En general, los hombres y las mujeres casados gozan de mejor salud que sus equivalentes solteros, los que cohabitan y los divorciados. Los efectos de selección respecto al divorcio y segundos matrimonios podrían tener parte en este diferencial, aunque la investigación no ha encontrado ninguna pauta consistente. Con todo, las personas casadas parecen llevar mejor la enfermedad, vigilar más la salud de la pareja, tener mejores sueldos y adoptar estilos de vida más sanos que los no casados. Un estudio basado las respuestas de 9.333 participantes de entre 51 y 61 años en la Encuesta Americana sobre la Salud y la Jubilación comparaba la incidencia de enfermedades graves y de la discapacidad funcional en individuos casados, cohabitantes, divorciados y viudos. “Sin ninguna excepción —afirman los autores—, las personas casadas presentan niveles más bajos de mortalidad por cada una de las enfermedades, disminuciones, problemas funcionales y discapacidades estudiadas”. En el caso de las discapacidades, las diferencias del estado matrimonial eran “abismales”, incluso imponiendo controles de estudio sobre edad, sexo, y raza.Otro estudio del Center for Disease Control demostró que los adultos norteamericanos casados tenían menos propensión a estar enfermos, tener limitaciones en su actividad, sufrir dolores de cabeza o ansiedad psicológica severa, fumar tabaco y tener problemas con el alcohol que los viudos, divorciados y las parejas de hecho.Sin embargo, las investigaciones también sugieren que los efectos del matrimonio sobre la salud varían según la calidad del matrimonio, especialmente para las mujeres. La investigación realizada por el grupo dirigido por la psicóloga Janice Kiecolt-Glaser indica que la salud de una mujer tiende empeorar bastante cuando mantienen relaciones de baja
calidad y a mejorar cuando estas son de alta calidad. Por ejemplo, los comportamientos maritales negativos (críticas, menosprecios, sarcasmo...) están asociados con niveles elevados de hormonas de estrés (epineferina, ACTH, y norepinefrina), con la presión arterial alta, y con declives del funcionamiento del sistema inmunológico. Por tanto, y especialmente para las mujeres, la calidad del matrimonio y no sólo el estado civil, tiene una correlación positiva con mejores resultados de salud. 

Extraido de: El matrimonio importa. Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales.

                   Social Trends Institute Nueva York-Barcelona


Las personas casadas viven más años que las solteras o divorciadas, de cualquier raza, nivel de ingresos y origen social. En la mayoría de los países desarrollados, los hombres solteros, divorciados o viudos de mediana edad tienen el doble de probabilidades de morir temprano que sus equivalentes casados. En el caso de las mujeres solteras el nivel de riesgo no dista tanto de sus equivalentes casadas, pero tienen un 37,5% más de riesgo.

Extraido de: El matrimonio importa. Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales.

                   Social Trends Institute Nueva York-Barcelona


Hombres y mujeres casados consumen (y abusan) menos del alcohol que los solteros. Una investigación longitudinal confirma que los jóvenes adultos, especialmente los hombres, que se casan tienen tendencia a reducir los niveles de consumo y de abuso del alcohol y de drogas ilegales. Los niños cuyos padres se casan y permanecen casados también presentan menores niveles de abuso de sustancias (aplicando controles de estudio sobre el origen de la familia y las características genéticas de los padres).Los adolescentes de familias monoparentales o de segundas familias tienen el doble de tendencia a probar el canabis (y los jóvenes adolescentes que viven sólo con el padre tienen tres veces más). En cambio, aquellos adolescentes cuyos padres permanecen casados tienen mucha menos tendencia a experimentar con el tabaco u alcohol. Los datos del National Household Survey on Drug Abuse (Encuesta nacional sobre el abuso de drogas) demuestran que aquellos adolescentes que viven con ambos padres biológicos tienen mucha menos propensión a consumir drogas ilegales, alcohol y tabaco (aplicando controles de estudio sobre edad, raza, sexo e ingresos familiares).¿Cuál es la relación entre la fragmentación familiar con el consumo de drogas entre adolescentes? Probablemente entran aquí muchos factores como el incremento del estrés familiar, la vigilancia reducida de los padres y una menor vinculación de los hijos con los padres, especialmente con la figura paterna.


