Es muy fácil confundirse. Lo que entendemos por amor con frecuencia tiene más elementos de no-amor que de lo que compone el amor verdadero. Es sorprendente la paradoja: películas, canciones, prensa del corazón y nuestro mismo entorno utilizan hasta el desgaste la palabra amor para denominar todo aquello que es incompatible con el amor.


El apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o a una persona determinada y está originado por la creencia de que sin eso no se puede ser feliz. Se compone de dos elementos, uno positivo y otro negativo, el elemento positivo es el fogonazo del placer y de la emoción, el estremecimiento que se experimenta cuando se consigue el objeto del deseo. El negativo es la sensación de amenaza y de tensión que lo acompaña. Por su propia naturaleza el apego hace vulnerables a las personas al desorden emocional y desintegra la paz. La semilla del apego sólo puede germinar en la oscuridad de la ignorancia, del engaño y de la ilusión.

El apego es una falsa apariencia del amor y la gran responsable del fin de muchas historias románticas.

En el ámbito de la pareja, el apego es muy dañino porque el mismo ímpetu que aglutina es el responsable de provocar el mayor sufrimiento y el final de la relación. Es fácil dejarse engañar por el apego porque en muchos aspectos superficiales se asemeja al amor de verdad. El sentirse apegado a las personas, objetos o situaciones es parte del condicionamiento de todo ser humano hasta que este empieza a ser consciente de sus necesidades y temores. En el momento que se da cuenta de que lo que creía amor tenía que ver más con su necesidad es posible que esté preparado para pasar del apego al amor.

Pasar del apego al amor.

Estar completamente libre de apego es prácticamente imposible en una pareja. A lo largo de la vida hemos aprendido a tener miedos y hemos llegado a pensar que algo externo a nosotros nos llegaría a proporcionar una seguridad. Así, todos albergamos necesidades que creemos que el amor nos va a cubrir. Pero es importante saber que no existe ninguna sensación de seguridad perdurable si esta depende de factores externos, ya que nunca podremos controlar los cambios imprevisibles de la realidad.

Amar sin temor es algo que forma parte del crecimiento personal y de la certeza de que ya lo tenemos todo dentro de nosotros. Tenemos lo suficiente para ser felices.

El apego surge cuando nos identificamos con esa persona o situación y llegamos a convencernos de que la necesitamos para ser felices. El ego humano llega a planear cualquier cosa con tal de mantener a su objeto de apego dentro de su esfera de influencia y control. En su forma más leve, el apego se manifiesta como atadura, ya que trae consigo la idea de que el objeto de deseo nos aporta algo que no poseemos: felicidad, seguridad, el sentirse amado, cuidado, importante, validado… La pérdida del objeto produce dolor, rabia o depresión.

La diferencia primordial entre apego y amor es el factor libertad. El amor jamás restringe el libre albedrío del otro. Estar apegado crea la falsa creencia de que el amado refuerza nuestra identidad. Miedo y necesidad son las emociones que subyacen al apego. Miedo a estar en el presente, a enfrentar lo desconocido o a perder el objeto del amor.

¿Mi amor es apego?

Para saber si estamos amando de forma apegada habría que hacerse las siguientes preguntas:

* “¿Existe alguna situación o persona de la cual me siento dependiente o estrechamente ligado?”
* “¿Necesito algo de esa persona o situación?”
* “¿Qué haría o sentiría si esta persona quisiera dejarme o si esta situación particular se terminara?”
* “¿Sería capaz de aceptar dejar ir a esa persona o que la situación finalizara? En el caso de la persona, ¿sería capaz de seguir sintiendo amor por la persona que me ha dejado?”

Transformar el apego en amor.

Observarnos a nosotros mismos para darnos cuenta de las ataduras que nos unen a la pareja. La clave para darnos cuenta de eso es la presencia de dolor. Por ejemplo podemos observar cómo reaccionamos, si tenemos expectativas demasiado altas, si ya no tratamos a nuestra pareja como a un amigo respetado. Podemos percibir nuestras motivaciones para decir lo que decimos y advertir si es el miedo el que nos impulsa.

Responsabilizarnos de nuestras decisiones en lugar de sentirnos víctimas. Sentirnos dueños de nuestra propia felicidad. Sentirnos menos “importantes” al focalizar con humildad en nuestro interior en lugar de hacer al compañero objeto de atención y crítica constantes.

Aprender a amar es transformarse en un ser amoroso que transmite amor. El amor no es un bien escaso cuando se transforma en actitud. Tendríamos que sustituir el sustantivo por el verbo y pensar en el amor como acción. De este modo es imposible sentir soledad, ya que el amor hace posible estar unido íntimamente a todo lo que nos rodea, experimentar la verdadera felicidad, y atraer magnéticamente el amor de otros seres que aman de igual modo.

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