Existen muchas razones para creer que su clasificación romántica puede y volará muy alto. Si ustedes dos sencillamente lo desean existe una gran probabilidad de que suceda. Cuando lo haga, todo en su relación será más emocionante para ambos. El premio para el cambio positivo en su nivel de romance bien vale la pena cualquier esfuerzo de su parte.

1. Por obvio que parezca.
Usted y su pareja deben pasar más tiempo juntos.
Me refiero a abundante y consistente tiempo juntos. Algunas parejas difícilmente se ven durante la semana y luego esperan que su romance reviva por arte de magia el sábado por la noche. Pero es muy difícil retomar donde se quedaron el sábado pasado si no hay comunicación y tiempo para ponerse al día.

Andrea y yo estamos juntos casi todas las noches. Ambos trabajamos fuera de casa y terminamos el día laboral a las seis de la tarde. Como tenemos dos automóviles, usualmente nos hablamos por la tarde para hacer los planes de la noche. Algunas veces nos encontramos en un restaurante local y otras estamos ansiosos de llegar a casa. De una manera o de otra, casi siempre pasamos la noche juntos y no puedo decirles lo mucho que nuestro romance marital se beneficia de estos contactos cotidianos.

Durante la cena, nos contamos los acontecimientos del día. Hablamos sobre las personas que vimos, las tareas que realizamos, las cosas que salieron bien y las cosas que salieron mal. Siempre que podemos, vamos mas allá de contarnos sobre nuestros días para comentar sobre cómo nos sentimos y la manera como reaccionamos a lo que sucedió durante el día. Espero con ansia estos momentos, mucho más de lo que espero disfrutar la cena.

Este ritual diario nos mantiene entrelazados con la vida del otro. Cada uno conoce la mayor parte de los detalles de lo que el otro enfrenta cada día y nos preocupamos de manera genuina por los progresos de nuestra pareja. No es tanto lo que hablamos sobre nuestros días, es lo que nos preocupamos mutuamente, y estas conversaciones nocturnas son como leer las noticias sobre nuestro equipo preferido.

2. Sueñen juntos
Los sueños entrañan metas u objetivos para sus vidas individuales y para su matrimonio. Un gran sueño para su matrimonio necesita ser un gran sueño para ella y un gran sueño para él y un gran sueño para ambos. Este sueño marital les ayuda más cuando los actualizan. Si pasan de moda, inevitablemente pierden su poder de motivación e inspiración.

Los exhorto a que tengan un sueño para su próximo año de matrimonio, otro para los próximos cinco años y otro más para los próximos diez años. Además, los exhorto a que trabajen en sus sueños por lo menos dos veces al año, tal vez para su aniversario y a los seis meses.
El hecho de soñar juntos y trabajar juntos para lograr sus sueños contribuyen de manera dramática con el nivel de romance de su matrimonio.

3. Tomen tiempo cada día para ayudarse conscientemente.
Si ustedes oran, pasen mucho tiempo orando por su pareja. Me he convertido en un apasionado creyente de la oración y paso mucho tiempo orando por Andrea. Estoy convencido de que su vida es sustancialmente mucho más significativa gracias a estas oraciones.

Pero los efectos positivos de la oración van mucho más allá. Afectan grandemente nuestro amor mutuo. Esto nos hace regresar al concepto de enfocar nuestros sentidos. Cuando ora por su pareja, él o ella se encuentran justo en el centro de su conciencia. Todas sus esperanzas y buenos deseos se enfocan en esa persona mientras usted intercede ante Dios por ella.

4. Programe pasar un tiempo con su pareja por lo menos una vez al mes.
Realmente no importa lo que hagan cuando estén juntos mientras ambos lo disfruten, pueden dirigirse hacia un lugar remoto que a ambos les agrade, exploren un viejo pueblo fantasma, vayan a su librería preferida, hagan un día de campo en el parque o visiten un museo de arte.

Cualquier cosa que hagan este día, el tiempo que inviertan satisfará su necesidad de romance marital como muy pocas cosas pueden hacerlo. Ofrecerá la promesa de pasar un tiempo poniéndose al día, un tiempo para reavivar la llama del amor y de un tiempo para comprometerse de nuevo con “la vida” que los emocionaba tanto cuando estaban recién casados.

