No tienen por qué esperar a la noche de 31 para tener una noche romántica como se merecen. Hoy mismo pueden tener el encuentro que hace tanto se deben... No vas a negar que lo desean ¿verdad?


Perfecto. Entonces, a continuación, te daremos algunas ideas para una noche romántica. En primer lugar, ten en cuenta que no tienen por qué salir de su casa, ni gastar demasiado dinero para tener una noche romántica y apasionada. De hecho, las mejores citas son las que transcurren en la intimidad de nuestro hogar así que no te desanimes si no se les ocurre adónde ir... ¡Quédense en casa!

La pregunta es ¿qué hacer? Para que la noche sea inolvidable deben prepararse con anticipación, a plena luz del día. Si piensan tener una cena romántica, no calienten las pizzas que sobraron de ayer u ordenen hamburguesas: ¿qué tal si cocinan juntos? Hagan las compras juntos, preparen los ingredientes con sus propias manos y denle un toque personal a sus platos. Si se entusiasman, pueden cocinar también el postre. Recuerden las uvas, un buen vino y velas para la cena.

A la hora de la cena, baja las luces, enciende velas, pon un poco de música de fondo, adorna la mesa con el mejor mantel y los mejores platos que tengan. Si tienen jardín en casa, aprovechen para cenar al aire libre. Luego de las campanadas, pueden ver alguna película que les guste. No tiene por qué ser una aburrida o melosa comedia romántica: puede ser cómica, de ciencia ficción, policial o de terror. Lo ideal es que sea una que ambos disfruten.

Para culminar con la velada, destapen una botella de champagne, brinden y..... déjense llevar por las emociones y la pasión.

¡Mucha suerte!

Estas ideas para una noche romántica nos demuestran que no es necesario gastar o salir para pasarla bien. ¡Este plan no les fallará!
Navidad. Se acerca nuevamente la época más esperada del año. Y es que el mes de Diciembre se nos presenta para tener una disposición orientada a todo lo bueno, a todo lo que construye, a todo lo que da alegría. Cristo y su nacimiento es la razón de tu alegría.

• Comienza tu día con una oración reflexionando en el sentido del tiempo de adviento que es la preparación inmediata para la celebración de la Navidad.

• Haz un propósito pequeño que te lleve a pensar en los demás.

• Escribe un mensaje de navidad a una persona de la que estés alejado.

• Deja una carta de Navidad debajo de la almohada de tus hijos pequeños.

• Piensa qué persona pobre o necesitada requiere un detalle de cariño tuyo.

• Si tienes una empleada de servicio no esperes la Navidad para darle un regalo. Dile ahora mismo cuánto aprecias el trabajo que hace por ti.

• Incluye en tu lista de regalos a tu parroquia, una comunidad de religiosas, un asilo de ancianos y tu empleada de servicio. Haz algo especial para ellos junto con tus hijos pequeños.

• ¿Tuviste un año difícil con un empleado, un amigo o tus hijos? Sería bueno que pidieras perdón e hicieras las paces.

• ¿Hay en tu corazón alguna espina contra alguien que no te apreció, te hirió o te ignoró? Sería maravilloso recomenzar.

• Háblales a tus hijos pequeños de lo que es el perdón y busca si ellos guardan algún sentimiento contra alguien para que con amor de niño perdonen.

• Háblales a tus hijos adolescentes del perdón, profundiza en las formas en que puede deformar la personalidad y dañar las relaciones. Motívalos a la acción de perdonar.

• Invita a un amigo que esté solo a un lugar bonito a almorzar.

• Hornea galletas de navidad para cada uno de tus vecinos, llévalas junto a tus hijos.

• Haz una lista de los defectos de carácter que no quieres que te dominen.

• Tómate un tiempo para apreciar más a tu familia y evoca momentos felices.

• Si alguien de tu familia no vive su fe como debiera, no le obligues ni te enojes. La mejor forma de hacer apostolado es con tu comportamiento.

¡Felices fiestas!


