El hombre nunca ha tenido un sentido tan agudo y celoso de la libertad como hoy, sin embargo no ha sido capaz de evitar el surgimiento de nuevas y sofisticadas formas de esclavitud. Hay quienes ni siquiera perciben sus cadenas, siempre se acomodan, lo que sienten, piensan o dicen, no es suyo, se trata de frases confeccionadas por periódicos, revistas, la radio, la televisión o el internet. En el momento en que alguien empieza a pensar y a actuar por su cuenta, y sostiene una opinión diferente, lo rechazan de inmediato como agresor, y lo paradójico es que esto sucede en sociedades de Occidente que se proclaman ‘libres’.
El mal que nos rodea sólo puede dañarnos de verdad en la medida en que encuentra complicidad en nosotros. Todos hemos sido invitados a desarrollar nuestra interioridad, pero solemos rechazar esta posibilidad, y así no es posible lograr vivir a tope y disfrutar, nos perdemos en cosas triviales, nos anclamos a lo superficial, se nos olvida que poco importa que un pájaro esté atado con una cuerda gruesa o con un hilo de seda, al final da igual, ¡el pájaro no puede volar!, decidir vivir solos es el principio de una cadena de conflictos sin fin. En aras de la libertad nos negamos a ser amigos de Dios para terminar dependiendo de los hombres. Es característica del pecado prometer la libertad y darnos la esclavitud. El salario del pecado es la muerte de la libertad.
Es claro que quien no sigue su luz interior, se encontrará pronto en tinieblas y un poco más tarde en la obscuridad, se alejará de sí mismo y en ese mismo acto se alejará de Dios.
Obedecer a otro, hacer la voluntad de otro sin haber aceptado interiormente no es ‘obediencia’ es servilismo, adulación, enajenación vergonzosa de la dignidad. Obediente es quien hace lo que otro quiere porque él mismo también lo quiere. No debemos prescindir nunca de nuestra libertad, ni de la responsabilidad que nos asiste en nuestras acciones. La verdadera obediencia presupone ser interiormente independiente, implica hacer voluntariamente lo que otro quiere, claro, siempre que esté en armonía con la propia luz interior. Nunca debemos prescindir de nuestra libertad, sólo bajo esta premisa es posible obedecer.
 Una persona sólo puede ser libre si quiere y si está dispuesta a entablar contacto con su verdad interior, que no es sino el conocimiento de los que Dios ha pensado al pronunciar nuestro nombre. Mientras no sé quién soy y quién podría llegar a ser soy como un capitán sin rumbo, mi barco tiene agujeros y se hundirá. Mi verdad me hace libre, pero es un bien costoso que se adquiere progresivamente y en la medida en que se entra en ella, pero exige comprometerme, tomar partido y exponerme. Aquella persona que soy yo y que Dios ha querido desde siempre, tiene un rostro único y una tarea inconfundible. La respuesta a este cuestionamiento puede llevare a cambiar el rumbo, pero cuando se sabe que el viaje terminará bien, los acontecimientos de la vida pueden considerarse como una bella aventura. Un cristiano de verdad jamás tiene miedo, el único peligro de verdad consiste en extraviarse en traicionar su verdad. Un cristiano jamás está solo, Dios le conduce, su vida es dialogal, y entre más conoce su misión más fuerzas tiene. Esa voz de Dios es la conciencia, ahí se está a solas con lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Cada quien ha de obrar en armonía con esa conciencia, nadie le puede forzar a obrar en contra de ella, ni se le debe impedir que obre conforme a ella, nadie tiene derecho a cargar sobre otros la responsabilidad de su propia actuación. El hombre libre actúa por convicción, no por convención. Jamás debemos consentir que se nos lleve a donde no queremos ir, pero sólo podemos seguir una verdad si la hemos comprendido. La conciencia no es algo totalmente autónomo, está ordenada a la verdad y en relación con ella, por tanto cada quien tiene el deber de formar su propia conciencia.
     La libertad se realiza mediante la voluntad, sobre la cual influyen a su modo el entendimiento, la afectividad y las situaciones externas, pero ¿cómo actúa la voluntad? Primero elijo algo que me parece un bien, me atrae, mueve la acción de entregarse, de amar. El amor es tendencia convertida en acción, la de entregarse al objeto amado. Así el amor se localiza al principio como apetito o tendencia y después como ejecución y todo en razón del bien, mostrado por la inteligencia sobre el objeto amado.
     La libertad se ejerce fundamentalmente en dos actos mediante los cuales tendemos a la felicidad; el amor y la elección veamos cada uno:
     FELICIDAD.- Todos queremos ser felices, que nuestras vidas se realicen de modo pleno y cabal, todos añoramos morirnos absolutamente satisfechos de haber vivido.
 La libertad como aquella capacidad de conducirnos a nosotros mismos se hace inútil si no me atrevo a tomar decisiones. Cuando evito decidir no soy yo quien traza mi historia, otros deciden. No hay peor decisión que la de no tomar ninguna, pues la grandeza del hombre se muestra cuando transforma la realidad decidiendo. Pero para decidir bien es preciso elevar la vista, apuntar alto y orientar la existencia hacía ideales por los que valga la pena vivir, una meta comprometedora y atractiva. Por ello, cuando quieres conocer a una persona no indagues tanto lo que piensa, sino lo que ama, lo que le levanta por las mañanas. Cuanto más grande es nuestra aspiración más grande la libertad que se necesita, pues libertad significa conducirse, hacerse a base de decisiones libres, ‘el destino te lo montas tú’.
La libertad es algo originario y elemental, llega a los más hondo de la persona, no se trata de una mera propiedad de los actos humanos sino un elemento constitutivo del ser personal que somos. Significa, de algún modo, un radical ‘estar conmigo’ una apertura a la realidad.
     Estamos llamados a ser los protagonistas de una historia, la nuestra, a seguir nuestra luz interior, las verdaderas aventuras suceden en nuestro mundo interior, nadie puede evitarlas.
     El hombre tiene un espacio interior, aquel sitio en el que está a solas consigo mismo, y ahí goza de un dominio de su mundo interior, y puede o no manifestarlo al exterior según le convenga o no. Ese mundo interior es aquel lugar donde los otros no pueden entrar, es nuestro ‘santuario’ lo que sólo conozco yo, ahí nadie puede apresarme, ahí me poseo, soy dueño de mí, es mi espacio, aquel en el que no tienen acceso los demás. Mientras no descubrimos esta verdad vivimos errantes.
     ¡Quien ha nacido con alas debe usarlas para volar! Qué es la libertad sino la capacidad de cada uno de ser protagonista de su propia vida, cada quien tiene la capacidad de alumbrar algo nuevo, inédito, atribuible
sólo a él mismo. Estamos llamados a desarrollar nuestros talentos, a convertir nuestra existencia en algo grande. El mundo acabará siendo lo que hagamos de él y nuestra vida lo que hacemos de ella. Dios nos ha confiado un proyecto, si lo miramos, si tratamos de realizarlo no será difícil llenar de sentido nuestra existencia.