5. Por lo menos dos veces al año, salga con su amado durante un largo tiempo.
Aunque las salidas cortas sean enriquecedoras, también necesitan días sin prisa y relajantes para alimentar su amor. Si es posible, vayan a un lugar hermoso, un lugar que les ayude a liberar la tensión y a olvidarse de las preocupaciones diarias.

No necesita alterar su presupuesto para pasar un largo tiempo lejos. Encuentre una pequeña cabaña, empaque su equipo de acampar o pida prestada su casa rodante a sus amigos o familiares. Lo que sea que decida, ¡hágalo! y cuando lo haga, asegúrese que los momentos románticos sean la principal actividad en su programa diario. Eso significa caminatas junto al agua por la mañana, largas siestas por la tarde, cenas a la luz de la luna, baile y abrazos bajo las estrellas por la noche.

¡Ahí lo tiene! Este método de cinco pasos para mejorar su romance marital decididamente funciona. Póngalo en práctica ahora mismo y le garantizo que le encantarán los resultados.

Por: Neil C. Warren
Para que la vida en común de la pareja tenga armonía, lo más importante es que tanto el marido como la esposa, tomen un tiempo dedicado sólo a conocerse y aceptarse cada uno a sí mismo, pensando que quieren cambiar personalmente y poner manos a la obra.
Otro paso importante, es conocer al ser amado, aceptarlo tal como es, sin pensar en cambiarlo.

* Nunca se griten. ¡ A menos que se esté quemando la casa!, Pues al gritarse se va perdiendo el respeto mutuo, tan importante en la convivencia de la pareja y también para el respeto que se debe a los hijos y por el ejemplo que ellos observarán día a día.

* Nunca se pongan a recordar errores y culpas pasados. A nadie le gusta que le digan sus errores, más sí éstos tuvieron alguna consecuencia como generalmente sucede. Es mejor cantar ya lo pasado, pasado…….

* Nunca se enojen los dos al mismo tiempo, pues en lugar de dar paso a la calma y lograr resolver la causa del enojo, pueden llegar a una fuerte discución. Al no tener dominio de uno mismo, se puede llegar a lastimar al otro. Es mejor aprender a escuchar el retumbar de los cañones como el que no oye, sin dejar que las palabras del otro lo hieran, y después, ya con tranquilidad, discutir calmadamente, llegar a un acuerdo y lograr la solución.

* Nunca dejen que el día termine sin aclarar situaciones de enojo y lograr una reconciliación. El beso de las buenas noches ayuda a suavizar el coraje, muerdete el orgullo y busca a tu pareja y muchas veces ahí surgirá la reconciliación.

* Nunca se reunan sin poner ternura, cariño y respeto en la bienvenida. Él debe de ser el rey y ella la reina del hogar. Incluso es bueno dejar de hacer lo que se esté haciendo, con tal de atender, escuchar e interesarse en las cosas del cónyuge.

* Descuiden al mundo entero pero…..Nunca se descuiden entre sí. Dense mutuamente su tiempo, pero con la mejor calidad de presencia. No basta saber quién es el más importante para uno, hay que demostrarlo.

* Nunca se separen sin decirse palabras tiernas que puedan recordarse durante la ausencia, por breve que sea. Cuando novios, recordaban la última palabra cariñosa y la saboreaban todo el tiempo. Ahora con mayor razón hay que decirlas.

* Nunca olvidar los momentos felices del principio de su relación. A pesar de los revéses, hay que tratar al otro con mucho amor y seguir disfrutando de ese tiempo juntos, aunque haya inconvenientes.

Nunca suspirar por lo que pudo haber sido, sino sacar el mayor provecho de lo que es. (Todo es según el color del cristal con que se mira). Aprovechar esas energías que un matrimonio tiene, en crecer juntos, en lugar de gastarlas en pequeñeces. Siempre compartir lo que se tiene en toda su extensión.

Nunca sentirse satisfechos, hasta saber que ambos van caminando por la misma senda que conduce A la felicidad, por ese camino que han ido limpiando día con día y que se ha ido preparando, no sin Esfuerzo y con una que otra pena.

Estas reglas funcionan los trescientos sesenta y cinco días del año. El error es pensar: hoy tal vez no lo haga, mañana sí.

Se necesita mucha fuerza de voluntad inundada de amor, jovialidad, optimismo y una mente siempre dispuesta a amar y a perdonar los errores del otro. 