Si eres de los afortunados que tienen pareja y no tienes ni la más remota idea de que regalarle, tranquilo, es normal a mucha gente le pasa lo mismo, aquí te comentamos 5 ideas para que le des algo lindo a esa persona especial:


* Un buen regalo de amor para navidad si no tienes mucho dinero es algo hecho por tus propias manos, algún objeto armonioso y bello, por ejemplo: regala a tu pareja una caja en forma de corazón con 365 poemas adentro escritas y enrolladas rellenándola, si ves que no puedes poner 365 poesías, puedes escribir 365 cosas que te gustan de él o ella, también pueden ser 365 recuerdos de cosas que hayan pasado juntos; o una mezcla de todos.

* Una escapada romántica a un sitio que en especial les guste a los dos, es ideal para estas fechas.

* Si tu economía lo permite y no tienes tiempo para buscar, hay muchas tiendas de regalos personalizados, sólo debes buscar un poco en Google y veras multitud de regalos personalizados para navidad.

* Evidentemente este regalo de amor para navidad es algo más complicado: darle un boleto de avión para dos personas a un destino que a él o a ella le guste, es genial ¿no?

* Y si piensas que esto no es para ustedes, el mejor regalo de amor navideño que puedes hacer a tu pareja: es el amor de ustedes. Puedes presentárselo como una renovación de votos matrimoniales para darle mayor sentido y fuerza.

Colocación del anillo de bodas

Los antiguos hebreos colocaban el anillo nupcial en el índice y en la India se colocaba en el pulgar.

La costumbre en Occidente de lucir el anillo nupcial en el "tercer" dedo (sin contar el pulgar), comenzó entre los griegos, y en base a su clasificación anatómica.

En el siglo III antes de Cristo, los médicos griegos creían que cierta vena, la "vena del amor", iba desde el "tercer dedo" directamente al corazón, asi que haciendo alusión a esta vena, el tercer dedo se convirtió en el más apto para llevar un anillo que simbolizara precisamente un sentimiento en el que intervenía el corazón.

Los romanos imitando las tablas anatómicas griegas, adoptaron esta misma práctica, sólo que ellos decidieron con mayor exactitud qué dedo era el tercero, refiriéndose entonces al dedo contiguo al último.
Éste se convirtió también en el "dedo sanador" de los médicos romanos, el utilizado para remover mezclas de medicamentos, puesto que se suponía que la vena de este dedo llegaba hasta el corazón.

Por su parte los cristianos continuaron esta práctica, pero recorriendo los dedos de la mano hasta llegar a la vena del amor. El novio comenzaba colocando primero el anillo en la punta de dedo índice de la novia, al mismo tiempo que pronunciaba las palabras "en el nombre del Padre", luego decía "del Hijo" al tiempo que trasladaba el anillo al dedo medio de su pareja y finalmente proclamaba "y el Espíritu Santo, amén", pasando el anillo al tercer dedo. Esto se conocía como "fórmula trinitaria".

En Oriente, donde consideraban que los anillos eran objetos meramente ornamentales y desprovistos, no importaba el dedo en donde se colocaran.


El rito de los anillos en el matrimonio fue tomado de la ceremonia pagana entre los romanos que hace referencia a la fidelidad.

Antiguamente el esposo ataba los tobillos y muñecas de su amada con un cuerda hecha de hierbas, ya que según el ritual, de esta manera el alma de su amada no lo abandonaría pronto. Con el paso del tiempo tanto el material como el lugar en donde se colocaba este símbolo del matrimonio cambió.

Los anillos de hierbas fueron sustituidos por cuero, pero debido a su pronto deterioro, se opto por hacerlos de piedra pulida, sin embargo no gustaron mucho a pesar de que eran muy resistentes, asi que posteriormente se eligieron los metales, específicamente oro y plata para su elaboración.

En la acualidad pueden verse alianzas de oro blanco y platino que llevan grabados en su parte interna el nombre de los novios y su fecha de enlace.