     A cada uno Dios nos ama con locura y es preciso descubrir ese amor en la propia vida, ese amor es nuestra ‘confianza originaria’ exactamente como la que un pequeño siente en el regazo de su madre. Dios nos crea por amor y para amar, y nos invita a vivir la vida con él, a compartir su intimidad y mantener con cada uno un diálogo. Mientras no seamos conscientes de ese amor de Dios por nosotros viviremos huérfanos vagabundeando. Vivir es sin duda un arte, pero ese arte consiste en saber descubrir nuestro auténtico rostro, el que Dios ha visto al crearnos, ese es nuestro yo más real e ideal. Ser hijos de Dios es nuestra identidad más profunda. Estamos llamados a ser muy del mundo y muy de Dios y a
Por: Blanca Mijares
El ser humano es una criatura compuesta por alma y cuerpo, posee una composición psíquica y material que significa un doble orden de operaciones “humanas”: orgánicas e inorgánicas, igualmente reales y estrechamente ligadas.
Para que se considere que una persona ha alcanzado la madurez necesaria para el matrimonio, requiere haber alcanzado un desarrollo armónico de su personalidad, integrando lo material en lo espiritual, es decir, su vida instintiva a su vida racional que es lo que más lo distingue como ser humano.
El ser humano esta estructuralmente abierto para el amor. Al haber sido creado por Dios Amor, a su imagen y semejanza, el ser humano está llamado a una relación interpersonal con el Todo Verdad, Belleza y Bondad. Es esta la razón de su insatisfacción existencial, de su deseo de querer más. Pero, sobre todo, de esa necesidad de querer saberse incondicional y eternamente amado. Es precisamente por esto, que se dice que el amor entre los esposos es el que se asemeja más al amor divino. Pues quienes se aman conyugalmente están dispuestos a asumir la vida del otro como propia de forma incondicional y con todas sus posibilidades de futuro. Es el amor más perfecto porque además, al haber sido libremente elegido es más perfectamente humano, al incluir la inteligencia y la voluntad de los cónyuges, al ser  propiedades espirituales.
Una visión un tanto científica acerca de las parejas....