Por: Neil Warren
Publicado por Expresión Familiar 
Nos enseña cómo tratarnos los unos a los otros, cómo hablar, la importancia de escuchar, cómo manejar nuestro enojo, y tantas cosas más.
Pero las estadísticas continúan indicando que no parece que estemos aplicando esta sabiduría a nuestra vida diaria.
Se han lanzado muchos proyectos, escritos y libros de investigación para ayudar a explicar y disuadir la cantidad de divorcios en nuestra sociedad.

¿Por qué se deja de amar la gente con tanta facilidad?
¿Qué le ocurre a la pareja feliz después del día de su boda?
¿Qué es aquello que solía mantenerlos juntos?
¿Qué ocurrió con el «vivieron felices y comieron felices»?

Tenemos respuesta a estas preguntas. Yo creo que cuando las parejas se enamoran, se casan y comienzan su vida en común, rápidamente se ven abrumadas por las complejidades de la vida cotidiana. Pierden de vista la simplicidad del amor dentro de su relación, así como los conceptos básicos que hicieron que se enamoraran en primer lugar.

Una vez que se pierden estos elementos básicos de la relación, la pareja comienza a separarse de a poco y se siente menos conectada. ¿Cómo podemos detener este proceso? Lo logramos regresando a lo básico y aprendiendo realmente a atesorar a nuestro esposo o esposa. Uno de mis versículos favoritos es Lucas 12.34: “Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón”. Este versículo abarca a toda nuestra vida. La manera en que se evidencia que atesoramos algo es mediante la forma en que pensamos y actuamos con respecto a ello.

Dios comprende que nuestros sentimientos cambian y que son el resultado de la manera en que pensamos y actuamos. Él sabe que nosotros queremos sentirnos enamorados, y nos ha dado la clave para que lo logremos. Mientras que mantengamos nuestros pensamientos y acciones con respecto a nuestros cónyuges concentrados en lo positivo, podemos experimentar esa sensación de estarlo. Pero, no bien dejamos de atesorar a nuestra pareja, los sentimientos pueden comenzar a cambiar con gran rapidez. Mantener el matrimonio saludable no es tan difícil como creemos.

¿Cuántas veces se han dicho los esposos: “Eres una persona tan distinta a la persona con la que me casé”. ¿Qué ocurrió? ¿Cambiaron verdaderamente?

Es probable. Por lo menos, algunos lo hacen. Pero lo que nuestro cónyuge está diciendo en realidad es: “Tú no haces por mí las cosas que solías hacer antes: esas cosas que siempre me hacían sentir tan bien”. Y, lo más probable es que nuestro cónyuge haya dejado también de hacer las cosas que nos hacían sentir bien a nosotros. La realidad es que, con el tiempo, todos cambiamos dentro del matrimonio.

Eso se debe a la madurez y a las experiencias de vida. Sin embargo, no tenemos que cambiar las cosas que hicimos al principio, las cuales nos llevaron a enamorarnos. Los principios básicos son simplemente eso: básicos. A lo largo de mis años de práctica, me he dado cuenta de que lo más necesario para la mayoría de las parejas con las que trabajo es regresar a lo básico.

Muchas parejas me dicen que han estado en terapia de pareja en el pasado y que sienten que en realidad las cosas empeoraron en vez de mejorar. Vienen a mi consultorio con mucha aprensión, pero con desesperación. “¡Tenemos que probar algo!”. Conversamos sobre las cosas en que se concentraron durante su terapia anterior. Desde el principio, solían concentrarse en aquellas cosas por las cuales habían peleado durante la semana, las penas pasadas a las que continuaban aferrándose, o la mala comunicación y cómo manejar los conflictos. Al escuchar esto, me doy cuenta de cuál es la razón por la cual la terapia parecía haber empeorado las cosas en vez de mejorarlas.

Las habilidades que habían aprendido y los asuntos de los que se habían ocupado son una parte importante y necesaria para el crecimiento de un matrimonio saludable. A menos que yo les enseñe primero a gustarse el uno al otro nuevamente, no se sentirán lo suficientemente conectados entre ellos y con el matrimonio como para dedicarse a los aspectos negativos del mismo. Yo entiendo que mi trabajo como terapeuta es el de ser un catalizador que ocasione cambios. Por lo tanto, he aprendido a fortalecer los aspectos positivos del matrimonio.