Las primeras argollas

Hace unos 4800 años, La III dinastía del Antiguo Imperio egipcio fue la primera en utilizar un anillo para el dedo, pues para los egipcios, el círculo es carente de principio y de final, es asi que éste simbolo tradicional de una boda significa lo ilimitado (eternidad) y éste era, en cierto modo, el compromiso del matrimonio.

Los anillos de oro eran los preferidos de los egipcios ricos, y más tarde de los romanos.

La mujer romana que ya estaba casada y que pertenecía a una clase media, en público exhibía con orgullo su aro de oro, mientras que cuando se encontraba en su hogar llevaba un anillo de hierro.

El diseño de los anillos de matrimonio

En cuanto a los diseños de los anillos, éste solía tener cierto significado en siglos anteriores, pues algunas alianzas romanas tenían una llave en miniatura soldada a ellas; ésta llave significaba de acuerdo con la ley romana, un contrato matrimonial en donde la esposa tenía derecho a la mitad de la fortuna de su marido, y podía cuando quisiera, apropiarse de un saco de grano, una pieza de tela de lino o cualquier otro bien que hubiera en el almacén de su casa.


La proximidad

La mayoría de nuestros mejores amigos viven en nuestra proximidad. Desde pequeños nos relacionamos más con la gente que más asiduamente vemos. La probabilidad de conocer, y más aún íntimamente, a alguien que viva a cientos de kilómetros nuestro es más baja que la de conocer profundamente a alguien de nuestra ciudad. El tiempo en común, las vivencias compartidas, el poder dar ayuda y recibirla, la implicación..., siempre va a poder desarrollarse mejor si dos personas viven próximas.

Pero no solo interviene la disponibilidad y la conveniencia, también se ha demostrado que la gente a la que más vemos, más familiar nos parece y menos nos cuesta el relacionarnos. Nos sentimos más cómodos y podemos llegar a predecir más su comportamiento y adaptarnos en base a éste, de lo que lo haríamos frente a un completo extraño.

También se desarrollan pensamientos más positivos frente a las personas que creemos que volveremos a ver. Incluso se ha demostrado que las cosas que nos resultan familiares (una canción, un cuadro...), simplemente por el hecho de estar expuestos a ellas, nos hacen estar más receptivos y nos gustan más.

Pero teniendo en cuenta que hay muchas excepciones que no pueden explicarse según esta característica, hay que tomar en consideración otro tipo de factores.
Atracción: La reciprocidad

Según las investigaciones, se ha confirmado que la gente se siente atraída por aquellas personas a las que gusta. Esto les demuestra que esas personas tienen un buen criterio al apreciar sus cualidades. Pero no siempre funciona así.

Si una persona tiene un buen concepto de sí misma, apreciará y responderá bien a las adulaciones, mientras que si su propio concepto es bajo o negativo, entenderá tales adulaciones como un modo de intentar aprovecharse de ellas, es decir, serán adulaciones falsas destinadas a un fin.

También existen otros motivos por los que una persona puede incomodarse con los halagos a pesar de creerlos sinceros: porque siente la obligación de devolver el cumplido, porque se teme el ser criticado más tarde o el tener que mantener ese "buen nivel" y fracasar, el parecer engreído o poco modesto…etc.

El halago satisface mayormente cuando es recibido de alguien a quien respetamos y admiramos, sobre todo si además le consideramos sincero.

Otras características personales

Existen otros rasgos en las personas, además del atractivo físico, que influyen en la atracción que desarrollamos por una persona.

a) La cordialidad, que incluye sociabilidad, afabilidad, sentido del humor y buen carácter, es una cualidad muy apreciada y que incluso podemos creer que existe en una persona sólo por el echo de que otras personas nos la hayan definido así. Sin ser necesario el tomar contacto directo con esa persona, la atracción va a empezar a desarrollarse y posteriormente la vamos a considerar de ese modo aunque la correspondencia no sea tal, es decir, aunque su cordialidad no sea tal y como nos habían hablado, tenemos tendencia a considerarla como si lo fuese.

b) La competencia también es un factor muy importante. Nos gustan la gente que tiene habilidades antes que aquella que resulta torpe, pero preferimos a las personas habilidosas que cometen de vez en cuando algún fallo. Esto nos da la impresión de que son humanos como nosotros, y no unas máquinas de absoluta precisión.

