El producto de una relación satisfactoria no es obra de la casualidad sino del trabajo intenso de las personas en una actitud de perdón, de buscar arreglar las cosas, de mejorar el carácter, de ser mejor cónyuge, de llevar un matrimonio cada vez más estable y feliz.

Seguro es que le han descrito perfectamente su realidad. Pero esta realidad no es la que va a permanecer.

La realidad siempre se puede cambiar cuando sabemos dónde estamos parados y queremos que las cosas sean diferentes. Solamente las personas que ya se han conformado a lo que están viviendo, son aquellos que no van a salir adelante.

Puedo decirle que solamente hay dos formas de ver las cosas. La correcta y la incorrecta. La incorrecta es: “no va a haber cambio, las cosas así van a ser, para qué trato de cambiar”.

La otra, es una actitud positiva, viendo la necesidad de su esposo o de su esposa. Si cree usted que su esposo le ha ofendido de muchas maneras, la única forma de acercamiento es el perdón y hablar las cosas con verdad.

Si usted está en esa actitud de perdonar y hablar, seguro es que habrá un cambio.





La vida en pareja no es algo fácil, ya que cada persona es un mundo que traslada sus peculiaridades al ámbito de la relación de pareja. Implica comunicación que se expresa desde la receptividad, la amistad y la caricia, compartir que es darse y mostrarse involucrado.

Todo esto, puede verse invadido por la rutina que hace que los cimientos de la relación comiencen a tambalearse. Es importante seguir unas pautas que eviten que ésta se apodere de la relación:

Dialogar y negociar. El consenso y los acuerdos ante las discrepancias de opiniones, la alternancia en las decisiones es una buena opción: "Este verano eliges tú el destino de vacaciones, el próximo yo." Los diferentes puntos de vista son enriquecedores y dinamizan la relación de pareja.

Compartir la responsabilidad. Jamás hay que esperar a que sea el otro miembro de la pareja el que decida, ya que crea frustración. La responsabilidad de la toma de decisiones debe ser compartida por ambos.

Conservar la ilusión. La sorpresa es un factor determinante para terminar con la rutina. El hecho de organizar una escapada de fin de semana o una cena romántica, sin que el otro lo espere, hace que la relación sea más apasionante.

Hablar claro Terminar con los sobreentendidos, los silencios acusatorios y las suposiciones que generan desconfianza y distanciamiento que debilitan la relación. Una pregunta, un comentario a tiempo que refleje el grado de disconformidad, evita que se dé todo por dicho y hecho.

Romper o disolver los juicios de valor Cuando uno considera que el otro es de un determinado modo se encasilla al otro en un juicio de valor en el que uno ya predispone la actuación del otro. Abrámonos a las sorpresas que el otro pueda introducir en nuestra vida pensando en que nunca dejara de sorprendernos.

El perdón y la reconciliación son términos con significados diferentes pero que se complementan mutuamente.

Con el perdón pretendemos deshacernos del sentimiento de culpa, mientras que con la reconciliación buscamos la calma, la paz, el sosiego..., pretendemos recuperar, tanto con nosotros como con los demás, aquello que perdimos como consecuencia del daño que hicimos.

Cuando perdonamos y nos reconciliamos recuperamos la calma, nos quitamos un peso de encima que nos alivia y nos devuelve la paz.

Perdonar no significa que estemos de acuerdo o aprobemos lo que ocurrió. Tampoco significa que dejemos de darle importancia a lo que pasó, ni que estemos dándole la razón a la persona que nos causó el daño o nos ofendió. Tan sólo significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.

Muchos problemas familiares, sociales o entre amigos se evitarían si fuésemos capaces de saber perdonar y llegar a la reconciliación. Cuántas guerras y conflictos religiosos y políticos se solucionarían si fuésemos capaces de perdonar. Cuántos matrimonios se salvarían si supiésemos aceptar las disculpas de la pareja o si realmente nos arrepintiésemos de los errores que cometemos.

Tenemos la falsa convicción de pensar que cuando perdonamos le hacemos un favor a la otra persona cuando los realmente beneficiados somos nosotros.

Otras veces es a nosotros mismos a quien tenemos que perdonar por aquellos errores que hemos cometido y por las consecuencias que han tenido. Podemos convertirnos en víctimas de nuestros propios errores si no dejamos de pensar en aquello que hicimos mal o cuando constantemente estamos pensando cómo sería esto otro si lo hubiésemos hecho de forma diferente





El reproche es uno de los síntomas más claros de crisis en la pareja, cuando éstos empiezan a aparecer con cierta asiduidad es porque algo en la relación comienza a fallar, pero el hecho de que estos se produzcan no ayuda en nada a mejorar la situación, más bien al contrario, pueden producir un efecto multiplicador de la crisis de la pareja que haga que la relación se vuelva insostenible.

Recriminar cosas constantemente a nuestra pareja producirá en ésta una sensación de inseguridad, hará que tome una actitud defensiva hacia nosotros y que incluso, se generen sentimientos de rencor.