Las parejas aprenden o vuelven a aprender cómo identificar y expresar lo que les agrada de cada uno y cómo expresarse con ternura. Aprenden a darle nuevamente prioridad a la otra persona y al matrimonio y a no permitir que éstos pasen tan fácilmente a un segundo plano. Lo más importante es que aprenden a valorarse con el pensamiento y con sus acciones.

Una vez que lo logran, los esposos no sólo se sienten nuevamente atraídos, sino que posiblemente sientan que se están “volviendo a enamorar” nuevamente. Colocan su corazón en el lugar que le pertenece. Entonces, y recién entonces, pueden volcarse a aprender lo que necesitan para resolver los aspectos negativos de la relación.

Cuando llegan a este punto, el tener que ocuparse de los factores de irritación ya no les resulta tan amenazante, porque hay una cálida ternura presente. Ahora, por fin, tienen una relación por la que vale la pena luchar.

Por: Dra. Debbie L. Cherry
Publicado por Expresión Familiar 
Primero, me preocupa el hecho de que las parejas creyentes son tan susceptibles al divorcio como las que no son creyentes. A pesar de los inagotables recursos divinos a nuestra disposición, las probabilidades de que un matrimonio creyente dure toda la vida son tan bajas como las de los no creyentes. Los seguidores de Cristo están decidiendo abandonar su compromiso matrimonial en alarmantes cifras que crecen cada año.

La segunda parte que me molesta tanto, es el caos que el divorcio impone sobre los hijos. Esa devastación incluye a los hijos adultos del divorcio. Actualmente menos de tres cuartas partes de todos los hijos estadounidenses viven en hogares con dos padres; y la escena no es mucho mejor en otros países. El divorcio está lisiando a las generaciones emergentes.

¿Por qué preocuparse tanto?
¿A qué tanta alharaca? Tal vez esto se pregunte usted. Dicho sin ambages, es que el divorcio no es lo que planificó Dios y tampoco le agrada. Clara y sencillamente Dios planeó que hubiera un hombre y una mujer en un matrimonio, y que este durara toda la vida. Él se complace cuando una pareja de padres de sexo masculino y femenino crían a sus hijos en saludable temor y tierna enseñanza del Señor. Se honra a Dios y se le complace maravillosamente cuando las familias funcionan con comunicación abierta, dando modelos ejemplares, cultivando confianza, amor, disciplina, protección. De hecho, Dios quiere que su Iglesia modele esos distintivos, sin empañarlos con el divorcio.
Otra preocupación crucial es que el divorcio da comienzo a un ciclo que nunca mejora, y siempre erosiona. Una vez que el pensamiento de salirse del matrimonio se convierte en una alternativa, la permanencia del matrimonio se socava sutilmente; y una vez que esa mentalidad domina, la caída resbaladiza se acelera.

El escritor John Powell hace un trabajo magistral al describir cuán ingenuamente nosotros esperamos la felicidad en la vida de otra persona. Lea sus palabras con cuidado y detenimiento.
«Hace algunos años un abogado de divorcios emitió la opinión de que la mayoría de los divorcios son el resultado de expectativas romantizadas. Julio piensa que casarse con Alicia será la felicidad suprema. Él la llama “Ángel” y “Dulzura”; ella es todo lo que jamás necesitará. Le canta la letra romántica de canciones de amor. Luego, poco después de que las campanas nupciales se han convertido en eco, la verdad se asienta: hay expresiones desagradables de temperamento, ganancia de peso, comidas quemadas, ruleros en la cabeza, mal aliento ocasional y olores corporales. Silenciosamente se pregunta cómo se metió en esto; y en secreto piensa que ella lo ha engañado. Él había apostado su felicidad en su “Carita de ángel”… y evidentemente perdió.

Matrimonio»Por otro lado, antes del matrimonio el corazón de Alicia late más rápido cada vez que piensa en Julio. Será el cielo casarse con él. “Simplemente Julito, y yo, y el bebé, seremos tres… en mi cielo azul”. Luego hay cenizas de cigarrillos, la adicción de él a espectáculos deportivos en la televisión, insensibilidades pequeñas pero dolorosas; la ropa regada solo en orden cronológico. Su caballero de reluciente armadura se ha convertido en un vagabundo. La tapa del dentífrico se ha perdido, la manija de la puerta que él ha prometido reparar todavía se le queda en la mano. Alicia llora mucho, comienza a buscar “consejeros matrimoniales” en las páginas amarillas. Julio la llevó galanamente hacia la puesta del sol; de ahí en adelante todo ha sido tinieblas.