Existe aquí una diferencia entre las mujeres y los varones. Mientras ellas prefieren a una persona muy competente, los varones prefieren antes a aquella que tiene algún fallo de más. Esto puede explicarse debido al sentimiento competitivo que la sociedad desarrolla en los niños antes que en las niñas. Sobre todo, los varones con una autoestima muy alta prefieren al sujeto que comete más errores frente a los varones con una autoestima baja, a los que parece no afectar tanto el sentimiento competitivo y no se sienten tan presionados por seguir siendo los mejores.

Otras características personales

Existen otros rasgos en las personas, además del atractivo físico, que influyen en la atracción que desarrollamos por una persona.

a) La cordialidad, que incluye sociabilidad, afabilidad, sentido del humor y buen carácter, es una cualidad muy apreciada y que incluso podemos creer que existe en una persona sólo por el echo de que otras personas nos la hayan definido así. Sin ser necesario el tomar contacto directo con esa persona, la atracción va a empezar a desarrollarse y posteriormente la vamos a considerar de ese modo aunque la correspondencia no sea tal, es decir, aunque su cordialidad no sea tal y como nos habían hablado, tenemos tendencia a considerarla como si lo fuese.

b) La competencia también es un factor muy importante. Nos gustan la gente que tiene habilidades antes que aquella que resulta torpe, pero preferimos a las personas habilidosas que cometen de vez en cuando algún fallo. Esto nos da la impresión de que son humanos como nosotros, y no unas máquinas de absoluta precisión.
Existe aquí una diferencia entre las mujeres y los varones. Mientras ellas prefieren a una persona muy competente, los varones prefieren antes a aquella que tiene algún fallo de más. Esto puede explicarse debido al sentimiento competitivo que la sociedad desarrolla en los niños antes que en las niñas. Sobre todo, los varones con una autoestima muy alta prefieren al sujeto que comete más errores frente a los varones con una autoestima baja, a los que parece no afectar tanto el sentimiento competitivo y no se sienten tan presionados por seguir siendo los mejores.


El aspecto físico

A pesar de que estamos cansados de escuchar que el aspecto físico no es lo verdaderamente importante mientras que la personalidad sí lo es, los estudios demuestran que nos gusta mirar a las personas atractivas por simple placer estético, son mejor tratadas, mejor consideradas como personas (su belleza exterior se extiende a su interior: simpatía, competencia, bondad...), y se cree que tienen posibilidades de un futuro mejor y de ser más felices que las no atractivas.

Este comportamiento generalizado se observa desde la infancia, donde los niños guapos tienen más probabilidades de ser elegidos como amigos y menos de ser culpados por los profesores de mal comportamiento, por lo que posteriormente van a desarrollar una mayor confianza en sí mismos y una mayor autoestima.
También las personas consideradas por la mayoría atractivas va a influir en que les sea más fácil el relacionarse con otras personas y sean menos reservados a la hora de hacer amigos o parejas. Tienen más posibilidades puesto que saben que gustan mientras que sus amigos o parejas se van a sentir más valorados al ser "elegidos" entre una amplia oferta.

La similitud

Existen una gran cantidad de características comunes entre las personas que establecen una relación íntima. La raza, la edad, la inteligencia, el nivel socioeconómico y educativo, la religión, los valores..., son características que solemos compartir con nuestras amistades y pareja.

Las personas solemos querer proseguir una relación con aquellas en las que encontramos similitudes, sobre todo en la personalidad. La teoría de que las complementariedades se atraen no está justificada, aunque sí puede pasar que en una pareja ambos miembros se vayan volviendo complementarios o desarrollen y se intercambien diferentes papeles según la ocasión (por ejemplo, ser un buen oyente cuando el otro necesita hablar).