El reproche es en cierta manera una forma de violencia en la vida cotidiana de la pareja, aunque no exista agresión, sí que se produce un intento de imposición al exigir a la otra persona que sea como nosotros queremos, sin tener en cuenta sus deseos ni sus posibilidades.

Diferentes tipos de reproche

Las parejas se hacen recriminaciones sobre materias muy diversas, a veces el motivo concreto y objetivo al que se refiere el reproche no tiene mucha importancia, ya que la motivación real del mismo es el deterioro de las relaciones y no el hecho concreto que recriminamos, pero otras veces el reproche está motivado por algo concreto y de importancia. Entre estos hechos está el caso de una infidelidad.

Cuando se produce una infidelidad, tenemos que tomar una decisión respecto a nuestra relación, si decidimos continuar con ella, debemos mostrar claramente a nuestra pareja el daño que nos ha producido su comportamiento, pero no tiene sentido que saquemos el tema a relucir constantemente ya que esto no ayudará a volver a reactivar nuestra relación.

Por regla general, los hombres suelen recriminar más cuestiones económicas, en muchos casos consideran que su aportación a la pareja es mayor en este sentido, creen que su pareja está en deuda con ellos y consideran excesivos sus gastos.

Las mujeres hacen más reproches por cuestiones afectivas, habitualmente sacrifican más de su vida social y laboral en una relación y se sienten poco compensadas por ello, suelen recriminarle a su pareja su falta de sensibilidad y sus olvidos.

Debemos tener en cuenta que en toda relación de pareja hay elementos que suman y otros que restan, entre estos últimos se encuentran, sin duda alguna, los reproches.
¿Por qué hablamos de un engaño? Porque no es solamente la cuestión de no tener problemas, sino que la evaluación más correcta es: ¿es usted feliz en su matrimonio? ¿Hay una relación satisfactoria con su esposa en este tiempo? ¿Hay romanticismo? ¿Hay un deleitarse en esa relación matrimonial? Esto es lo importante!

El engaño del cual le hablo es un engaño en el cual muchas parejas en esta etapa caen por diferentes factores. El sobrellevar, entendamos, no significa que las personas estén realmente en una verdadera relación satisfactoria.

Aquí es donde yo quisiera que pudieras profundizar en tu vida, en tu matrimonio, en tu relación como pareja.

¿Prefieres no tener problemas con tu esposo, lo prefieres dejar en la televisión con tal de que no haya un pleito? Prefieres eso y seguir viendo a tu familia totalmente descuidada, prefieres evadir el momento por evitar un pleito, un disgusto.

A lo mejor estás pensando: “bueno, me estoy evitando problemas”, pero la verdad lo único que se estás haciendo es sobrellevar las cosas. Pregúntate: ¿Somos felices? ¿Nos buscamos?

Tristemente, dentro del corazón de las parejas está una incredulidad, porque piensan: “mi esposo nunca va a cambiar”.

Las parejas que desean tener un matrimonio feliz con una relación satisfactoria, van más allá de eso, buscan la estabilidad a través de una relación más romántica, más satisfactoria, más feliz.


CONSTRUCTORES DE LA CONFIANZA DEL MATRIMONIO




1. Mostrarle a otros cuán orgulloso está de su cónyuge
2. Mantener su palabra
3. Hacer de su cónyuge una prioridad
4. Saber cuándo su cónyuge tiene estrés y hacer lo posible por reducirlo
5. Ser confiable
6. No olvidar nunca su aniversario
7. Darse espacio entre sí cuando sea necesario y estar cerca el resto
del tiempo
8. Usar siempre el anillo de bodas



B. DESTRUCTORES DE LA CONFIANZA DEL MATRIMONIO

1. Guardarse secretos el uno al otro
2. No ser sinceros
3. Coquetear con otra persona
4. Avergonzar a su cónyuge5. Romper promesas
6. Ser crítico
7. Falta de continuidad
8. No mostrar un amor completo, sin egoísmo y compromiso


Cuando se tiene un problema con la pareja y se desea discutir sobre el mismo, se debe buscar el momento adecuado y estar los más tranquilo posible durante la discusión. Esta es una de las formas mas saludables e inteligentes de resolver inconvenientes entre pareja.
Cuando ya ha pasado el enojo y se está mas tranquilo puedes hablar las cosas de una manera justa y ecuánime, ya que habrás pensado mejor el problema e incluso podrás llevar proposiciones o soluciones a la mesa de discusión.

Además de esto, existen 13 reglas que debes tener en consideración para llevar a cabo una discusión justa. Trata de tomarlas en cuenta y llevarlas a cabo cuando así lo necesites. Te las enumero a continuación.

1. Hagan una cita para la discusión. Dile a tu pareja que deseas hablar con ella en un lugar determinado. Si ya viven juntos, puedes decirle, por ejemplo, que deseas hablar con ella después de la cena, para que no disponga el tiempo en otra actividad.