»El cincuenta por ciento de todos los matrimonios terminan en divorcio. El sesenta y cinco por ciento de todas las segundas nupcias terminan en la misma traumática tristeza. La desilusión siempre parece seguir cuando se espera que alguien o algo nos hagan felices. Esas expectativas son un desfile sobre el cual siempre llueve. El lugar llamado “Camelot” y la persona “correcta” simplemente no existen… Una vez vi una caricatura de una mujer enorme parada sobre su diminuto marido sentado, exigiendo: “¡Hazme feliz!” Era una caricatura, con la intención de provocar risa. Era una distorsión de la realidad, y por ello era cómica. Nadie puede hacernos verdaderamente felices o verdaderamente desdichados.»

¿Cuándo aprenderemos eso?
El matrimonio no fue diseñado para hacerlo feliz a usted, ni a nadie; por consiguiente, su desdicha no es razón para terminar el compromiso de toda una vida. La felicidad es solo la cubierta del pastel. Como lo he dicho por años, no es el amor lo que mantiene unido al matrimonio, es el compromiso. El amor, como una emoción, sube y baja con el tiempo. Hay solo unas cuantas noches para caminar bajo la luz de la luna. Las enfermedades, angustias, quebrantos, desilusiones, envejecimiento y adversidades obran contra el amor romántico; pero esos mismos conflictos pueden fortalecer el compromiso.

Todas estas malas noticias subrayan el poder destructivo del pecado. Desde que el derrumbe del pecado comenzó en Génesis 3, todos los matrimonios han luchado contra la influencia destructiva del pecado.
Cuando se atraviesan tiempos difícilesConflictos, maltrato, engaño, baja estima propia, egoísmo e inmoralidad… ponga todo esto en la mezcla del matrimonio, y no es sorpresa que necesitemos del poder de Dios para sobrevivir.
La buena noticia es esta: en Cristo hay esperanza para atravesar los tiempos difíciles que llevan al divorcio, sin que importe en qué parte del ciclo se encuentre usted.

Tomado del libro: Cuando se atraviesa tiempos difíciles de Grupo Nelson
¿Quieres conocer uno de los mitos especialmente desagradables que impide a muchas personas experimentar los enormes beneficios de una comunicación eficaz?
En algún momento a lo largo del camino esas personas se convencen de que la verdadera comunicación se logra una vez que entienden las palabras de la otra persona. Creen que la comunicación eficaz equivale a la comprensión precisa de las palabras y las frases que escuchan.

En realidad, la buena comunicación es mucho más que eso. La verdadera comunicación por lo general se alcanza cuando cada una de las personas comprende las emociones que están por debajo de las palabras que se dijeron. Por lo general la gente se siente más comprendida, cuidada y vinculada, cuando la comunicación enfoca sus emociones y sentimientos, en lugar de tomar en cuenta solamente sus palabras o pensamientos.

Esta es la magia de la comunicación eficaz. Nuestra meta debe ser ir más allá de las palabras pronunciadas, y captar la pepita de oro emocional que está por debajo de ellas. Es mucho más importante descubrir y ocuparnos de las emociones que están por debajo, antes que decir trivialidades sobre las palabras que escuchamos. Pregúntate lo siguiente: “¿Cuál es el efecto emocional de esas palabras?” No solamente: “¿Cuáles fueron las palabras que acabo de escuchar?”

Supongamos que una esposa dice:
– Creo que nuestros hijos no deben ir a una escuela pública. Me parece que deberíamos educarlos en casa.
¿Qué quiso decir? Piensa atentamente en las dos oraciones. La mujer no usó palabras “emocionales”, todas fueron palabras “racionales”. Si su esposo responde:
– ¿De manera que piensas que nuestros hijos no deben ir a la escuela pública?
El esposo en realidad no captó lo esencial Reflejó con precisión las palabras que ella acaba de pronunciar, pero no tiene idea de su verdadera preocupación.