La razón de que nos gusten las personas que comparten cosas con nosotros es la de que nos apoyan en nuestras convicciones. Pensamos que si el resto está de acuerdo con nosotros, nosotros debemos de estar en lo cierto. Esto nos agrada y hace que nos gusten esas personas que nos hacen sentir a gusto con nosotros mismos, también aquellas de las que recibimos halagos.

La regla de la similitud no funciona en el caso de la gente que tiene un bajo concepto de sí mismo. En este caso se buscan relaciones que no nos recuerden para nada a nosotros. Tampoco se aceptan gratamente los cumplidos, porque son interpretados como falsedad.

Hay personas que se enamoran siempre de personas que necesitan ayuda, pero no para amarlas sino para sentirse útiles y queridas.

Si la pareja no te importa no te impliques, si no te afecta de alguna manera no es una relación armónica y madura, que es el ideal al que todos aspiramos.

La coodependencia más común es la de una pareja en la que unos de sus miembros sufre una enfermedad o una adicción, el otro dedica su vida a cuidarle y a ayudarle pero sin dejar que se cure completamente, ya que, lo que da sentido a su vida es sentirse útil y necesitado.

Esto explica que hay personas que tienen un rasgo común en todas sus relaciones, siempre se enamoran de alcohólicos, personas sin trabajo que hay que mantener, personas que necesitan algún tipo de ayuda.

Esto es una lucha en que cada uno ejerce su forma de control del otro asumiendo papeles de víctima o de salvador. Los expertos coinciden en que quien está inmerso en una relación de coodependencia, nunca se da cuenta de ello por sí mismo, corresponde a un tercero desde fuera la responsabilidad de hacerlo evidente.

La coodependencia puede provocar también una serie de síntomas psicosomáticos inespecíficos, dolores de cabeza, desarreglos digestivos menstruales, insomnio o trastornos psicológicos o enfermedades como la depresión, la obesidad, la bulimia. Los primeros síntomas de alarma serían no estar a gusto, no sentirse feliz, no querer llegar a casa, no sentir deseo. Ante esto siempre cabe preguntarse a uno mismo que me pasa.

La vida en pareja está llena de alegrías, pero muchas veces también de malos momentos y complicaciones. Querer, amar y compartir la vida con una persona puede ser maravilloso. Y parece que mientras más perfecta es la relación, más miedo hay a perderla. Ya desde pequeños comenzamos a exigir el amor exclusivo de los padres.

Los celos están considerados como una emoción. Así existe el odio o el amor, los celos, en el marco de una relación de pareja, en su defecto pueden causar la desconfianza del prójimo y en su exceso, la ruptura de la relación afectiva.

La emoción y la ansiedad ante la posible pérdida de nuestra necesaria figura de apego, la que nos brindaría seguridad psicológica, puede ser una reacción natural ante la posible pérdida de nuestra pareja. Lo que determinará que los celos sean patológicos o normales es su intensidad y el hecho de que se deban a una causa justificada o infundada.

Los celos en el matrimonio

En el matrimonio, los celos pueden llegar a ser útiles, porque actúan como un generador de energía en la pareja. Desde este punto de vista, cada uno se llegaría a esforzar para mantener encendida la llama del amor.
De esta forma, pueden tomarse como una reacción de alerta ante un bajón amoroso de cualquier miembro de la pareja. Así, los celos serán saludables y constructivos.

Pero una desconfianza excesiva. La limitación de libertad de la pareja para ser el eje exclusivo de su vida puede hacer que fracase un matrimonio. En toda dificultad de encontrar el término medio, en este caso, las reglas y los límites deben establecerse por ambas partes.
¿Cómo acertar?

En algunas parejas, los celos no tienen cabida alguna en la relación. Mientras, para otras, la falta de este sentimiento puede ser un indicativo de falta de interés. Normalmente en las parejas recién formadas, los celos es un índice para verificar si la otra persona está realmente interesada.
La persona celosa reclama un sacrificio, desea ser amado incondicionalmente, siendo incapaz de sacrificarse, puesto que suele ser demasiado egoísta y desconfiado. Por estar necesitadas de estima, suelen demandar constante aprobación.
Normalmente las parejas reparten las labores domésticas de alguna manera, explícita o implícitamente. De la misma forma que deciden quién se ocupa de ir de compras y sacar la basura, se puede llegar a un acuerdo sobre quién se ocupa del seguimiento de las inversiones o de revisar las cuentas bancarias, hacer las transferencias, pagar las facturas, etc.

