resuelve nada, sólo divide a la pareja. Se aplica a esto lo mismo que a la crítica y la burla. Son todos medios malsanos de avanzar sobre el otro, como si fuese un enemigo o un contendor a quien debemos aplastar. Está claro que estos "métodos" no ayudan en nada a mejorar una relación.
Gritar y/o pelear muy fuerte
No estar de acuerdo o discutir es parte de cualquier relación matrimonial. Pero cuando comienza la tendencia de gritar, dar portazos, etc., puede convertirse en un hábito que termina destruyendo la comunicación. Aprenda a ser constructivo/a y práctico/a cuando no estén de acuerdo, o dése un tiempo hasta que sus emociones se calmen un poco.
Fuente: Revista Buen Vivir, Centro de estudios para la familia.(México)
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