¿Y si en cambio presta atención a las emociones que encierran esas palabras? ¿Qué sucedería si él escuchara el corazón de su esposa: “Estás diciendo que estás muy preocupada por nuestros hijos? ¡Ahora sí!” Esta vez la entendió. Escuchó más que las palabras; escuchó los sentimientos de su esposa, su verdadera preocupación. Percibió el mensaje emocional: el temor que siente por sus hijos.

ComunicaciónMuchas personas quedan atrapadas en la danza del miedo precisamente en este punto. Usan palabras “racionales” para referirse a sus acciones, en lugar de hablar acerca de sus sentimientos o de sus preocupaciones más profundas. Quedan atascadas hasta que por fin aprenden a percibir la pepita de oro emocional. Cuando descubren cómo ir más allá de los pensamientos y las opiniones, y logran captar las emociones que están por debajo, entonces se liberan. Alcanzan el nivel de los verdaderos intereses y de la experiencia emocional profunda.

Tú me importas
Cuando hacemos un esfuerzo por encontrar la pepita emocional, decimos a nuestros amigos, colegas, parientes: “Me interesa saber cómo sientes. Tus emociones me importan”. Y cuando nuestros seres queridos reciben este mensaje, sienten que los apreciamos de verdad. Se sienten amados.

Cuando no comunicamos esto, la otra persona no se sentirá amada, aun en el caso de que hayamos entendido las palabras que pronunció. La comunicación se desgastará hasta detenerse.
Muchos de nosotros –en especial los varones– tenemos problemas con esto. Los hombres acostumbramos a pensar de una manera lineal: nada de irse por las ramas, hay que ir al grano. Queremos resolver un problema y completar una tarea, no queremos ocuparnos de las emociones. Solo nos preocupa encontrar la manera de “arreglar el asunto”.

Sin embargo, si no escuchamos ni respondemos a las emociones, toda la ingeniería del mundo será incapaz de conducirnos hasta el verdadero problema. Solo cuando logramos entender las emociones podemos comenzar, de manera eficiente, con la tarea de resolver el problema.
El verdadero mensaje muchas veces está en las emociones que hay por debajo de las palabras

La comunicación eficaz se resume en escuchar y hablar con el corazón. Cuando alguien siente que sus emociones son comprendidas, percibe que la otra persona se interesa por ella.
El ADN de las relaciones Es muy distinto de escuchar al otro con la mente, es decir, observando únicamente el contenido de las palabras, sin prestar atención a las emociones.
La meta de la comunicación eficaz es comprender el mensaje emocional del que habla. Debes preguntarte: “¿Qué está sintiendo esta persona?”

Tomado del libro: El ADN de las relaciones de Editorial Tyndale House
¿Qué significa atesorar algo? Sencillamente significa percibir ese objeto como algo de gran valor para nosotros: algo que hemos soñado, por lo que nos esforzamos y que hemos, finalmente, recibido. Un regalo que no tiene precio. Un tesoro. Algo por lo cual estamos agradecidos y que siempre valoraremos. Algo que cuidamos, protegemos y mimamos. Obviamente, tendríamos que tratar a nuestro cónyuge mejor que a cualquier bien material.

¿Pero sabemos acaso cómo hacerlo? Nosotros cuidamos nuestro automóvil, nuestra casa, nuestro barco, o nuestros preciosos trofeos o medallas. Pero poseemos un don mucho más valioso, al cual no le damos demasiada importancia: nuestro esposo o esposa.

¿Han entrado alguna vez en la casa de alguien, o han ido a una feria americana y han visto una mesa antigua o una tarjeta de béisbol de edición limitada, o algún otro objeto de colección que se venden por prácticamente nada? Quizás esté cubierta de polvo, con la pintura dañada y rayada, golpeada y gastada. Miramos ese valioso objeto y pensamos: “Esta gente no debe tener idea de lo que tienen o no lo estarían tratando así”.

Descubra los tesoros del matrimonioPienso que eso es lo que ocurre frecuentemente con nuestro cónyuge. Nos olvidamos de su valor. No parecemos estar conscientes de su verdadero valor. ¡Necesitamos aprender lo que significa atesorar verdaderamente a nuestro cónyuge y comenzar a aplicar estos conocimientos prácticos de inmediato!

