La ciencia social intenta distinguir entre relaciones causales y las meras correlaciones a través de distintos métodos. Los estudios aquí citados se basan en grandes grupos nacionalmente representativos, que minimizan el factor de distorsión producido por las diferencias de raza, educación, renta y otras. En muchos casos (no en todos), los científicos sociales han podido a hacer un seguimiento de individuos a lo largo del tiempo cuando se casan, se divorcian o se quedan solteros. El objetivo es identificar los denominados “efectos de selección” o diferencias preexistentes entre estos individuos.
Evidentemente, resulta imposible considerar el matrimonio, el divorcio o la paternidad como factores únicos que influyen sobre el bienestar. De ahí que existan diferencias razonables entre los científicos sociales sobre la existencia y el grado de los mencionados efectos de selección, y sobre la incidencia directa que el matrimonio tiene. También es cierto que existen múltiples circunstancias que ponen en duda esta tesis.
1) Aunque se suele asociar el divorcio a un alto riesgo de problemas psicológicos y sociales para los niños, un 75 por ciento de los hijos de padres divorciados no sufren de este tipo de traumas (en el caso de los padres no divorciados los problemas afectan sólo al 10 por ciento).
2) Aunque en general se cree que el matrimonio actúa como un bien social, la investigación sugiere que un nuevo matrimonio de la madre no suele ser mejor para los hijos que vivir con una madre soltera. Además, está demostrado que los matrimonios infelices no brindan los mismos beneficios que el matrimonio medio.
3) Por otra parte, en el caso de los matrimonios violentos o conflictivos, tanto el divorcio como la separación son una vía de salida para niños y adultos.
En este informe, cuando los datos indican con claridad que el matrimonio produce un incremento del bienestar, lo ratificamos. Cuando la evidencia indica que eso probablemente es cierto pero no se entiende la causalidad, somos más cautos. Con todo, la ciencia social está mejorando su forma de procesar los mencionados efectos de selección. Por ejemplo, en este informe resumimos dos estudios sobre el divorcio que hacen un seguimiento de gemelos y mellizos adultos en Australia, para descubrir hasta qué punto los efectos del divorcio sobre los hijos de estos son genéticos y hasta qué punto pueden ser una consecuencia del divorcio. Tanto este tipo de innovación metodológica como los análisis econométricos, aumentan la confianza en que la estructura familiar ejerce una influencia causal sobre algunos resultados.
A pesar de sus limitaciones, un enfoque científico de calidad puede guiar las políticas sociales de manera más eficaz que las opiniones y los perjuicios de personas poco informadas. En nuestra opinión, tanto el público como los políticos merecen oír lo que sugiere la investigación sobre las consecuencias del matrimonio (o la falta de éste) en niños y adultos.
El matrimonio no es la panacea para todos nuestros males sociales. Sin embargo, el hecho de que la sociedad llegue o no a construir una cultura sana para el matrimonio tiene una clara relevancia pública. Es una cuestión de máxima importancia si queremos ayudar a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad: los grupos más humildes, las minorías étnicas y los niños.
Extraido del libro El Matrimonio Importa (Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales). Social Trends Institute Nuevea York - Barcelona.
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