Los bebés nacidos de padres casados tienen un riesgo de mortalidad infantil menor. En cambio, el hecho de ser hijo de una madre no casada está asociado a un incremento del riesgo de mortalidad de cerca del 50 por ciento. Si bien el estado matrimonial de los padres influye en la mortalidad infantil de todos los niños, en EEUU, el riesgo es más elevado entre los hijos de madres solteras blancas y mayores de 20 años. La causa de esta relación entre estado civil y mortalidad infantil no se conoce a fondo.
Hay muchos efectos de selección en juego: las madres solteras suelen ser jóvenes, afroamericanas y con un nivel económico más bajo que sus iguales casadas. Aunque es cierto que las madres solteras tienen menos posibilidad de procurar atención prenatal precoz, los niveles de mortalidad infantil en estas circunstancias son más elevados no sólo durante el período prenatal sino en toda la primera infancia  e incluso los primeros años de la juventud. Los niños nacidos de madres solteras tienen un nivel más alto de accidentes mortales, tanto fortuitos como intencionados. Así pues, el estado civil se revela como un potente indicador de la mortalidad infantil, incluso en aquellos países con sistemas de salud pública y apoyos institucionales importantes para madres solteras.


Tanto el divorcio como el nacimiento fuera del matrimonio parecen producir efectos negativos sobre la salud física y la esperanza de vida de los hijos. Una investigación longitudinal sugiere que el divorcio de los padres aumenta la incidencia de problemas de salud en los hijos. En cambio, una niñez dentro de un marco matrimonial lleva asociadas unas ventajas de salud claras, incluso si se considera el estatus socioeconómico de la familia. Por ejemplo, en Suecia, un país con una elevada renta per cápita y dotado con un amplio sistema de seguridad social que incluye toda suerte de ayudas sanitarias públicas, los niños que se crían fuera del matrimonio tienen una mayor propensión a sufrir serios problemas de salud. Un estudio realizado sobre toda la población infantil sueca descubrió que los hijos criados en hogares monoparentales tenían un 50 por ciento más de probabilidades de morir por causas como el suicidio, accidentes o adicción a las drogas que los criados en hogares con ambos padres. Y ello incluso aplicando controles para evitar sesgos de tipo socioeconómico y de salud psicológica de los padres. 
Los efectos de la estructura familiar sobre la salud se extienden a la vida adulta de los niños. Durante 70 años, un estudio que seguía un grupo de hijos de familias de clase media y bien preparados académicamente descubrió que el divorcio de los padres reducía la expectativa de longevidad de estos niños en cuatro años (incluso aplicando controles sobre el nivel de salud infantil, orígenes de la familia y características de personalidad como la impulsividad y la inestabilidad emocional). Otro análisis encontró que un grupo de hombres de 40 años cuyos padres se habían divorciado tenían tres veces más probabilidades muerte prematura que aquellos cuyos padres habían permanecido casados.
“Parece ser —concluyen los investigadores— que el divorcio de los padres desencadena una serie de eventos negativos. Lo que contribuye a un riesgo más elevado de mortalidad entre los individuos que provienen de familias divorciadas”.


A largo plazo, el divorcio también podría tener consecuencias sobre los logros socioeconómicos de los hijos. Aunque la mayoría de hijos de parejas divorciadas no abandonan la educación secundaria ni sufren desempleo inmediato, las estadísticas revelan que, como adultos, suelen ostentar un menor estatus profesional y sueldos más bajos, lo que conduce unos niveles más altos de desempleo y, por ello, a una mayor precariedad económica. Igualmente, los hijos de divorciados tienen menos tendencia a ir a la universidad, a titularse en carreras de ciclo superior y a hacerlo en universidades de elite (en el estudio se aplicaron controles para corregir posibles sesgos de orígen familiar de los individuos o de sus logros académicos y extraescolares).

Extraido de: El matrimonio importa. Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales.

                   Social Trends Institute Nueva York-Barcelona


A largo plazo, el divorcio o el hecho de no contraer matrimonio tienen un impacto negativo sobre la capacidad de un niño de conseguir un buen nivel de formación. Los hijos de padres divorciados o no casados obtienen peores resultados en las pruebas de nivel académico. También tienen mayor tendencia a repetir curso y a abandonar prematuramente la enseñanza secundaria. Incluso después de aplicar controles para eliminar sesgos de origen y factores genéticos, la investigación revela que el divorcio y la ausencia de un matrimonio tiene importantes efectos negativos sobre el nivel de formación de los hijos. Por ejemplo, los niños cuyos padres se divorcian acaban con niveles de educación significativamente más bajos que los de hijos de una madre
viuda. Los niños cuyos padres entran en un nuevo matrimonio no suelen experimentar mejores resultados que los que viven con madres solteras. Todavía no está claro si los efectos de estructura familiar varían según la raza. Algunos estudios indican que el rendimiento académico de niños afro-americanos está más afectado por la ausencia de un padre que el de sus equivalentes blancos, mientras otros estudios llegan a la conclusión contraria.

Extraido de: El matrimonio importa. Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales.
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