Tomado del libro: Descubra los tesoros del matrimonio de Editorial Patmos
¿Han atesorado alguna vez un objeto? ¿Un trofeo, un premio, un automóvil o una casa? ¿Cómo tratamos a los objetos valiosos? ¿Los tiramos en un armario y nos olvidamos de ellos? Por supuesto que no. Por lo general, los exhibimos en un lugar de honor y los mantenemos bien cuidados. Pensamos en ellos a menudo y les hablamos sobre ellos a los demás cuando podemos.

Me acuerdo cuando, después de seis meses de búsqueda, finalmente encontramos la casa perfecta. Fue como encontrar un tesoro escondido. Durante las siguientes semanas, de lo único que podía hablar era de la casa. Me pasaba horas y horas pensando en cómo iba a decorarla. Cuando por fin la compramos, ¡me pasé realmente horas y horas decorándola! Mientras vivimos allí, continué sintiéndome orgullosa de mi casa y me encantaba mostrársela a mis amigos y a mis familiares.

 Estoy segura de que la mayoría de ustedes pueden relacionarse con algún objeto en su vida que haya tenido un lugar de honor en su corazón. Quizás sea el automóvil que habían deseado durante tanto tiempo, y que ahora lavan todos los días; o aquella medalla que ponen a la vista con tanto orgullo; o ese gran pez trofeo que tienen montado sobre la pared para alardear de su logro. ¿Por qué tan a menudo nos ocupamos mejor de nuestros bienes materiales que de nuestro cónyuge?

Por desgracia, tengo que admitir que hay veces que me ocupo mejor de mi casa que de mi marido. Quizás sea porque se nos enseña cómo limpiar la casa, lavar el coche o cuidar de nuestras cosas, pero a menudo no se nos enseña cómo atesorar a la gente. Solo cuando aprendamos verdaderamente a atesorar a nuestro cónyuge por encima de todo lo demás –excepto nuestra relación con Dios– comenzará nuestro matrimonio a sanarse, crecer y florecer.

Tomado del libro: Descubra los tesoros del matrimonio de Editorial Patmos
En general, los hombres y las mujeres casados gozan de mejor salud que sus equivalentes solteros, los que cohabitan y los divorciados. Los efectos de selección respecto al divorcio y segundos matrimonios podrían tener parte en este diferencial, aunque la investigación no ha encontrado ninguna pauta consistente. Con todo, las personas casadas parecen llevar mejor la enfermedad, vigilar más la salud de la pareja, tener mejores sueldos y adoptar estilos de vida más sanos que los no casados. Un estudio basado las respuestas de 9.333 participantes de entre 51 y 61 años en la Encuesta Americana sobre la Salud y la Jubilación comparaba la incidencia de enfermedades graves y de la discapacidad funcional en individuos casados, cohabitantes, divorciados y viudos. “Sin ninguna excepción —afirman los autores—, las personas casadas presentan niveles más bajos de mortalidad por cada una de las enfermedades, disminuciones, problemas funcionales y discapacidades estudiadas”. En el caso de las discapacidades, las diferencias del estado matrimonial eran “abismales”, incluso imponiendo controles de estudio sobre edad, sexo, y raza.Otro estudio del Center for Disease Control demostró que los adultos norteamericanos casados tenían menos propensión a estar enfermos, tener limitaciones en su actividad, sufrir dolores de cabeza o ansiedad psicológica severa, fumar tabaco y tener problemas con el alcohol que los viudos, divorciados y las parejas de hecho.Sin embargo, las investigaciones también sugieren que los efectos del matrimonio sobre la salud varían según la calidad del matrimonio, especialmente para las mujeres. La investigación realizada por el grupo dirigido por la psicóloga Janice Kiecolt-Glaser indica que la salud de una mujer tiende empeorar bastante cuando mantienen relaciones de baja
calidad y a mejorar cuando estas son de alta calidad. Por ejemplo, los comportamientos maritales negativos (críticas, menosprecios, sarcasmo...) están asociados con niveles elevados de hormonas de estrés (epineferina, ACTH, y norepinefrina), con la presión arterial alta, y con declives del funcionamiento del sistema inmunológico. Por tanto, y especialmente para las mujeres, la calidad del matrimonio y no sólo el estado civil, tiene una correlación positiva con mejores resultados de salud. 

Extraido de: El matrimonio importa. Veintiséis conclusiones de las ciencias sociales.

                   Social Trends Institute Nueva York-Barcelona