Un silencio vale más que mil palabras. Cuando miras a los ojos de la que crees que es tu pareja, y baja la mirada sin expresar palabra alguna. Cuando los silencios son preludios de aburridos minutos, y no sabes qué hacer ni que decir. Cuando los pensamientos inundan tu mente y tú en cambio no puedes expresarlo, porque conlleva decir una mentira tras otra, y callas. Esos silencios pueden más que mil palabras.
Cuando una excusa sirve para marcharse de casa, sin apenas despedirse y al volver ninguna sonrisa acompaña y el silencio se vuelve ambiguo y te embarga. Ese silencio vale más que mil palabras.
Cuando ocupas tu tiempo en quehaceres rutinarios, y los minutos u horas no los utilizas en decir nada. Ese silencio vale más que mil palabras.
Cuando al oír en tus oídos el te quiero de la persona amada, y tu contestas en silencio. Ese silencio vale más que mil palabras.
Los silencios nos son palabras son hechos que nos embargan en las actuaciones diarias.
Pero cuando se instauran en nuestra vida y en nuestra relación, es que algo pasa.
Rutina, engaño, Inmadurez, autoengaño. Son sinónimos de que una relación está en fase de poder experimentar el final.
El silencio puede decir mucho o no puede decir nada, pero al final decide lo que nosotros entendemos con esas pausas de silencio en nuestras vidas diarias.
Y cuando no hay nada más que decir, cuando no hay proyectos en común, ni una sonrisa que compartir y sobre todo las palabras son vacías y huecas. Vale más decir un hasta luego y empezar de nuevo.
Y aunque el empezar signifique empezar desde cero, tengamos en cuenta los silencios. Porque aunque muchas veces los silencios son necesarios, en una pareja son enemigos de la rutina y la falta de comunicación.
No hagamos de nuestra vida un silencio perpetuo, y compartamos nuestras experiencias con los que amamos. Nos enriquecerán y nos harán sentir mucho más unidos a nuestra pareja.
Fuente: publi-articulos.com
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