2. Háganlo cara a cara. Las discusiones es mejor no hacerlas por teléfono, pues de esa manera, son muy impersonales. Al hacerlo frente a frente, hasta te puedes ayudar con lenguaje corporal para disminuir tensiones y comunicarte mejor. Por ejemplo, puedes decir algo que tiene mucha seriedad, pero para disminuir el impacto a tu pareja, te ayudas con una sonrisa, una mirada especial o el tocar el brazo o el hombro de tu pareja.

3. Limiten la conversación a un asunto. No trates de resolver varios problemas al mismo tiempo. Uno a la vez es suficiente. Descansa un tiempo y luego discutan otro asunto pendiente. Si tratan de hacerlo todo al mismo tiempo pueden sofocar la relación.

4. Mantengan el respeto. Tienes que discutir los problemas sin utilizar insultos ni palabras o frases hirientes. No debes tampoco pisotear la dignidad propia ni la de tu pareja, bajo ninguna circunstancia.

5. Permanezcan enfocados en el presente. No hables de situaciones pasadas. Eso ya quedo atrás. Dedícate a resolver el problema actual sin mezclarlo con el pasado.

6. Concéntrense primero en entender y después en que lo entiendan. Escucha lo que tienen que decirte y trata de comprender lo que intentan transmitirte. Posteriormente trata de ser entendido por tu pareja. No hablen al mismo tiempo.

7. Concéntrense en el problema, no en la persona.

8. Eviten distracciones o interrupciones por otras personas.

9. Mantengan la discusión limpia. Comuníquense con toda sinceridad.

10. Mantengan el tacto. Los pensamientos y sentimientos pueden ser expresados con toda sinceridad, pero debes buscar la forma de cómo decirlos. No dejes atrás la educación para hacerlo.

11. Tomen un pequeño receso si es necesario

12. No se interrumpan. Escuchen lo que cada quien tiene qué decir. Esperen educadamente para hablar.

13. Recuerda que tú realidad no es la única realidad. Tu pareja puede tener también la razón en lo que dice o piensa.


Por: Gerardo Castillo
El secreto de las matrimonios que funcionan
(Editorial Amat, Barcelona)



1. Casarse para toda la vida: haber tenido claro que el matrimonio es para siempre.

2. La entrega total al otro cónyuge en la vida diaria: contar desde el principio con que habrá dificultades y que se pueden superar poniendo los medios.

3. Ser consciente de que el amor no es un hecho cumplido en el momento de la boda: es algo que se construye cada día, es una conquista permanente. Hay que recomenzar siempre, reestrenar el amor cada mañana, evitar “acostumbrarse” a vivir con el otro cayendo en la rutina. El verdadero amor sabe inventar, sabe renovarse con creatividad.

4. Utilizar recursos para mantener la relación en buen estado y prevenir posibles conflictos: hablar a tiempo, reconocer errores, saber disculparse, saber ceder (“dar el brazo a torcer”), llegar a acuerdos, ofrecer actos de desagravio, etc.
Amor humilde, no autosuficiente, que se deja formar y ayudar, que sabe aprender.

5. Contar con las ayudas sobrenaturales propias del matrimonio cristiano, que facilitan cumplir los deberes conyugales y superar los momentos difíciles.

6. El buen recuerdo de unos padres que se amaban de verdad como esposos.

7. Un buen noviazgo: trato personal, diálogo, sinceridad, conocimiento y respeto mutuo; orientado a un posible matrimonio.

8. Ver siempre al otro cónyuge como lo primero o prioritario en la propia vida; darle atención preferente sobre otras personas e intereses.

9. Ser feliz como efecto de hacer feliz al otro cónyuge; vivir para hacerle feliz.

10. Compartir experiencias, problemas, estados de ánimo. Interesarse por las cosas del otro. Saber entrar en su mundo. Contar con el otro al tomar decisiones.

11. Expresar abiertamente los sentimientos venciendo posibles falsos pudores y el miedo a confiarse totalmente en el otro cónyuge.

12. Ser amigos además de cónyuges.

13. Admirar al otro y mostrarle que se le admira.

14. Aceptar y querer al otro como es, sin pretender cambiarle o adaptarle a la propia forma de ser.

15. Convivir como personas que se quieren: sinceridad (no tener secretos con el otro), confianza, comprensión, respeto, buenos modales, delicadeza en el trato, saber callar, saber escuchar, no decir siempre la última palabra.

16. Buscar un rato cada día para estar los dos solos y conversar. Disfrutar de la íntima compañía. Hablar de todo y pasarlo bien juntos. Crear situaciones agradables que sean materia para los buenos recuerdos.

17. Cuidar cada día los pequeños detalles que hacen más grata la vida al otro.

18. Resolver los conflictos en el día; no acostarse reñidos; dar el primer paso para hablar; saber reconocer errores, pedir perdón y perdonar.

19. En los enfrentamientos apelar a los buenos recuerdos y recurrir al buen humor, que desdramatiza los problemas y ayuda a ver la realidad por su lado más favorable.

20. Saber ajustar y afinar la relación amorosa ante los sucesivos cambios que, con el paso del tiempo, se van produciendo en la vida conyugal y familiar.