Siempre nos hemos preguntado porque me atrae lo opuesto, porque siempre me enamoro de alguién que es de caracteres opuesto a los míos?, es una constante pregunta que aveces nos agobia y no entendemos el porque, nuestra pareja o la persona que elejimos para compartir nuestras vidas es diferente en muchos aspectos de las que nos hubiera gustado que fuera.

Pues parece que la respuesta radica en los genes, asi es una investigación científica realizadas a varias parejas casadas por años, indicó que hay muchas más posibilidades de tener diferencias en una parte del ADN y que gobierna el sistema inmune, y por el contrario en parejas temporales resaltó que hay mas similitudes de caracter.

Se puede decir con estos resultados que se trata de una estrategia de la evolución humana para garantizar la existencia de la especie con características saludables, porque según indicarón los científicos de la universidad de paraná Brasil, ya que la variabilidad genética es una ventaja para la descendencia.

Como era de suponer siempre hemos pensado que buscamos parejas que tengan similitudes a las nuestras, pero también se trata de una
reacción subconciente y que se encuentra en nuestros genes que busca tener hijos sanos. Aunque no está claro que señalas son las que hacen la elección pero podría ser olor corporal y la estructura de la cara.

Asi que no hagan muchos analisis porque están enamorados de alguién que es diferente a lo que ustedes estaban buscando, la sabia madre naturaleza trabaja para garantizar la existencia humana, sólo deben buscar que esos caracteres diferentes sean posibles de ser aceptados o sobrellevados, porque sino la convivencia en pareja será imposible.

Fuente: www.elamordepareja.com
Por: Blanca Mijares

El amor conyugal es el modo más perfecto y más humano de amarse. Hay muchos otros modos de amar también muy hermosos, pero el amor conyugal por ser un amor que se asume libremente y que involucra a la totalidad del ser humano masculino y femenino para alcanzar unos fines tan nobles como traer seres humanos al mundo en un ámbito de amor incondicional y de la compañía íntima profunda y plena, constituye la mejor respuesta a las inclinaciones naturales de nuestro ser personal que demanda ser acogido plenamente. Los cónyuges se unen en lo que son: cuerpo y alma. Se convierten en una misma carne gracias a las posibilidades biofísicas y espirituales de su ser masculino y femenino que se encuentran naturalmente y generalmente llamados a unirse. Es a este tipo de unión a lo que se le llamo matrimonio. Es una realidad preexistente a la que se le puso ese nombre para distinguirla de otras formas de amar.