Por: Marisa U. De González
El sentirse atraído físicamente hacia alguien del sexo opuesto, no es sino el primer paso que se ha de vivir para llegar a conocer el verdadero amor.
Sin duda, afirmaciones como las siguientes tienen una pequeña parte de verdad y otro tanto de ingenuidad por parte de quien las dice: "Quedé flechado con solo verte", "fue amor a primera vista", "cuando te vi por primera vez, supe que pasaríamos juntos el resto de nuestras vidas"… La lista puede ser interminable pero, la pregunta es si realmente es posible enamorarse de alguien en un primer encuentro.

Habría que decir que el verdadero amor difícilmente podría surgir en un único instante ya que es el fruto del trato y del conocimiento mutuo que se va dando entre dos personas que han dispuesto sus vidas por común acuerdo para compartir lo que podríamos llamar un "proceso de enamoramiento" y, como su nombre lo dice, no se da en el aquí y el ahora, sino a través del tiempo y del trato entre dos seres humanos que consideran que pueden llegar a tener algo en común y poseen ambos la disponibilidad para conocerse más profundamente, y quizá entonces y solo entonces, llegar a quererse.

El sentirse atraído físicamente hacia alguien del sexo opuesto, no es sino el primer paso que se ha de vivir para llegar a conocer el verdadero amor, pero fincar una relación en este hecho, es como querer construir una casa sobre arenas movedizas. A este primer momento o motor que mueve a la pareja a querer seguir juntos, los estudiosos le han dado un sin fin de nombres: "La mirada de las miradas", "el encantamiento", etc.

El desenvolvimiento de la relación a partir de esta etapa inicial, nos la explica Mercedes Arzú de Wilson ": El amor entre dos persona emerge de la atracción física en un principio. Del plano físico va transitando al psicológico y de éste, al espiritual. El anzuelo del principio suele ser casi siempre físico… Las relaciones entre amor y sexualidad no es que sean estrechas, sino que la una entronca directamente con la otra. Y a su vez, en su seno vibran con fuerza todos y cada uno de los ingredientes que nutren lo mejor del ser humano: lo físico, lo psicológico, lo espiritual y lo cultural. Aquí, en el encuentro sexual lo que se destaca y toma el mando es la emoción placentera del goce del acto sexual, quedando algo relegadas las otras tres dimensiones, pero envolviéndolo todo. Por eso hay que volver a subrayar que la relación sexual es un acto íntimo de persona a persona, nunca de cuerpo a cuerpo. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente que cuando al otro se le trata sólo como ser físico, portador de un cuerpo, se ha escamoteado la grandeza del amor y su profundidad. Esto es lo que pasa hoy en algunas ocasiones."

Y continúa diciendo: "El cuerpo es algo personal, particular, propio. Este debe ser integrado en el conjunto de la personalidad… Amor personal comprometido, estable, que vincula a lo corporal, a lo psicológico y a lo espiritual. Dicho en términos más rotundos: El acto sexual auténtico, verdadero, es simultáneamente físico, psicológico y espiritual. Los tres participan simultáneamente en esta sinfonía íntima, misteriosa, delicada y que culmina con la pasión de los seres que se funden en un abrazo… La sexualidad no es algo puramente humano, un placer ligado al cuerpo, sino que mira a lo más íntimo de la persona…

La sexualidad es una pieza integradora de los planos físico, espiritual, psicológico y cultural. Visión del hombre completo. Si la vocación principal del hombre es el amor, toda la vida sexual debe vertebrarse en torno a él… Por eso, ese amor que se esfuerza por mejorarse a sí mismo, perfecciona y conduce a superarse a sí mismo dando salida a valores típicamente humanos: generosidad, donación, confidencia, capacidad para hacer la vida agradable al otro evitando el egoísmo y el pensar demasiado en uno mismo."

Así, podemos concluir que amor y sexualidad han de formar un binomio inseparable que requiere nutrirse y complementarse mutuamente. La sexualidad de la persona, no debe de reducirse a una simple genitalidad. Cuando una persona se entrega físicamente al ser amado, no pone en juego únicamente su cuerpo, es más bien una donación que involucra la totalidad de lo que es, independientemente del cuerpo que tenga, el cual, es a su vez el medio óptimo para exteriorizar y poder comunicar todo aquello que llevamos dentro a través de las palabras que encarnan nuestros pensamientos y del lenguaje corporal no verbal que muchas veces logra decir más que mil palabras.

De esta forma, la fusión de dos cuerpos unidos por motivos de amor y compromiso en el matrimonio, se convierte en dialogo de intimidades que en exclusiva se dan a conocer mutuamente en una entrega de personalidades, corazones e inteligencias que por un momento se funden en "una sola carne" sin por ello llegar a confundirse uno con el otro ya que cada uno sigue conservando la propia originalidad, solo que ahora enriquecida por la donación que cada uno ha hecho de sí y de la aceptación mutua del otro como un regalo.

 Fuente: Encuentra.com

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