Esta realidad nos pone a la vista dos dimensiones de nuestra humanidad; la esponsalidad y la conyugalidad.
La esponsalidad es la condición de nuestro cuerpo de expresar y significar el don sincero de nuestra persona y la acogida sincera del don de otro. La esponsalidad esta en la base de toda comunicación interpersonal, en la base de la sociabilidad humana y por supuesto del matrimonio y la familia como comunidad primera, puesto que nuestra naturaleza, en principio solitaria e incomunicable, encuentra en nuestro modo de ser cuerpo una posibilidad de comunicación.


La esponsalidad es posibilidad de apertura, de entrega sincera de nuestro ser y acogida sincera del ser del otro. Esta esponsalidad tiene en principio dos interlocutores fundamentales, según a quién se dirija el don y la acogida; una esponsalidad trascendente y otra intrahumana.

 a) La esponsalidad trascendente se dirige a Dios como interlocutor, pues existe cierta plenitud en nuestra necesidad y capacidad de amar y de ser amados que ninguna otra persona puede saciar, sólo Dios. Pues Él puede ser todo en todos, comunicar todo a todos y a todos con todos sin anonimato alguno. Ninguna persona humana, puede ser para otra, su último horizonte de comunión, existe cierta plenitud que sólo Dios puede saciar.
Pero existe también una esponsalidad intrahumana, que sin eliminar la trascendente, que siempre es posible, está en la base de todo amor humano. La comunicabilidad intrahumana existe entre seres humanos y este es el amor humano, aquella posibilidad de ser yo mismo don y acogida para otro.

El llamado amor humano no es sino esta dimensión de esponsalidad intrahumana que nuestra estructura corpóreo espiritual posibilita.
Es muy grande y muy larga la lista de todos los amores humanos posibles. De todas las formas de esponsalidad intrahumana, pero los principales amores del hombre, los básicos, es decir, que definen su identidad son; la paternidad, la maternidad la fraternidad, la intergeneracionalidad, la amistad y la conyugalidad que es la más radical posibilidad de comunión intrahumana posible a nuestra naturaleza. Pero además existen otras dimensiones del amor humano de menor monta, desde el amor a la patria hasta el amor al trabajo o a un buen vino. Todo este elenco de amores, es clasificable de muchas maneras, pero se distinguen esencialmente en función de su objeto y de cuál es el principio formal o título de bondad en virtud del cual se constituyen.

b) Uno de estos amores es al llamado amor conyugal, o conyugalidad, el cual es una especie de esponsalidad intrahumana, mismo que se especifica por su objeto y por el título formal o razón de bondad en virtud del cual se constituye.
La conyugalidad es pues un amor humano cuyo objeto es la unidad entre un hombre y una mujer, y su razón de bondad es ser  unidad de sus espíritus en virtud de la coposesión de sus cuerpos (dos espíritus unidos en la unidad de sus cuerpos). 

Esta coposesión de los cuerpos es posible gracias al modo diverso y complementario de ser persona humana masculina y femenina. La conyugalidad tiene un específico carácter sexual, es decir, la conyugalidad es una posibilidad únicamente actualizable a un hombre y a una mujer, pues sólo entre sí existe la conjunción corpórea natural, el hacerse el uno del otro. Es como la concepción de un hijo, exige un óvulo y un esperma, pero el hijo es el resultado de su conjunción. Así la conyugalidad es resultado de la conjunción de las potencias conyugables masculinas con las femeninas y su producto es el matrimonio.

Luis Lozano Torres

http://encuentra.com/noviazgo_y_matrimonio/amor_conyugal_y_su_diagnostico16390/

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