Igual que para las otras obligaciones domésticas, estos roles no tienen por qué ser exclusivos de nadie ni repartidos de una forma concreta. No conviene que sean responsabilidad de uno solo. Aunque uno de los dos sea más “experto” o “experta” en temas financieros, la otra persona debe, como mínimo, estar al corriente de la situación económica y comprender las consecuencias de las decisiones que se toman. Lo importante es acordar, por lo menos a grandes rasgos, cómo se va a manejar el dinero en la nueva vida en común y poner en práctica algún sistema para asegurarse el cumplimiento de tareas importantes, como por ejemplo cerciorarse de que existe suficiente saldo en las cuentas para atender los recibos domiciliados.

De vez en cuando hay que revisar el reparto de responsabilidades. ¿Funciona el sistema? ¿Alguien se siente abrumado por tener que ocuparse de todo? ¿Alguien siente que no tiene voz suficiente en el manejo de las finanzas? ¿Alguien siente que el otro abusa? Es mejor darse cuenta de posibles discrepancias y remediarlas antes de que se conviertan en conflictos importantes.

Puede parecer extraño que el amor y el dinero puedan "llevarse bien", ya que sabemos que es un tema conflictivo en la pareja. Por lo mismo te dejamos algunas recomendaciones:

Gastar menos de lo que se ingresa

Dedicar un esfuerzo extra a rebajar o eliminar deudas, sobre todo las de alto interés que no dan derecho a beneficios fiscales.

En cuanto estén las deudas bajo control, convertir el ahorro en parte de sus vidas. Destinen siempre un porcentaje de sus ingresos al ahorro-inversión todos los meses:

  • A un fondo de emergencias para cubrir imprevistos
  • A los otros objetivos financieros a corto y largo plazo

Recuerden que nunca es pronto para empezar a planificar la jubilación. Sea cual sea su edad, debe figurar entre sus objetivos prioritarios.

Querer es la manifestación de un deseo posesivo. Ya sea de obtener, tener o continuar con algo como PROPIO (propiedad), porque gratifica al “yo”. En otras palabras, es un sentimiento EGOÍSTA por más bien intencionado y “no dañino” que pueda ser lo que se quiera.


Amar es un sentimiento espiritual de identificación (no confundir con el alma, que es intermedia entre cuerpo y espíritu). Es un sentimiento sublime que busca el bienestar de lo amado, precisamente por identificar que, al igual que nosotros, tiene su razón de ser y estar, como también de cumplir con su propósito por el cual es lo que es y está donde está.

Si bien hay diferentes intensidades de amor, se debe a las diferentes intensidades de identificación o reconocimiento de la parte de Dios (la similar a la nuestra) en aquello que amamos. Por esto es que el verdadero amor es altruista. Busca que el otro pueda realizarse, aún cuando esto pueda implicar un alejamiento de nosotros o contrariedad hacia lo que nos gustaría de modo egoísta (o de gratificación personal).

Donde hay pasión, puede haber amor, pero la pasión en sí misma no es garantía de amor, ya que es producto de una intensa emoción egoísta que, a veces, termina definiéndose como amor, pero muy pocas.

Muchos creen que “amar” es querer mucho. ¡Gran error! Desear mucho a algo no es “amarlo” sino un intenso deseo posesivo. Pongamos por ejemplo al hambre o la sed. Tener mucha necesidad insatisfecha puede significar una intensidad desesperante de querer algo, al extremo de poner en riesgo la propia vida o lo que más nos importa en segundo plano con tal de satisfacer a la imperiosa, excesivamente torturante necesidad de beber o comer. ¿Eso nos permite decir y afirmar “amo al agua” o “amo la comida”? (Muchos lo hacen pero es un error de expresión).

Las necesidades de los seres humanos, no son exclusivamente biológicas fisiológicas, como alimento y abrigo. Existen necesidades interiores, como las psicológicas y emocionales que pueden ser tan importantes como la supervivencia misma. Por esto es que tienen la misma intensidad de un instinto insatisfecho (como hambre o sed excesivas) y en una depresión muy fuerte muchos terminan atentando contra la continuidad de sus propias vidas (suicidio).

Una de las más grandes necesidades internas no fisiológicas, es la necesidad de ser estimados o apreciados por otros (sobre todo por los propio padres, que no siempre es logrado y muchas veces la expectativa es redireccionada hacia otras personas). Lo cual lleva a confundir auto estima con soberbia; vanidad; ambición desmedida; etc. cuando se exagera a esta necesidad y cómo satisfacerla.

Todos necesitamos de la “aprobación” (o elogio) de lo que hacemos o lo bien que logramos las cosas. Que se aprenda a disimularlo con los años y a pasar la expectativa de aprobación de nuestros padres hacia la sociedad en general, o a ciertos grupos especialistas, o de nuestro interés específico, no quita que continuemos “necesitando” de la “aprobación” o “aplauso” por nuestros esfuerzos y logros, como del consuelo por nuestros fracasos o contratiempos.

Se cree amar por intenso deseo de satisfacer necesidades propias mediante lo que puede ofrecernos la pareja. Ya sea equilibrio y armonía psicológica, afectiva/emocional y hasta cuestiones materiales. Pero se evidencia hasta qué punto es amor, cuando entran en conflicto los deseos personales de cada uno y la restricción de libertades que se intenta imponer en el otro. Ya que se confunden a las normas básicas de convivencia y respeto por la forma de ser del otro, con lo que uno pretende desde las propias necesidades y expectativas.

¿Cuántos son capaces de asumir desde un principio (y sostenerlo en el tiempo cotidiano de la convivencia) que la pareja es un ser diferente con necesidades y gustos distintos que debemos aprender a respetar y tratar de satisfacer aunque no nos agraden o hasta nos duelan? (mientras no sean insanos o aberrantes, como actitudes sádicas y masoquistas, obviamente).

Pues bien, amar de verdad es eso: Permitir y hasta colaborar a que la otra persona pueda realizar lo que forma parte de su naturaleza interior profunda; más allá de que nos guste o no, de que pueda implicar renuncias y hasta distanciamiento. Porque lo que más nos importa, es que la otra persona pueda hacer bien su propio camino, aún cuando éste implique probar con frecuencia a senderos erróneos.

En definitiva: Dejarle ser lo que es, mientras no sea ir contra la naturaleza o avasallar derechos ajenos. Orientarle, ayudarle a razonar, sí. Imponerle decisiones y criterio, no.

Así es como se nota cuándo alguien realmente ama a otra persona. Porque la observa, acompaña y ayuda cuanto más puede, pero siempre dentro del respeto, positivamente.



Puede esperar mucho de nosotros, en reciprocidad, pero jamás exigirá lo que vaya contra nuestros deseos si no violentan la ética o la naturaleza. Ni tampoco pretenderá que nos avengamos a satisfacerle los deseos o necesidades que nos impidan hacer de nuestras vidas lo que nos hemos propuesto. Así sea tener que tomar distancia y, quizás, que dejemos de tener contacto personal. Por eso es tan popular el dicho “si amas a algo, déjalo libre. Si vuelve a ti, es porque te ama. Si no… al menos le habrás dado un ejemplo de verdadero amor”.

Lo único que impone el amor verdadero es respeto. Respeto por lo que soy, como soy. De ser posible, comprensión o intentarlo de verdad, es decir: la mayor reciprocidad que le sea posible. En lo demás, es tan sólo el deseo de DAR a lo que se ama, lo más posible, sin especulaciones de lo que se recibirá, porque cuando se ama de verdad, el placer está en hacer feliz o alivianar el camino de lo amado. Algo así como “el placer de dar placer” o “la satisfacción de satisfacer al otro”.

Todo lo demás, es “querer”.

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